Impetu Amoroso

Capítulo vigésimo cuarto

Capítulo vigésima cuarto

—No puedo.

—¿No se tranquilizó tu madre al conocer a mi familia?

—Les ha encantado muy bien todos. Pero mamá tiene sus razones. —Miré por la ventana—. Víctor, háblame de Robert. ¿Es cierto que se enamora de todas las chicas que conoce?

—Solo de las guapas.

—Tu hermana Sarah dijo que tenían caras y cuerpos perfectos.

—Esa ha sido su historia hasta ahora.

—¿Y nunca ha sido realmente serio con ninguna?

—Nunca ha tenido tiempo para serlo. Antes de que pudiera tomarse en serio a una chica, aparecía la siguiente.

—Por eso estás tan convencido de que Sally debió de recurrir a la astucia y la corrupción.

Víctor esperó un momento antes de responder.

—Eso es lo que pensé —admitió.

—¿Es vacilación lo que detecto en tu voz?

Mi marido se volvió hacia mí, con una sonrisa en los ojos. —No puedo.

—¿No se tranquilizó tu madre al conocer a la familia?

—Le caían muy bien todos. Pero mamá tiene sus razones. —Tracy miró por la ventana—. Ryan, háblame de Derrick. ¿Es cierto que se enamora de todas las chicas que conoce?

—Solo de las guapas.

—Patsy dijo que tenía caras y cuerpos perfectos.

—Esa ha sido su historia hasta ahora.

—¿Y nunca ha sido realmente serio con ninguna?

—Nunca ha tenido tiempo para serlo. Antes de que pudiera tomarse en serio a una chica, aparecía la siguiente.

—Por eso estás tan convencido de que Sally debió de recurrir a la astucia y la corrupción.

Víctor esperó un momento antes de responder.

—Eso es lo que pensé —admitió.

—¿Es vacilación lo que detecto en tu voz?

Mi marido se volvió hacia mí, con una sonrisa en los ojos.

—Las mujeres no son las únicas que pueden cambiar de opinión, querida. He empezado a preguntarme si Sally es como tú, porque si lo es, eso podría explicar el comportamiento tan inusual de mi hermano.

Contuve la respiración. Dos días de matrimonio. Dos días perfectos de amor, risas, compartir y charlar. Y Víctor seguía sin decir que me amaba. ¿Me lo diría ahora?

Pero como se había quedado callado. Volví a preguntar.

—¿Es verdad que Robert es un Casanova?

Victor rió.

—Pero no es un mal tipo. De hecho, le tengo mucho cariño a mi hermano menor.

¿Y por qué no? Robert, al parecer, tenía carisma de sobra. Pero cada vez parecía no ser el hombre adecuado para mi hermana. Su matrimonio no duraría. Menos mal que iba tras ellos, aunque sus razones para hacerlo fueran diferentes a las de nuestra madre.

***

—¡Erika!

El rostro de mi hermana Sally era la viva imagen del asombro cuando el coche se detuvo frente a la cabaña de la playa y me vio salir de él

—¿Cómo demonios me encontraste? ¿Has estado en Watamu? No sabía que conocías a Víctor. Las palabras salieron de sus labios como ráfagas entre asombro y alegría.

Acorté los escasos pasos que me nos separaban y la abrasé.

—Hay muchas cosas que no sabes. Victor y yo estamos casados'.

—¡Casados!, —gritó Allison. —¿Cuándo?

—Hace dos días.

—¡No me lo puedo creer! ¡Es increíble! Es decir, no tenía ni idea de que se conocieran. —Sally miró a Víctor. —Y pensé que Robert y yo estamos locos.

Víctor y yo intercambiamos miradas irónicas, que se dirigieron a Sally mientras ella continuaba: —Tengo que llamar a Robert estoy tan emocionada como tu.

Extendí una la mano para detenerla.

—Sally espera

Pero ella ya se había ido. Una figura esbelta, bonita y bronceada, de un moreno intenso después de días bajo el sol. La miré con tristeza y me giré hacia Víctor —¿Viste sus ojos?

—Tan verdes como los tuyos.

—Está radiante, —dije en voz baja. —Nunca la había visto así. Está enamorada de tu hermano.

—Quizás, —dijo Víctor lentamente, —deberías dejarlos ser.

Lo miré fijamente.

—Dijiste lo mismo en el coche. Pero hace un rato, tu actitud era muy diferente.

—Te dije que había cambiado de opinión. Creo que me gusta tu hermana pequeña.

Obviamente, mi maridito no entendía que no era Sally, sino Derrick, quien me preocupaba, y buscaba una forma discreta de decirlo. Pero quedo en tan solo un pensamiento, cuando vi a Sally y un joven salieron de la mano de la cabaña.

—¡Víctor! —Robert le dio una palmada en el hombro a su hermano, encantado—. Sally dice que estás casado. ¿Está bromeando?

—No lo está —sonrió—. Permíteme presentarte a mi mujer.

En cierto modo, comprendí al instante que Robert era una versión más joven de su hermano. Mucho más joven, pues si Víctor rondaba los treinta, Robert no podía tener más de veintitrés.

Los mismos ojos y cabello oscuros, la misma figura alta y esbelta, las cejas desplegadas. La misma sexualidad potente. Pero ahí terminaba el parecido. A primera vista, Robert parecía carecer de la fuerza, la autoridad y el poder que su hermano poseía en abundancia.

Quizás lo estaba juzgando injustamente, me reproché; quizás era solo su juventud la que lo ponía en desventaja. Y, sin embargo, tenía la sensación de que incluso diez años antes, Víctor habría sido la persona tan maravillosa que era hoy.

Los ojos de Robert brillaron al recorrerme de pies a cabeza en un estudio completamente masculino y evaluador. No intentaba ocultar ni su interés ni su admiración.

—Muy bien—, dijo, alzando la mirada una vez más hacia mi rostro. —Muy bien, de hecho, mi hermano se ha pasado toda la vida evitando el matrimonio, entiendo cómo lo habrías hecho pensar de otra manera.

No pude evitar reír.

—Entonces, tú y tu hermano tienen cosas en común. Víctor también ve a la mujer en el papel de seductora.

—¿Lo ve ahora? —Hubo un brillo en los ojos de Robert cuando se volvió hacia Víctor. —¿Marilyn fue a la boda?

—Hubo muchos invitados a la boda—, fue la respuesta abrupta.

—La abuela debió de disfrutarlo. Y... Habrá otra boda que espero con ilusión muy pronto. Y eso me recuerda. —Robert se volvió hacia mí. —Debo de darle la bienvenida a mi nueva hermana a la familia.




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