CATORCE

Al llegar a mi departamento, me encontré a Eva y a Catalina esperándome en la entrada. Ambas se veían con cara de pocos amigos, supongo que Raziel no les dijo nada. Abrí la puerta en silencio y las deje entrar, suspiré preparándome para su ira.

—¿Saliste con Aaron? —me ataco Catalina.

—Si.

—¡¿Por qué?!

—¿Qué pasa con Raziel? —me interrogo Eva.

—Raziel está al tanto, tenía que terminar con el “enamoramiento” de Aaron por mí. No era sano que continuara teniendo citas con él, mientras salgo con otro.

—¿En serio? —interrogo Cata.

—Si, en serio.

—¡¿Por qué no me lo dijiste?!

—No podía notificarte frente a él, o ¿sí?

Ambas negaron con la cabeza, las tres sabíamos que tenía razón.

—Ya que estamos aquí, ¿podemos hacer una noche de películas?

—Mañana hay foro abierto, tengo que descansar. No, lo lamento. Lo dejaremos para el fin de semana, incluso pueden invitar a Raziel.

Me despedí de ellas, solo para sentarme en la mesa del comedor frente a mi ordenador. Tenía que hacer algo de trabajo si deseaba conseguir dinero para mis padres y, que me dejaran tranquila al menos ese mes. De otro modo estaba segura que mi madre estaría en mi puerta exigiendo dinero, y no podría hacer nada para devolverla sin nada.

Cerca de las nueve de la noche, el timbre de mi departamento me saco de mi trabajo. No esperaba a nadie, así que asumí era alguno de mis vecinos. Me dirigí a abrir la puerta, dándome cuenta de que ya tenía algo de hambre.

—No llamaste —me reprocho Raziel en cuanto abrí la puerta.

—Lo lamento, Eva y Cata literalmente me abordaron aquí afuera, tuve que correrlas y me puse a trabajar —le explique cediendo el paso para dejarlo entrar.

Se detuvo frente a mí en medio del umbral.

—¿Quieres ir a cenar?

—¿A dónde piensas invitarme?

—No lo sé, ¿Pizza?

—Ok.

Regrese a la mesa para apagar mi computadora, tomar mi bolso y las llaves. Fuimos a una pizzería que estaba algo retirada del edificio de la fundación, pedimos una pizza especial con mucho, mucho queso y carnes. Compramos algo de cervezas y, fuimos a cenar a un jardín botánico.

—¿Lista para el foro abierto?

—No, no me gusta ese tipo de exposiciones.

—Gallina.

—Sip, lo admito, soy una gallina.

Reímos por un rato, después de cenar decidimos caminar un rato por el jardín.

—Mi abuelo quiere que te lleve a casa a cenar el fin de semana, Carlitos está entusiasmado por otra noche de películas.

—Bien, me agrada la idea.

—Yo tenía pensado un fin de semana romántico, solo tu y yo.

—Ya están cerca las vacaciones de semana santa, podemos desaparecernos una semana entera.

—¿Segura?

—¿Tu no?

—Conejita, es mi más grande fantasía.

Me encantaba ese mote tan tierno, Raziel sin duda era una persona única. Regresamos a mi departamento cerca de la media noche, no fue quien lo propuso, si fue su “estoy muy cansado para manejar” o mi “es muy tarde para que manejes”, que nos hizo tomar la decisión de que dormiría en mi casa.

La semana transcurrió de forma casi normal, casi, porque Raziel salía un poco antes de que terminara el curso.  Argumentaba algunos problemas de su empresa, me prometía que me compensaría. Semana santa estaba a solo quince días, el fin de semana como les había prometido a las chicas, hicimos fin de películas.

Fueron maratones de películas tan geniales y largas como películas de serie B, tan patéticas que la sangre parecía aceite de motor. Para el domingo en la mañana me encontraba en un coma de películas, creo que tantas cosas me convirtieron el cerebro en sopa de lentejas.

Los chicos se fueron después de desayunar, estaba por sentarme a redactar un ensayo cuando mi celular comenzó a sonar con un tono en específico. Sentí que mi corazón latía tan fuerte que seguramente se saldría de mi pecho. Me obligue a serenarme y a responder, rogando al cielo que no fuera la noticia.

—¿Diga?

—Buen día señorita Wook.

—Buen día doctor Soto, ¿Cómo está mi padre?