Salgo de la habitación y me siento nuevamente en una silla en la sala de espera, cubro mi rostro con ambas manos no se que pensar mucho menos decir; jamás imagine que se tratará de algo así su cambio repentino. A pesar de mi enojo y dolor no voy a dejarla sola en estos momentos pienso estar a su lado más que nunca.
Observo la puerta y dudo en volver a entrar pero lo hago, ella tiene la vista fija hacia techo.
-no voy a dejarte sola, también me duele y no se que decir pero ...
-¿te duele? ¿a caso lo sientes?- inquiere fríamente sin mirarme
-deja de hablarme como si fuera el culpable, claro que me afecta- replico, las palabras no suenan contundentes como quisiera pero hablo muy en serio, mi corazón sangra, duele demasiado.
-la única culpable aquí soy yo, nunca tendría que haber viajado a este horrible lugar, nunca tendría que haber asistido a esa estupida fiesta y confrontar a Lucy por engañarte, nunca tuve que haber cambiado mi vida por ti- espeta. Trago en seco, no se que responder, quizás solo traje oscuridad a su vida. -jamas dejas de doler, aún siendo lo mejor en mi vida; estoy cansada ya no quiero sufrir más. Renuncio a ti, te dejo libre- vocifera
-no hablaras en serio- digo atónito
-entenderás que no es el momento ni el lugar para bromear, quiero que te vayas y me dejes sola... para siempre- finaliza segura
-deja de actuar como una niña caprichosa, somos adultos Sarah y asi no se resuelven las cosas. En cuanto te den el alta hablaremos en casa- aseguro
-¡vete!- grita -¡lárgate!- me acerco a ella intento tomar su mano pero la aparta bruscamente -que te vayas- suplica; me alejo y camino hacia la salida.
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-Eres el capitán debes dar el ejemplo, no puedo pasar por alto que llegues tarde y sobretodo no puedo permitir que estés ausente durante el entrenamiento, estás aquí pero tu mente no- me regaña Néstor -te conozco se que algo te ocurre pero sabes que los problemas se dejan afuera del estadio, del club si es necesario- asiento serio -ve y resuelve lo que tengas pendiente, mañana te quiero aquí ¿lo entiendes? ¡aqui! - da una palmada en mi hombro, me dirijo hacia el vestuario dispuesto a cambiarme de inmediato, vine a entrenar para distraerme pero solo ha sido una pérdida de tiempo, mi cabeza es un torbellino. Ya cambiado encamino a la salida, corro hasta mi auto. Necesito llegar cuanto antes, enciendo el motor y conduzco hacia la clínica, mis manos sudan como nunca antes. Aparco frente al gran edificio, camino hacia la entrada principal. En recepción pregunto por Sarah
-la señorita ha sido dada de alta- responde
-¡no puede ser! sabe ¿hace cuánto tiempo?- cuestiono desesperado
-hace un par de horas- doy la vuelta y salgo de alli, busco mi celular en el bolsillo del bolso de practica le marco un par de veces pero me envía buzón. Conduzco a casa y solo espero que ella esté allí.
Al llegar compruebo en cada habitación y espacio de nuestro hogar pero no la veo por ningún sitio, observo a Milo dormir plácidamente como es común, intento marcarle una vez más pero sigue apagado su aparato. No es como si no creyera sus palabras pero no esperaba que se alejara tan pronto de mi. Debi quedarme en la clínica todo el tiempo, pero el doctor ha sido muy claro me dijo que la tendrían en observación al menos veinticuatro horas. Le envió un mensaje a Emma si sabe algo de ella, a los pocos minutos responde que no han hablado, sin perder la oportunidad de hacer bromas agrega que debo colocarle un chips para no perderla, mi hermana es ajena a lo que estamos viviendo y prefiero que no lo sepa al menos por ahora.
Intento dormir un poco pero en cuanto cierro los ojos su imagen llega a mi y rompe mi corazón en mil pedazos ¿por qué la vida es tan injusta? ¿Por qué no podemos ser felices y ya? Me siento en la cama y observo la puerta fijamente deseo que se abra y ella entre como cada día, me pongo de pie y cojo su loción favorita la cual usa a diario, presiono el roseador sobre su almohada ¿Sarah donde estás? ¿Por qué haces esto? Debería estar abrazandote. Me acuesto y envuelvo entre mis brazo esa tela que al menos tiene su olor.
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Abro los ojos rápidamente a mi lado la cama sigue fría y vacía. Tomo mi celular intento llamarla pero me envía a buzón una vez más. Miro la hora , son las cuatro de la mañana ¿que hago? No puede desaparecer así, alguien debe saber donde está pero ¿quién?
La angustia aumenta a cada segundo, el poco sentido común dice que debo dejarla sola, quizás regrese, el amor que sentimos es muy real, pero a la vez, quiero buscarla. No puedo escribirle a mi hermana nuevamente; me levanto y empiezo a caminar de un lado a otro. Debo llamar a sus amigas, talvez Ingrid o Deborah sepan algo. Sin saber que hacer decido acostarme.
~Narra Sarah~
-¿Porque otra vez? ¿A caso no ha sido suficiente pasar por esto antes? Ya no puedo más, no quiero más dolor. Mis piernas están cansadas pero le resto importancia en cuanto veo su casa, toco el timbre y abre de inmediato al verme su rostro luce asombro y alegría a la vez me envuelve entre sus brazos pero ya no es como antes, no logran llenarme. Me siento vacía, oscura, pero ya no tengo lágrimas no puedo llorar por mucho que lo intente. Al separarnos me sonrie dulcemente y ni siquiera puedo responder a su gesto.