Immundus

Once

—11—

 

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Los domingos siempre han tenido un toque nostálgico, pero este domingo en especial la nostalgia se había sentido más. No tengo claro si se debe a las circunstancias en las que me había envuelto la noche anterior, el gran cambio que significa estar en este lugar, o simplemente el hecho de estar tan lejos de casa.

Miro el reloj de madera que indica que faltan siete minutos para que la cena termine. Había evitado el contacto con cualquier persona todo el día. Desde mi ventana pude presenciar la llegada del resto de los alumnos del instituto, no me apetecía conocerlos, no pueden ser mejor o peor de los que ya conozco.

La noche anterior había sido interesante, pude ver otro lado de los chicos de este lugar, en especial Caelum, el cual me resulta difícil de comprender. Mi mamá dice que suelo tratar de descifrar a las personas, pero había una razón para hacerlo, y es que cada persona es como una película nueva; puede parecer igual a otras o demasiado diferente. Hay buenas películas, otras no tanto, pero hay películas que tienes que ver más de una vez o verla de una cierta perspectiva para poder entenderla y apreciarla. Lo mismo es con las personas, por más ridículo que suene. Caelum había mostrado la noche anterior un nuevo matiz, el de un chico relajado y relativamente normal. Aunque había notado algo más, algo con lo que yo podía identificarme, y es que al parecer el realmente se preocupa por los suyos. Había visto sus ojos de acero volverse suaves intentando ayudar a Lorenzo.

 

⭑⭑⭑⭑

Me miro en el espejo con la cara sonrojada, ¿Cómo demonios puedo pensar que ese idiota es atractivo? Definitivamente el alcohol no es un buen aliado en este momento, y podría jurar que casi descubre mi mirada en sus labios «¿A caso quiero besarlo?» No, ni por todos los panques del mundo.

Humedezco mi cara tratando de bajar el poco alcohol en mi sistema, tengo que buscar a Leo, Carrie y Val para largarnos de este lugar. Salgo del baño encaminándome a la salida, no había otro lugar donde buscarlos a menos que hayan decidido irse sin nosotros. El aire fresco de septiembre golpea mi cara y al alcohol en mi cuerpo; no quiero alejarme mucho del pub, las calles lucen solitarias y son desconocidas para mí. Busco a mis amigos con la mirada, y al ver un par de sombras en la esquina del otro lado de la acera, me acerco un poco pensando que son mis amigos, pero antes de acercarme lo suficiente para ser vista, me doy cuenta que se trata de Caelum y uno de sus amigos.

—No es tu problema, Cael. ¿Por qué no mejor vas con los demás a seguir tu gran noche?

—No, yo no mentí cuando te dije que no estabas solo y que siempre me tendrías a mí.

La cara del rubio se contrae con lo que percibo como tristeza. Incluso con luz limitada puedo notar como su mirada de siempre cae unos segundos.

—Olvídalo, Cael —suspira el otro chico—. Y te agradecería que no se lo dijeras a nadie, en especial a mi hermana.

Camina en mi dirección y yo regreso a la entrada del pub tomando asiento a lado de tres chicos que están en uno de los bancos.

Veo al chico de cabello oscuro entrar con mirada perturbada al pub. Mi vista regresa al rubio que sigue parado del otro lado de la acera.

Sin saber el porqué, entro al pub y busco al chico castaño. Lo veo tomar una cerveza de la barra y caminar a una de las mesas debajo de las escaleras. Camino hacia el por inercia, hay algo en el que me dice que no quiere estar solo. ¿Estoy olvidando que se trata de uno de los monstruos del instituto? «Aunque no parece serlo, no como los demás.»

—¿Buscas a tus amigos? —Una voz ronca me regresa a la realidad.

Estoy frente al chico.

—Yo… —vacilo—. Perdón, solo… si, ¿los has visto?

Su mirada perdida parece brillar con diversión por un momento, se lo atribuyo a mi aparente torpeza.

—No, pero deberías buscarlos, su ausencia no puede significar nada bueno.

Su voz es monótona.

—¿Lo dices por tus amigos?

—No tenemos que actuar como si ambos no hubiéramos visto a mis amigos quemar a la tuya. 

Suelta con acidez.

—No, solo me sorprende que lo admitas tan abiertamente, el resto de tus amigos se ha pasado toda la noche intentando “limar perezas”. Pero tú pareces no interesarte o colaborar. —Me encojo de hombros.

El me mira detenidamente, sus ojos verdes dilatados penetrando mi mirada mientras se pone de pie.

—Toma asiento, nos traeré un par de cervezas —habla abriendo una silla para mí.

Tomo asiento con incomodidad, pero algo me dice que debo hacerlo. Es bastante guapo. «No tanto como...»  Detengo mis pensamientos maldiciendo mi subconsciente.

—Disculpa, ni siquiera pregunte si querías otra cosa. —El chico se sienta a mi lado entregándome una cerveza.



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En el texto hay: angelescaidos, fantacia, romance

Editado: 15.01.2024

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