Impostora

12. Oscura Rivalidad

—Borra esa estúpida sonrisa —musito Seth enfadado, la mirada asesina que le dio a su amigo debió enviarlo tres metros bajo tierra, pero Joan lo ignoro y le guiño un ojo a Noa.

—Creo que no estas contento de que los interrumpiera. Los dos parecían estar a punto de lanzarse el uno sobre el otro —indicó con una sonrisa mientras los miraba—. Aunque... Después de todo, un beso no habría bastado para apaciguar las llamas que parecían levantarse a causa de su tensión.

Noa vio como volaba algo hacia Joan y todo pareció suceder en cámara lenta cuando sólo tomó segundos. Joan lo esquivo con facilidad y en ese momento se dio cuenta que se trataba de una pequeña bailarina que estaba de adorno en la sala. La cual por poco cae al suelo, sin embargo la manera tan rápida e inhumana en la que se movió el recién llegado para tomarla, evito que se rompiera.

—¡Wao! —murmuró Noa sin aliento. El gesto de incredulidad que había en su rostro era tal que Joan río.

—En la siguiente ocasión no fallare —advirtió Seth entre dientes.

—Buena suerte.

Seth se apartó de ella dando tres pasos atrás y Noa lo miró con una ceja enarcada.

—Ya que estas aquí aclaremos todo de una vez —espeto Seth. «¿Que onda con su mal humor?».

Joan bajó las escaleras y se acercó a ellos.

—¿Te encuentras mejor? —inquirió suavemente entorno a ella.

—Me alegra saber que uno de ustedes es amable con los humanos —chilló mirando de soslayo a Seth—. Estoy mejor, gracias por preguntar —le dijo ella con una sonrisa. Entonces cuando Joan le devolvió la sonrisa notó por primera vez que se le hacían dos hoyuelos en la mejilla. «Demasiado guapo para mis ojos».

—Aún sigo aquí. Deja los modales para otra ocasión y concentremonos —recriminó—. El idiota de su amigo ya nos robó demasiado tiempo.

Noa puso los ojos en blanco y se mordió la lengua. Las ganas de romperle la cara la embargaron, así que tuvo que hiperventilar para calmar su furia.

—Ya nos vamos.

—¿A donde vamos? ¿Pensé que hablaríamos aquí? —cuestionó confusa.

Ella se alejó lo más que pudo de Seth para no golpearlo.

Joan sacudió la cabeza.

—De momento es seguro. Pero no sabemos si están vigilando la casa en las sombras. Mi casa y la de Seth poseen campos de fuerza. Estaremos seguros allí —explicó con suavidad.

Noa proceso las palabras.

—¿Entonces por qué Seth se quedó toda la tarde? —inquirió mirándolo de reojo.

—Tenemos que protegerte —habló Seth—. Quien te trajo aquí tenia un motivo y si descubre que conocemos tu verdadera apariencia podrías ya no serle de ayuda. Podría eliminarte de sus planes.

El aire abandonó sus pulmones en cuanto Seth terminó de hablar. La palabra eliminar fue demasiado dura para asimilar.

—Lo que Seth dice solo son suposiciones —susurró Joan mientras reprendia a Seth con la mirada—. Lo que intenta decir con sus palabras cavernicolas, es que te protegemos para que nada te pase. No llegaste a nosotros por casualidad y al involucrarte solo estas poniéndote en peligro. Así que mientras estés en nuestro mundo seremos tus protectores.

—Solo digo la verdad —replicó Seth.

—Pero recuerda que no hablas con uno de los nuestros, estamos ante una adolescente que además es humana —reprocho Joan.

—Ella es valiente y no le tiene miedo. Así que puede comprender lo que pasa perfectamente —repuso él con una sonrisa fría. Noa apretó los dientes y levantó la barbilla con orgullo, aunque desde luego por dentro estaba muerta del miedo.

—No te preocupes, Seth y yo no dejaremos que te hagan daño. ¿Verdad, Seth? —preguntó Joan.

Noa tragó saliva, mientras intentaba controlar su pulso.

—Si. —Ella agradeció que no gruñera las palabras—. Basta de charla. Vamos.

Seth dio dos pasos en su dirección, pero la manera tan salvaje y sexy como lo hizo le hicieron abrir la boca.

—¿Que haces! —chilló. Seth se detuvo delante de ella.

—No creerás que nos iremos caminando —alegó mirándola con una ceja enarcada.

—Obvio que no. ¿Iremos en auto? —ironizó echándose hacia atrás. Seth soltó un gruñido nada divertido—. No pienso ir así —espeto.

—No veo nada mal con tu atuendo —explicó Joan asomándose tras Seth.

—Si andas con esa cara por ahí tan campante, no veo que no puedas salir así.

—Quitalo de aquí antes que lo mate —gritó Noa con furia. Seth en cambio soltó una carcajada.

Afortunadamente Joan le hizo caso y de un empujón lo apartó de su vista, pero eso no evitó que el reciente humor de Seth se esfumara.

—No le hagas caso. Sube a hacer lo que quieras que nosotros te esperamos.

Noa hiperventilaba camino a las escaleras.

—Desde ahora te advierto que no pienso ir con gruñón a ningún lado —farfullo desapareciendo de su campo de visión.

—¿Y quien es gruñón? —preguntó Joan sin comprender.

—No quieres saber.

★★★

—¿Vives solo?

Noa echó un vistazo al amplio jardín a través del cristal.

—Algunas veces, mis padres tienen otra casa, pero a veces se pasan por aquí. Es igual con la madre de Seth, que solo viene a llenar su despensa —explicó mientras Noa prácticamente babeaba al ver la piscina que se encontraba abajo.

Los tres estaban en la sala, pero debido a que en gran parte la casa estaba rodeada de puro ventanales podían tener una buena vista de la noche y los alrededores.

—Ya veo. —Ella se sentó en el sofá más grande y en forma de L, mientras Seth en el más pequeño.

—¿Quieres algo de tomar? —Joan se encontraba frente al bar y a pocos metros sirviéndose una copa. Ella sacudió la cabeza.

—Asi estoy bien.

—Uno para mi. —Joan asintió y Seth se giró a verla. Ella había cambiado su ropa por un pantalón ajustado de color negro y un suéter del mismo color con chaqueta blanca, mientras que las pantuflas habían sido reemplazados por unos converse blancos—. ¿Como fue que apareciste aquí?




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