Immundus

Doce

—12—

 

c

—No los soporto. —Beatrix gruñe sentada frente a mí.

Sigo su mirada hasta al grupo de Immundus sentados en una mesa.

—Han pasado desapercibidos, saben lo que les conviene. —Regreso la mirada a mi libreta.

—Su mera presencia desequilibra mi existencia —responde aun con la mirada en ellos.

—Que tu vida sea desequilibrada no tiene nada que ver con ellos, en todo caso, sería la culpa de tus atolondrados padres. —Elara masculla.

Enzo suelta una carcajada ganándose una mirada afilada de nuestra prima. Elara se encuentra a mi lado sin apartar la vista de su libreta.

—Ni si quiera estoy hablando contigo, ¿Por qué los defiendes tanto? ¿A caso te gusta ese chico con el que pasas las horas de estudio? ¿Lucas? Si, creo que es su nombre.

Habla con acidez. Mi mirada se queda en Elara, quien al escuchar lo último levanta su vista.

—Eso no es asunto tuyo —dice a la defensiva.

—¿Es verdad? —cuestiono con sorpresa. No me había dado cuenta de que Elara pasaba tiempo con el Immundus ese y no me agrada en lo absoluto.

—Solo fue un par de días ¿Estoy aquí ahora no? —contesta con simpleza.

—¿Por qué?

Estoy tratando de controlar mi temperamento, ella no debe socializar con ellos, con él. Al menos no de verdad.

—Porque es agradable y esta desorientado, solo trato de ser amable y ayudar. Algo que ustedes no pueden entender. —Elara me mira desafiante.

—No le debes nada a ese idiota, eres inteligente El, no me hagas pensar lo contrario.

Agrego con frialdad.

—No entiendo porque te molestas, Cael. ¿No fuiste tú el que los invito al pub?

Enzo agrega mirándome con los ojos entrecerrados.

—Si, pero no para amistar realmente con ellos. Supuse que era obvio.

—¿Entonces? ¿Cuál es tu gran plan? —indaga sarcástico.

—Yo puedo responder eso, pequeño Lorenzo.

Una voz juguetona se escucha a nuestra espalda.

—¡Hades! por fin alguien que habla mi idioma. —Beatrix exclama con una gran sonrisa.

El chico alto de cabello rojizo se sienta a lado de ella abrazándola cariñosamente.

—¿Tú tienes un plan? —Enzo lo mira con diversión.

—En efecto, Caelum y yo estuvimos intercambiando correos y textos sobre la mejor estrategia para deshacernos de los Immundus, puso a prueba dos maneras y me dio los resultados. La violencia e intimidación no parecen ser la mejor forma, al menos no siempre; sin embargo, al parecer fingir interés y amistad puede ser más efectivo. ¿No es así, Elara?

Hades explica con un brillo retador en sus ojos azules. Ella pone los ojos en blanco.

—¿Así que todo lo del sábado fue tu plan? —Enzo pregunta mirando entre Hades y yo.

Elara me mira con un poco de decepción. ¿De verdad pensaba que yo querría ser amable con los Immundus?

—Caelum se lleva el crédito por eso.

Hades sonríe con orgullo.

—Gracias, pero sé que tu hubieras pensado igual. —Sonrío satisfecho.

—Eres tan astuto como tu padre. —Hades comienza a decir—. Ahora solo debemos juntar a todos y explicarlo. ¿Qué tal hoy a la media noche? En las mazmorras.

—Yo corro la voz.

Beatrix sonríe con malicia antes de alejarse de la mesa.

—Hasta la noche. —Hades se despide con un guiño.

—Es un idiota.

Elara escupe con molestia.

—Cuida tus palabras —advierto con calma.

—¡Elara!

La voz de Helena se escucha desde la entrada de la sala de estudio. Veo como mi prima camina apresurada con un montón de bolsas en los brazos.

—No puede ser. —Enzo susurra con pesadez.

—No seas un idiota con tu hermana, Lorenzo. —Elara lo reprende—. Ambos deberían prepararse para el Aureum.

—Iras conmigo, es todo lo que necesito saber. —La miro con una sonrisa cómplice.

—No he recibido tu invitación —responde burlona.

Ella se pone de pie y se acerca a mi prima ayudándola con unas cuantas bolsas.

—¿Es necesario invitar a alguien? —Enzo se queja mientras ambos guardamos nuestras cosas.

—La tía Elena apreciaría eso ¿no crees?

Enzo y yo caminamos fuera de la sala hacia nuestro dormitorio.

—Tal vez, pero si mi madre me conoce, sabrá que las citas no son lo mío.

—Deberías darle el gusto por una vez, lo merece —sugiero.

Escucho a Enzo suspirar a mi lado. Los bailes son parte de nuestra cultura, claro que los mundanos los habían adoptado a su vulgar manera y creían que nuestros bailes frívolos y elegantes solo eran parte de la aristocracia y monarquías. Había tenido lecciones de baile clásico desde los cinco años hasta los once, esclarecedor, pero un poco tedioso. Sin embargo, lo agradezco, al menos sabía qué hacer y cumplir la tarea.



#9864 en Novela romántica
#4247 en Fantasía

En el texto hay: angelescaidos, fantacia, romance

Editado: 15.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.