Imposible Olvidar

SIETE

Domingo por la mañana, las cosas parecían tan extrañas. En realidad, me gustaba una persona y estaba dándole oportunidad a otra, esta otra nunca me había rechazado, eso parecía hacer lo correcto, pero me hacía sentir miserable. Desconecte mi computadora, apague el celular, desconecta el teléfono del departamento. Me aseguré de estar incomunicada.

 

Cerca de las cuatro de la tarde un timbre de mi departamento sonó, lo cual me desconcertó. Por lo regular Cata pasaba de la recepción y subía hasta mi casa. Entonces recordé que no era Cata, tenía que trabajar con mi compañero. Tome el intercomunicador y me comunique con la recepción, el mismo anciano gruñón de siempre me respondió.

 

—Buena tarde señorita Wook.

—Buena tarde Ulises, ¿Qué se te ofrece?

—El señor Valle dice que va a reunirse con usted, ¿Le permito pasar?

—Si, y anótalo en la bitácora, sus visitas serán continuas es mi compañero de proyecto, gracias Ulises.

—De acuerdo señorita.

 

Iba a correr a cambiarme de ropa, pero recordé que no era necesario, esta no era una cita… desilusionada comencé a preparar la mesa para trabajar. Hasta que un toque en la puerta me indico que había llegado, me debatía entre ir a cambiarme o abrir.

 

—Hola.

—Hola Beatrix.

—Pasa.

 

Vestía como siempre que se dirigían al curso, incluida la mochila.

 

—Siento que a tu departamento le hace falta algo.

—Paredes más oscuras, un sofá de cuero, un sistema de entretenimiento y algunas otras cosas.

—Algo así.

—Me asegurare de darle un toque más yo.

 

La puerta se cerró con un clic, nos dirigimos a la mesa. Donde había colocado botanas, bebidas y libros además de algunas libretas, mi laptop y lápices. El saco las cosas de su mochila y en silencio las acomodo en la mesa, me pareció que los dos estábamos igual de nerviosos.

 

—¿Qué idea tienes para el proyecto?

—Pensaba en que desarrolláramos alguna de las ideas para la cadena de restaurantes de tu familia, mis proyectos son más para zona rural.

—¿No quieres decirme de que tratan? ¿Temes que te los robe?

—No, solo son proyectos ya existentes, lo que necesito de la fundación son los contactos.

—Bien, entonces hagámosle cambios a mi restaurante… tramposa.

 

Comenzamos a trabajar haciendo anotaciones de ideas que se nos ocurrían, yo estaba temerosa de que hiciera preguntas de ¿Qué dice en la página veinte, párrafo tres, línea dos? O ¿Te apuesto a que no recuerdas la página once entera?... Para mi sorpresa no lo hizo, me entregaba los libros y él tomaba otro, solo me decía: busca algo sobre termo energías.

 

Me agrado que ignorara mi memoria eidética, eso me gustaba mucho. Hicimos una pausa para comer algo, y refrescarnos un poco.

 

—Niña, ¿Puedo preguntar algo extraño?

—Si —respondí dudosa.

—Como antecedente, mi primo Héctor tenía memoria eidética y estaba en una escuela especializada para genios, así que conocí a muchos. ¿Por qué tú no eres así?

—¿Así como?

—No te ofendas, pero… un tato autista, por decirlo de algún modo, analítica, carente de empatía.

 

Realmente no me ofendía, tenía una respuesta para ello.

 

—Gracias a mi madre.

—¿Gracias?

—Si, yo era así como dices, casi como un autista. Analizaba todo, cada aspecto de las cosas y las personas. Cuando cumplí seis le dijeron a mi madre que me anotara en secundaria, ella estaba horrorizada. Así que me dijo algo que en ese momento fue trascendental.

 

Me quede en silencio, no sabía si quería habla de ello.

 

—Te diría que lo dejes pasar, pero, de verdad necesito saber —me presiono Raziel, petición que hizo que mi corazón casi saliera de mi pecho.

—Me dijo: Le rogué a Dios embarazarme por años, pero, nunca esperé que me castigara de esta forma. Me envió un monstruo insensible que nunca se interesara en moda, en cosas de chicas… tu nunca podrás ser la hija que desee.

—¿Qué mierda tiene en la cabeza tu madre?

—No lo sé, pero… comencé a usar mascaras. Imitaba comportamientos de mis compañeras, de personajes de libros o películas. Hasta que encontré una máscara que se amoldaba a mí, después de un tiempo la máscara se volvió algo casi natural. Mi madre no me anoto en secundaria hasta que cumplí los diez, allí conocía mi mejor amiga Aba.



#23822 en Novela romántica

En el texto hay: traicion, romance, drama

Editado: 25.08.2021

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