Immundus

Veinticinco

—25—

 

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Convencer a Becca de que las cosas de la sociedad carecen de importancia, pero que nosotros nos lo tomamos en serio, fue más fácil de lo que creí. Un chofer de los Hannover, que no era Freddy, dejo a Becca en su casa donde nos despedimos y quedamos de vernos pronto; luego fue a dejarme a mí.

Mi molestia con mi familia es tan grande que en cuanto llego a altas horas de la madrugada, decido que haber venido aquí solo valió la pena por mi mejor amiga y el descubrimiento en casa de Enzo y Helena, así que recojo mis pertenencias y decido que en la mañana regresaría a Castelton. Puede que este siendo orgullosa e impulsiva, pero no importa.

Dormí apenas cuatro horas, me ducho y arreglo con rapidez. Una vez en la primera planta, veo la hora en la sala principal. 07:16 am. Tomo una botella de agua y una manzana para comer en el camino a la estación del metro. Saco una hoja de uno de los cajones de la cocina y les dejo una nota corta y educada de despedida a mis padres. Creen que soy la peor, seré la peor; Salgo de la casa cerrando la puerta con cuidado y alejándome de la casa con mi pequeña maleta y bolsa en mano. Camino hasta la Estación de metro de Baker Street a unos quince minutos de mi casa, subo en un vagón y en cinco minutos llego a la estación de metro en King's Cross St. Pancras, donde bajo y salgo dirigiéndome hasta la estación St. Pancras y ahí compro el boleto que me llevara hasta Sheffield. El viaje de poco más de dos horas en tren fue relajante, el vagón en el que iba solo estaba ocupado por una familia con niños sorprendentemente tranquilos.

Una vez en Sheffield, busco una estación de autobuses que me lleve a Castelton, espero alrededor de diez minutos siguiendo las indicaciones de un policía de tránsito; está lloviznando un poco y el frío incrementaba, pero es soportable.  Y después de casi una hora en autobús llego al centro del pueblo de Castelton, decido llamar a Val pidiéndole de favor que envié a alguien por mí.

Casi veinte minutos después, un automóvil de Balteum se para frente a mí en el pequeño café donde estoy comiendo un pastelillo y café caliente.

—¿Te esperamos? —Tara bromea en el asiento del copiloto. Ella y Marcus habían venido por mí. Mi cariño por la pequeña rubia está floreciendo y por su novio también.

—Que gusto verte también —hablo sarcástica y le dedico un pequeño gracias a Marcus.

—Val quería venir, pero Elara y Francis la estaban obligando a jugar tenis con ellos.

—¿Y los demás?

Pregunto cuando el auto comienza a andar.

—Lucas está jugando con ellos también, Brad está en la biblioteca haciendo tarea, y Félix está aquí en el pueblo con otros chicos.

Marcus comenta con la vista en el camino.

—Pensé que regresarías en la noche con los Hannover. —Tara dice extrañada.

—Las cosas en mi casa están tensas y quise venir antes.

Me limito a decir. Ambos asienten considerados.

—¿Estas bien? —La rubia pregunta con preocupación.

—Si, aunque el viaje me canso.

—Es mejor llegar en auto al pueblo. —Marcus añade.

Asiento con una sonrisa y me dedico a mirar el camino verde hasta llegar al instituto mientras tomo lo que queda de mi café. Cuando llegamos, ya es pasado de mediodía.

—Te ayudo. —Marcus toma mi maleta.

—Gracias, de nuevo.

El chico me sonríe y camina frente a nosotras. Tara y Marcus me cuentan de como Elara forzó a Val a jugar tenis después que la última dijera que le parece aburrido. No puedo evitar reír al imaginarme a una Val mortificada. Una vez en nuestro dormitorio, me dedico a desempacar mi pequeño equipaje.

—¿Quieres que te esperemos para ir a almorzar?

La rubia pregunta colocándose más perfume. Marcus esta recargado en la puerta.

—Adelántense, quiero cambiarme de ropa.

Ambos asienten y salen de la habitación. Me cambio a pantalones de chándal negros y una sudadera azul cielo. Tomo mi teléfono y marco el número de Enzo. Olvide avisarle que no vendría con ellos.

—Estaba por llamarte para decirte que partiremos a las cinco para llegar durante la cena a Balteum.

Anuncia la voz gruesa y tranquila de Enzo. Parece estar moviendo cosas.

—Regrese a Balteum por la mañana, de hecho, hace unos minutos que llegue al instituto.

—Entiendo —dice con cautela—. ¿Por qué?

—No quería estar en casa, así que preferí volver al instituto y tener tiempo para pensar en el camino.

—Pudiste llamarnos, podrías haber venido a mi casa hasta que nos fuéramos.

Añade con naturalidad.

—Ya estoy aquí. —Río—. Pero gracias, Enzo.

—No es problema. —Lo escucho reír—. Nos vemos en la noche, puedes ir contándole todo a Brad ¿no? Así en cuanto lleguemos decidimos que hacer.

—Claro —respondo—. Los veo en la noche.



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En el texto hay: angelescaidos, fantacia, romance

Editado: 15.01.2024

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