Nara
Nunca tuve una oportunidad de negarme a su propuesta. No cuando mi cuerpo vibraba en su presencia. Él había admitido abiertamente que se sentía atraído hacia mí y era mutuo. Yo no era ingenua. Quería ver hasta dónde nos llevaba este juego. Tal vez me consumiría y me destruiría. No lo sabía con exactitud, pero me arriesgaría. Estaba cansada de correr o esconderme.
Quería vivir.
Quería sentirme libre.
Gian era el indicado para sacarme de mi zona de confort.
—¿Puedes decirme cuáles son esas cláusulas que mencionaste? —preguntó descansando la barbilla en una mano.
Ok. Ahora me sentía un poco tonta, pero necesitaba mantenerme firme con esto. No sería su tapadera ni un accesorio más como habían mencionado Bettina y Lorena. Yo no quería ser un simple juguete.
—Quiero el doble —respondí con seriedad—. Supongo que ser tu novia por contrato no es algo que tomarse a la ligera. Implicará muchas responsabilidades para mantener las apariencias y hacerlo creíble frente a tu padre.
Podía ver como su sonrisa se ensanchaba a pesar de la poca iluminación en su despacho. Las únicas luces brillantes eran el de los edificios frente a nosotros.
—Tienes razón. Te necesito a mi entera disposición. Iremos juntos a varios eventos y es esencial conservar una imagen intachable. Mi padre quería a un hombre tradicional y le daré el gusto.
—¿Cuál es el significado de hombre tradicional en tu diccionario?
Resopló una carcajada.
—Una vida sin excesos de vicios. Mi pasado es... complicado —explicó y bajó la voz—. Yo no era el mismo hombre que ves ahora. Hice estupideces de las cuales me arrepiento y mi padre no confía en mí.
Entonces las chismosas de la empresa tenían razón.
—¿Crees que puedo ayudarte con las apariencias?
—Claro que sí—afirmó—. Fuiste criada con principios y valores. Te miro y veo a una buena chica. Nada dudará ni por un segundo que hayas cambiado a la bestia.
—No pensé que te importara tanto la opinión de los demás.
—Mi padre es un imbécil, pero tiene un punto. Los conservadores siempre salen beneficiados y es la imagen que necesito mostrarle al mundo por el bien de mis negocios —Se levantó de nuevo y caminó hasta detenerse frente a los enormes ventanales con vistas a la ciudad. Se veía tan poderoso —. También me ayudará para que las arpías como Mercedes me dejen tranquilo. Estoy aburrido de que planeen una boda a mis espaldas.
Nunca había estado en su posición, pero era muy probable que fuera expuesta a un matrimonio arreglado si vivía bajo las reglas de mi padre. Cato fue sometido a lo mismo cuando cumplió dieciséis años y lo habían prometido a la hija de un clan aliado. La punzada en mi corazón se hizo más fuerte y me pregunté cómo era su vida actualmente. ¿Era feliz? ¿Todavía era el mismo sanguinario que conocí una vez?
—Es importante que pongas de tu parte para que eso sea posible.
Gian me miró sobre su hombro.
—Haré cualquier cosa. Te daré el doble como pediste. Prometido —Me enfrentó con los brazos cruzados—. ¿Cuáles son las siguientes cláusulas?
—Sé discreto con tus conquistas. Nada de mujeres en mi presencia —Mi voz salió más brusca de lo que pretendía y me avergoncé porque sonaba como una verdadera novia celosa—. Si te acostarás con alguien más hazlo sin que medio mundo lo sepa...
Gian estuvo serio al principio y ahora lucía sumamente divertido.
—Bueno, al parecer estás al corriente de algunas cosas.
—Las personas murmuran.
—¿Cómo quiénes?
No iba a delatar a sus empleadas y correr el riesgo de que fueran despedidas.
—Internet no olvida—Me encogí de hombros—. No quiero llevar esto tan lejos. Las demostraciones de afecto en público no son necesarias para aparentar que una pareja está enamorada. Tomarnos de las manos y un par de sonrisas será suficiente. Nada de besos o toqueteos.
Gian ya no sonreía.
—No puedes prohibir los besos —dijo indignado.
—Se supone que esto es falso.
—Se supone que esto debe ser lo más real posible y los novios reales se besan y mucho—Tomó una respiración profunda y se enderezó en la silla—. Escucha, Nara. Mi padre es un hombre muy intuitivo. Se dará cuenta si no entregamos una buena actuación.
¿Cómo era posible que encontrara excusa a todo?
—De acuerdo. Sin lengua entonces.
Su carcajada resonó en la oscura oficina y se pellizcó el puente de la nariz. Podía sentir a mis mejillas arder. Era tan tonta.
—Bien. Te dije que lo haremos a tu manera. Mantendré quietas mis manos y mi lengua.
Aparté la mirada y lo escuché reír. Había fantaseado ser besada por él desde que nos conocimos. ¿Por qué imponía estas reglas ridículas? Nunca había pensado que nuestra relación se desarrollaría a través de una farsa. No era lo que esperaba. Si me besaba algún día quería que fuera lo más real posible.
—¿Y tú? —pregunté—. ¿No pondrás alguna cláusula?
—Claro —susurró. Su voz baja y grave—. Nada de chicos mientras esto dure. No me importa que sea falso, Nara. Me perteneces desde este momento y me aseguré de que todos lo sepan.
Inspiré bruscamente, sintiendo de repente que esto no era un simple acuerdo. Sonaba posesivo.
—No te preocupes—musité—. Las relaciones son el menor de mis intereses justo ahora.
—¿Demasiadas decepciones?
—Mi nonno dio algunos detalles la noche anterior.
—El idiota casado que te rompió el corazón—asumió.
La vergüenza retorció mi estómago.
—Yo era ingenua y me dejé impresionar. Él era atento conmigo, me hizo sentir especial —Jugueteé con las manos en mi regazo—. Estaba ciega e ignoré las señales que me alertaban lo nefasto que era. Ni siquiera lo creería si no lo hubiera visto—Me concentré en las luces de la ciudad—. Me dejó en ridículo el día que lo descubrí con su esposa. Se veían tan enamorados. Fue ahí cuando comprendí por qué nuestros encuentros en su mayoría eran en lugares dónde no había público. Me mantuvo como su sucio secreto.