Impostora

6. Otra Dimension


—¿Que haremos con ella? —farfullo Mike. Joan puso los ojos en blanco y colocó una mano sobre el hombro de su amigo.

—Cálmate. Además no podemos hacerle daño a la chica, no sabemos si es culpable de algo o tan solo una inocente —concedió Joan mirándolos a los dos.

Seth llevó una mano a su cabello y lo revolvió con desespero. Asintió no muy convencido. Por otro lado Mike gruñó.

—No estoy de acuerdo. Si Seth comprobó que está usando un hechizo y que sólo puede ser obra de Axel, lo más probable es que sea una trampa.

—Los dos tienen razón en dos puntos. No podemos lastimarla porque no sabemos si es culpable del todo... Hay algo muy raro en todo esto y las tonterías que dijo no tienen cabida. Pero como dice Mike el hechizo solo pudo haberlo hecho Axel, debemos actuar con cautela.

Mike golpeó la puerta a sus espaldas con su pie.

—No sean demasiado livianos porque es una chica. Recuerden lo que sucedió con Anne, en el momento menos inesperado nos dio una patada en el trasero y se unió a el hijo de puta de Axel —rabio.

—Está bien, tendremos cautela. Joan haz lo posible por entrar a su mente, Mike te mantendrás al margen —ordenó Seth.

Joan asintió satisfecho mientras que Mike protestó enojado.

—¿Porqué mierda estaré al margen?

Joan río y se recargo en la pared.

—¿Acaso no viste el miedo en los ojos de la chica?

Él se encogió de hombros.

—Pudo haber fingido.

—Sentí su miedo y eso es algo que no se puede fingir. No dudo de que es astuta y de que algo raro oculta. Pero no creo que esté involucrada con tu hermano... Seth —razonó Joan—. La inocencia está enmarcada en sus ojos y algo me dice de que aún no es consciente de que su apariencia como Erika se ha ido. Tu hermano... Axel habría buscado a otra chica más cercana a ti para tentar.

Seth se estremeció y miró a sus amigos.

—Es cierto. Entremos y dejemos que hable. Si sigue sin convencerme, usaremos el hechizo de la verdad para comprobar sus respuestas.

—¿Y porque no hacemos el hechizo? Así nos ahorramos todo esto —preguntó Joan, Seth se tensó.

Seria fácil realizar el hechizo, pero quería darle una última oportunidad a la chica de confesar la verdad. No mentía al decir que la primera vez que se habían visto era en su habitación y él lo sabía porque ese día había sentido algo extraño en ella que lo había sorprendido a él mismo. Sentía algún tipo de empatia por ella que ninguna chica había despertado antes. Mucho menos Erika Sanders. Noa, si realmente se llamaba así tenía algo que despertaba un sentimiento en él y quería saber si la chica era tan inocente como su hermoso rostro lo indicaba.

Noa tenía los ojos rojos de haber llorado en silencio. Ahora tenía miedo, estaba sola en un lugar que no conocía y cada segundo que pasaba se convencía de que había viajado a otro mundo. Había pasado demasiado tiempo como para estar en un sueño, era eso o se hallaba en otra dimensión. Había leído suficientes libros para haber llegado a tal conclusión. Sin embargo eso no explicaba porque el lugar donde se encontraba era tan parecido al libro que había leído antes de que todo lo que recordaba como hogar hubiera desaparecido.

Las manos las tenia entumecidas y aunque ella quisiera escapar no podría, debido a que no tenía nadie que la ayudara. Las muñecas le ardían, ya que aunque el lazo aparentaba ser suave con el tiempo un poco de calor se había situado en el hasta el punto en que la piel le llegó a escoser.

Se encontraba sola en la habitación y la única esperanza que la llenaba era de que le creyeran. Ni ella misma podía explicarse su situación, pero teniendo en cuenta sus habilidades esperaba que si le llegaban a creer la ayudarán.

—Dios... Que me crean, por favor o estaré muerta —suplicó con la cabeza inclinada.

La puerta se abrió con un sonido suave y ella se tensó.

—¿Crees en Dios o solo es parte de tu actuación? —se mofo Seth.

Ella no se movió, y tampoco hizo caso de sus palabras. No quería que viera que había llorado. Noa levanto los brazos y se pasó el dorso de sus manos con disimulo por las mejillas.

—¿Que quieren? —susurró ella con mejor tono en su voz del que pensó.

Ella no los vio pero se dio cuenta que los otros chicos estaban allí.

—Porque no quitas eso de sus manos —susurró Joan y ella agradeció que lo mencionara.

—No seas estúpido. Hazlo y le darás oportunidad de atacarnos —espetó Mike.

—Le duele. Si fueras más empatico lo sabrías —reprendió Joan con aquel tono de voz tranquilo que lo caracterizaba.

Noa solo los escuchó discutir, pero no escuchó el movimiento que hizo Seth para colocarse frente a ella. Él se arrodilló y con una de sus manos tocó su mentón. Ella ahogó un gemido ante la rápida acción y cuando él la obligó a levantar el rostro sus ojos se encontraron. La sorpresa estaba dibujada en sus rasgos.

—No puedo liberarte hasta no descartar que eres una amenaza. ¿Lo entiendes? —Eso había sido demasiado suave incluso para él. Noa asintió, ella lo comprendía pero no lo compartía, después de todo a ella era la que lastimaba.

—No seas tan...

—Mike cierra la boca o te sales —replicó Seth sin dejar de mirarla.

—Estoy diciendo la verdad —susurró Noa—. No sé cómo aparecí en este lugar, mucho menos como me parezco tanto a ella... Si pudiera volver a mi casa lo haría pero no sé cómo.

Seth no había dejado de tocarla y sus ojos no se habían apartado de ella como si midiera la veracidad de sus palabras.

—¿Entonces por que fingiste ser ella? —pregunto nuevamente él.

Noa parpadeo las lágrimas, recordando el momento en el hospital en que decidió ser una impostora. El momento en que vio el dibujo que le habían hecho y cuando no encontró rastro de su familia en Internet.

—Me vi obligada a hacerlo. Después que desperté en tu cama ninguna de las personas con las que me crucé creyó que estaba en todos mis sentidos tras negar que no me llamaba Erika. Mucho menos su madre y mejor amigo... Los doctores imaginaron que estaba loca y me había golpeado la cabeza. Preferí ser ella antes que me medicaran... Después de los exámenes ese seria el siguiente paso. Pensé que así podría encontrar respuestas y buscar una forma de volver.




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