Impostora

7. Inocente

Joan los miró a ambos, al ver que los dos estaban tensos y lanzándose miradas de odio los ignoró. Rebasó a Seth y se acercó a Noa. Nada más pasar las manos por encima de las suyas hizo que el halo de luz que sujetaba sus manos desaparecieran. Noa abrió la boca sorprendida.

—Tranquila.

—¿Que demonios hiciste? —rugió Mike con desespero.

Joan la cubrió por su cuerpo.

—Liberar a una inocente. No puedo leer su mente, pero estoy seguro que no está involucrada con Axel y tampoco con cualquiera que sea nuestro enemigo.

—Los dos son unos imbéciles, cuando les patee el trasero me dirán —mascullo Mike avanzando hasta la salida, cuando cerró la puerta dio un portazo.

—¿Se... Fue? —murmuró Noa  dubitativa. Joan esperó un momento para responder, tras dejar de sentir la presencia de Mike.

Joan era muy empatico. Entre sus habilidades estaban percibir los sentimientos de las personas, leer mentes, borrarlas y hasta manipularlas... Pero eso no dejaba de lado que era un idiota cuando se lo proponía especialmente en la escuela, pero para cosas serias, Noa sabia que podía confiar en él.

—Se ha ido. Tenemos que hablar...

Joan se giró y tomó a Noa de las manos. Con ellas acarició sus muñecas, las cuales estaban enrojecidas por el tiempo en que el lazo la mantuvo sujeta.

—¿Por que la soltaste? —Seth no estaba furioso pero si parecía confundido. Primero la miró a ella y luego a su amigo.

—Está diciendo la verdad... —Seth lo interrumpió casi al instante sobresaltado.

—¿Que! No es posible —siseo—. No tiene sentido —dijo negando. Sus ojos volvieron a buscarla.

Noa parecía igual de sorprendida que él. Ella se veía temblorosa y apunto de desmayarse. Una leve sonrisa se filtró por sus labios y sus ojos brillaron. Él casi vio el alivio teñir sus rasgos.

—Dios, gracias... Gracias —susurro ella.

—¿Por que dijiste que no...?

—Ven abajo cuando termines con ella y te lo explicaré —fue lo único que respondió.

Ambos lo miraron confusos cuando comenzó a caminar hasta la salida. Noa se sentía cansada, pero sabía que estaba a salvo. Nada iba a ocurrir y aunque ambos fueran unos idiotas la protegerían. Antes de cerrar la puerta, Joan habló.

—Tal vez deberías sostenerla.

Seth asimiló las palabras y se giró hacia Noa. Ella cerró los ojos y él tuvo los reflejos suficientes para aparecer delante de ella y tomarla en brazos antes de que perdiera el conocimiento.

Él la sostuvo y estudio sus rasgos, se notaba cansada y fue allí cuando se dio cuenta que no se había preocupado por ella. La chica no había comido, tomado agua y se encontraba notablemente exhausta. Se había preocupado tanto porque se tratara de una amenaza que la había tenido atada. Pero sobretodo sabia que lo había hecho porque ella lo había humillado. Sus réplicas ante sus burlas lo habían sorprendido y dolido... Nadie lo había humillado y de repente una chica a quien todos creían conocían lo había hecho. Pero ahora él sabia que no era así. Nadie recordaría lo sucedido en la mañana y más aún que Erika Sanders no estaba... Lo que no le cabía en la cabeza era el hecho de que la tonta historia de que habían salido de un libro fuera correcta. Nunca lo habría pensado.

Seth la llevó hasta su cama y la dejó allí. Se sintió culpable y a la vez confundido por todo lo que había sucedido en tan pocas horas. Él pasó las manos por sus muñecas y el enrojecimiento desapareció al instante. Con sus dedos peinó su cabello y apartó unos mechones rebeldes de su rostro. En la misma acción y sin querer rozó su rostro. Ahora que la veía como era, se daba cuenta de lo hermosa que era y así como ella, su belleza parecía salida de otro lugar. Tal vez podría parecerse a Erika, pero en definitiva había algo diferente en ella, en su belleza y está no solo radicaba en qué sus ojos era de distinto color o su cabello. Mientras estudiaba su rostro, su mirada llegó a sus labios y se tardó un poco allí. Los cuales eran de un rosa tan suave que le recordaba a las flores que estaban en el jardín de su madre. El deseo de probarlos lo embargó y fue allí donde se reprendió.

—Si antes me negaba a si quiera dirigir un pensamiento a Erika... Ahora te lo niego a ti.

 




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