Imposible Olvidar

CINCO

No condujo en dirección a mi casa o a la casa de los trece. Condujo en dirección este, por más de dos horas, entre las calles y el tráfico. Llegamos a una zona de casa exclusivas, con terrenos inmensos, llenos de árboles, una mezcla de urbanidad y naturaleza. La puerta de una de esas propiedades se abrió y él entro con el auto, manejaba con una gran confianza. Estaciono el coche frente a la puerta de la casa.

 

Me gustaba el estilo tudor de esta, pero en un tamaño más normal, no era de esas mansiones inmensas. Llena de naturaleza, fuentes, y luces, le daban un aspecto muy romántico.

 

—Es la casa de mi abuelo, odia las mansiones, pero ama los jardines.

—Es perfecta.

—Gracias, sígueme.

 

En casa de su abuelo nos recibió su tío, una versión de él un poco diferente y un par de años más grande, además de que este vestía de azul.

 

—¡Mocoso! ¿Qué haces aquí? ¿No estabas en una cita?

—Ella, tío Max, te presento a Beatrix Wook.

 

Su tío me ofreció la mejor de sus sonrisas, cálida y honesta.

 

—Un placer, soy Maximiliano segundo Valle.

—¿Segundo de nombre o eres el segundo Maximiliano?

—Chica lista, soy el segundo, el primero es el abuelo Maxi.

—Mucho gusto.

—Pero pasen, estamos preparando la cena.

—¿El abuelo está aquí?

—Si, y Carlos.

 

Raziel tomo mi mano, y me hizo caminar con él y su tío en dirección a la cocina. Allí un hombre como de 70 estaba cortando finos trozos de Salmon y un niño de unos 6 años le hacía compañía.

 

—¡Primo! —el pequeño se lanzó a los brazos de Raziel.

—Carlitos, estas enorme.

—Estoy creciendo primo, ya se me cayeron dos dientes... ¡Mira!

 

Los dos rieron, Raziel le dio unas cuantas vueltas a su pequeño primo.

 

—Abuelo, ella es Beatrix, amiga de Raziel.

 

El hombre levanto la cabeza, parecía que en esta familia se había clonado, los cuatro hombres frente a mi eran casi idénticos.

 

—Bienvenida, soy Maximiliano, puedes llamarme Maxi.

—Un placer Maxi.

—Él es mi nieto Carlos.

—Mucho gusto Carlos —le tendí la mano al pequeño.

 

Tomo mi mano examinándome, no me gusta que la gente lo haga, de un niño es aún más incómodo, no tiene filtro entre su cerebro y su boca.

 

—Si, me gustas para mi primo.

 

Su respuesta nos hizo reír a todo, pero me hizo sentir una punzada de tristeza.

 

—Estamos preparando la cena, después tendremos una cesión de cine, ¿Te quedas, pequeña Beatrix? —me interrogo Maxi.

—Claro que sí, gracias.

 

Preparamos rollos de arroz con salmón, aguacate, zanahoria, y otras verduras. Fue agradable el cocinar con ellos, las anécdotas que compartieron conmigo. Sus locas ideas para organizar un viaje en familia, en el que me incluían. Allí me enteré que la abuela de Raziel había muerto hacia cuatro años, su tío Max se había divorciado hacia a cinco y compartía la custodia con su ex—esposa. Por ello esa noche su hijo Carlos estaba en casa, era un niño muy agradable.

 

Ellos eran los últimos miembros de la familia Valle, hubo más tíos e hijos, pero fallecieron en un trágico accidente. Ahora entendía mucho de la rudeza y seriedad de ese hombre, nadie podría soportar tantas perdidas y seguir tan cuerdo. Me disculpe para ir al baño, Raziel me escolto, como buen anfitrión.

 

—Beatrix.

—Dime.

—No olvides lo que te pedí.

 

Tuve que fingir que no sabía a qué se refería.

 

—¿De qué hablas?

—No te enamores.

—Ah, eso… veré que puedo hacer.

 

Entre al baño y cerré la puerta, encendí mi teléfono. Ni mensajes, ni llamadas. Lo cual fue un gran alivio. Entonces entro una llamada, AM.

 

—Hola Aaron.

—Nena, te invito a cenar.

—Hoy no puedo, estoy en una reunión familiar.

—Bien, debí llamar antes.



#23182 en Novela romántica

En el texto hay: traicion, romance, drama

Editado: 25.08.2021

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