Immundus

Veintitrés

—23—

 

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Mamá se acerca a la mesa donde tengo cuadernos y hojas regadas, odio las matemáticas, pero papá dice que debo aprenderlas para poder ser una doctora como él.  Así que mis tutorías eran necesarias, incluso durante el verano.

—¿Cómo vas con eso, cariño? —pregunta acomodando su mandil marrón.

—A la mitad —mascullo.

Ella acaricia mi cabeza y se retira a la caja. La cafetería no está llena, pero hay algunas personas. La sensación de ser observada hace que levante mi vista del cuaderno cuadriculado. Un chico de cabello rubio y ojos grises vestido de traje negro me observa desde una mesa al otro a lado del lugar. Su cabello cae lacio sobre su frente, su semblante es gris, pero sus ojos lucen tristes y curiosos. Una combinación extraña. Parece darse cuenta de que lo he atrapado mirándome porque se sonroja y quita sus ojos de los míos. El chico se levanta con elegancia de la mesa y se apresura a la salida, lo sigo con la mirada, él se gira hacia mí y yo le regalo una pequeña sonrisa, la cual es respondida con una mirada de desagrado. Frunzo el ceño con confusión viéndolo alejarse.

—¿Qué miras, cariño? —Mamá está a mi lado mirando hacia donde yo veo.

—Al chico de traje.

Contesto regresando mi vista al cuaderno.

—Extraño ¿no? —bromea.

Asiento recordando sus ojos grises.

 

—¡Sienna! —Una mano sobre mi brazo me despierta de golpe.

Miro a todos lados desconcertada. La rubia mirándome desde arriba con urgencia me hace terminar de abrir los ojos siendo consciente del extraño sueño que tuve.

—¿Qué pasa? —pregunto tallando mis ojos y sentándome sobre la cama.

Tara lleva puesto un vestido, medias y un abrigo. ¿Tan temprano?

—Ya son pasadas de las siete, he intentado despertarte desde las seis —informa acercándose a su tocador y colocándose perfume.

—¡Carajo! —exclamo poniéndome de pie de un salto para lavar mi cara y dientes apresuradamente. Creo que me bañaría hasta después de la clase de Gladio, la cual por fin aprovecharía.

—Ya he elegido tu atuendo. —Tara señala la ropa sobre su cama. Jeans, camisa blanca y un abrigo de pana color café. Bendita sea Tara y su manía por vestirme.

—Gracias —digo terminado de secar mi cara y colocando crema humectante.

—Me apetece desayunar, así que solo esta vez no voy a esperarte —anuncia con severidad en su voz—. No me gusta caminar sola, Sienna. Lo sabes.

Sonrío en forma de disculpa y ella niega con la cabeza saliendo del dormitorio. Me visto deprisa y tomo mi mochila metiendo todo lo necesario. Recuerdo mi ensayo y pierdo algo de tiempo para encontrarlo. Cuando salgo de la habitación ya faltan quince minutos para las ocho, así que tendré que desayunar algo ligero y rápido.

 

Me adentro al comedor con prisa sentándome con mis amigos, quienes se burlan de mí retraso. Alcanzo a tomar un café y un poco de fruta. El reloj avisa que las clases están por iniciar, así que todos nos vamos a la academia.

—¿Cómo te fue ayer con Elara? —pregunto caminado a lado de Lucas.

—Bien. —Sonríe como bobo—. Estamos conociéndonos y yendo lento. Yo la bese esta vez.

Mi mente proyecta cuando los mire en el pueblo luego del problema con Acrux y Becca, también recuerdo ver la expresión extraña de Caelum al verlos también. No estaba contento. No puedo evitar pensar que a él le gusta, y no lo culpo, Elara es hermosa en todos los sentidos, la chica perfecta. Siento la inseguridad tratar de dominarme.

—Hacen una linda pareja. —Valentina manifiesta con un ademan feliz.

—Gracias, Val. —Sonríe—. ¿Hades y tú?

—Somos amigos —responde sonrojada.

El recuerdo de hace un par de semanas en el pasillo de los vestidores me hace reprimir una carcajada. Ella puede ser muy recatada.

—¿Qué hay de tu príncipe de las tinieblas? —Lucas había decidido que ese sería su apodo para Caelum. Ni yo le tenía uno.

—Es complicado —contesto con un suspiro mirando al chico en cuestión, el cual camina delante de nosotros a lado de sus primos y Francis.

—Oye, Brad ¿podemos hablar unos minutos?

Helena pregunta con cautela deteniéndose frente a Brad. Este le dedica una mirada sería antes de responder.

—Tenemos clase. —La rodea dejándola de píe con semblante triste.

—Dale tiempo. —Lucas dice alentador.

Ella asiente con una sonrisa fingida alejándose con rapidez.

—Tuvo una semana para pensar —murmuro—. Creo que ha tomado una decisión.

—Pero no la ha dejado explicarse. —Val dice con pena.

—¿Qué le va a explicar? —refuto—. Se metió con Félix, listo.



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En el texto hay: angelescaidos, fantacia, romance

Editado: 15.01.2024

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