Imperfectamente Perfecta.

Capitulo 1.

Un año después... 

 

Cada día era peor, no solo en ese Infierno que se hace llamar secundaria. Si no también en mi casa. Siempre que ponía un pie allí lo primero que oía eran los insultos de mi madre, las ordenes de mi hermana, las criticas (supuesta mente para verme mejor), "llegó la gorda", "¿que hiciste?, yo veo todo igual", "nunca haces nada, te la pasas todo el día encerrada en tu habitación". 

Sumemos a todo esto: Mi padre no me podía defender, los insultos en la secundaria, las humillación que día a día tengo que vivir por ser gordita, baje de peso en este ultimo año.

No quiero ni salir de mi cuarto. Lo único que veo son chicas con cuerpos perfectos, con vida social, con las notas más altas. 

Estoy harta de mí misma, lo que hago es compararme con cada una de ellas. Cada rato deseando ser otra persona que no sea yo. Y sé que no es sano tener este habito, pero creo que todos alguna vez tuvieron este tipo de pensamiento. 

Aparte de todo, pienso mucho en el que dirán de personas que ni siquiera conozco.

Quisiera tener...quisiera tener. Es todo lo que pasa en mi mente todo el tiempo. Los celos me están llevando a la perdición. El bullying, las comparaciones, los celos; todo esto me esta matando por dentro.

Sobre el bullying... he estado sufriendo desde los trece, aunque haya pasado solo un año, parece que lo estuviera viviendo por siglos. Lo he hablado con mi madre, pero ella no me hace caso. Mi padre volvió a trabajar tiempo completo y se la pasa de viaje. Y aquí estoy con mi ultima opción, decirle a la coordinadora del tercer año.

Toque un poco la puerta, y esta se abrió. Me acerque al escritorio mientras ella se sentaba detrás en un banquito.

—Buenos días.— Salude con amabilidad.

—Buenos días...¿señorita?.

—Alisson, de la sección "B".

—Buenos días Alisson.—Se corrigió así misma.— Y dime, ¿a que se debe tu visita a la coordinación?

—Oh, sí... ehm... bueno quisiera hacer una denuncia.— Agache mi cabeza un poco.

—Cuéntame, ¿algún robo?. O algo parecido.

—No...ejem.— Hice una pausa —Es sobre el bullying.

—Oh.

—Vengo a hacer una denuncia, por bullying. Desde el año pasado quiero hacerla... pero la verdad es que tenía miedo...de... que aumentara más después. 

—¿Y quienes son tus o tú acosador?

—Pues son... unos chicas de cuarto... el año pasado estaban en tercero.

—¿Entonces son mayores que tú?.— Enarco una ceja.

—Sí

—¿Y tienes algún testigo o evidencia?

—¿Eh?.— Fruncí el ceño al captar a lo que se refirió.

—Coordinadora, es un caso de bullying... no...casi siempre los acosadores niegan todo... y pues mírame... soy un blanco fácil para las burlas.— Sentí como lagrimas inundaban mis ojos, pero pestañee varias veces  tratando de alejarlas.

—Lo sé, señorita. Pero no se puede acusar a alguien sin tener pruebas.

—Pero... estoy yo... que los he soportado por un año...¿no es eso suficiente?

—Señorita, si vuelve a ocurrir...— La interrumpí.

—Tranquila...no la vuelvo a molestar.— Mi voz se quebró —Buen día.

Ya se me habían agotado las opciones, y la verdad no me apetece estar rogando para que hagan algo al respecto. Nadie me escucha. Ni mi familia, ni aquí.

En este momento quisiera que no me importara lo que me pasa, que ni siquiera notara cuando me miran con asco, cuando me insultan. Quisiera desaparecer de la faz de la tierra.

Pero no puedo, ahora solo me toca soportar cada cosa, que poco a poco me van destruyendo.

***

Ya estaba en el autobús, devuelta a mi casa. El día paso muy lento, cuando más deseaba que se terminara. Las chicas perfectas se habían enterado que fui a hablar con la coordinadora, y hoy puede que haya sido el peor día que haya estado con la secundaria. Ya no podía soportarlos, y nada más pensar que cuando llegue a casa me esperan con las mismas.

Miraba por la ventana, cuando siento que un papel choca con mi cabeza.

—Oye.— Me tocaron el hombro —¿Hoy te comiste el almuerzo de todos?

—O te llenaste muy rápido.— Siguió la otra.

Todos los que iban atrás empezaron a reírse.

—Shhh, cállense. ¿No ven que la gorda no tiene sentido del humor?.— Ironizo el chico que supongo que es el novio de la rubia, peliteñida.

Y no lo hizo con intención de detener los insultos. El autobús se detuvo al principio de mi calle, por un momento me sentí aliviada. Por una parte porque ya era viernes y la otra pues porque ya  me bajaba de ahí.

Llegue lo más rápido y lo primero que me encuentro es un escenario, con: Mi madre gritando, y llorando, mi padre discutiendo porque le tiraba la ropa en la cara. 

Oh no.

—...Aquí esta.—Mi mamá le tiro una maleta a los pies— Ahora si te puedes ir feliz detrás del culo de esa perra.

Abrí mucho mis ojos, no podía ser cierto. Cómo pude ser tan ciega, todas esas veces que no llegaba a dormir, mi mamá emborrachándose cada rato. Las discusiones...

—María, no hagas esto enfrente de la niña.— Mi padre se dio cuenta de mi presencia, pero eso no la detuvo.

—Esta.— Me señalo y se tambaleo un poco, sí, esta borracha.— Es una estúpida, que no sirve para nada.

Sentí que me bajaba un lagrima por la mejilla, y otras más le seguían el camino.

Mi padre me miro y se voltio furioso hacia ella.

—Te recuerdo que también es mi hija, y la única porque Leslie no es mía. Me dices que soy el infiel, pero no te miras a un espejo...— No seguí ahí, me subí de una vez a mi habitación.

Me encerré, y me desahogue tirando todas mis cosas, no me importa que después me gritaran que los recoja solo quiero sacar esa rabia, decepción, dolor de mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.