Impostora

16. Tregua

Seth mantuvo su mirada en ella.

—Esas palabras serán tu tumba, Seth. Nunca subestimes a un humano por el solo hecho de tener ciertas habilidades —gruñó ella mirándolo con fuego en los ojos—. Y ni te molestes con tu reciente amabilidad. No me hace falta. Creo que tú y yo jamás seremos capaces de mantener una conversación.

Noa se colocó de pie rápidamente y se giró para alejarse negándose a observarlo más, sin embargo, Seth fue más rápido y en cuestión de segundos estuvo frente a ella impidiendo que se alejara. Su frente golpeo con suavidad el pecho de Seth y un pequeño jadeo abandonó sus labios.

—Te equivocas. Una tumba seria lo que encontraría una humana conmigo. Necesito alguien fuerte a mi lado.

Noa levantó el rostro y lo estudió. Sus ojos se encontraron y los latidos de su corazón aumentaron su ritmo, sus hermosos ojos café la observaron tranquilamente a pesar de la sarta de estupideces que habían salido de su boca, no se veía frio, más bien parecía ¿torturado? y aunque ella quiso refutar sus palabras, sus sentimientos se lo impidieron. Ella creía que era fuerte, pero frente a Seth se daba cuenta lo volátil que era y lo mucho que él le afectaba sin siquiera darse cuenta. Ella se mordió el labio inferior e intento dar un paso atrás para poner distancia entre ellos, sin embargo, Seth se lo impidió cuando uno de sus brazos le rodeo de la cintura y la apegó a su cuerpo.

—¿Qué intentas hacer? —escupió asombrada—. Eres un psicópata engreído... ¿Cómo así que necesitas a alguien fuerte? ¿Una boxeadora estaría bien para ti?

—Quédate quieta, alguien está cerca —advirtió con voz ronca, haciendo que Noa por un segundo se estremeciera.

La respiración de ella de repente se hizo pesada, tanto que sintió que se asfixiaba, pero no por lo incomoda o asustada que podía sentirse, sino por lo cerca que ambos estaban. El aroma de Seth pronto invadió sus fosas nasales y ella se sintió incapaz de sostenerse por si sola. Casi por inercia se aferró a su brazo.

—¿Quién es? —preguntó ella en un susurro buscando distraerse. Noa cerro los ojos e intento ser consciente de los sonidos a su alrededor, pero además del canto de los pájaros y el viento no escucho mas nada.

Seth siguió sin responder haciendo que ella solo se tensara. La mano de él seguía en su cintura y ella era consciente tanto de eso como del calor que desprendía su cuerpo. Ella no podía ver nada debido a que su pecho la mantenía oculta y entonces fue consciente del roce de algo sobre su cabello, casi podía jurar que estaba aspirando su olor, pero era prácticamente imposible, dado que sus palabras, aunque generalizadas le daban a entender que la odiaba.

—¿Seth? —musitó ella, pero el siguió sin responder. Pasaron largos segundos y él no dijo nada—. ¿No crees que para odiarme, estas demasiado...emmm...cerca? — Noa tragó saliva e intento una vez mas moverse, pero no logró mas que rozarse contra su cuerpo.

—No lo estoy disfrutando.

—¿Es así? ¿Entonces porque no me dices de quien se trata? —refunfuñó ella.

—Hay seres que se ocultan entre las sombras y alguien intenta acceder a mi campo de fuerza...Si estamos cerca puedo evitar que sientan tu presencia —declaró Seth, pero ella distinguió una leve vacilación en sus palabras que le hicieron cuestionarse si realmente le decía la verdad.

Noa se tragó sus dudas y movió su cabeza de manera que su oreja quedo pegada a su pecho, casi se sobresaltó cuando escucho los latidos de su corazón y el ritmo tan rápido al que iban, en ese preciso instante fue consciente de algo sorprendente que le hizo abrir la boca por la sorpresa. Los latidos de su corazón iban al compás de los de él. Noa contuvo el aliento y se preguntó si era algo normal o debía preocuparse, pero en ese mismo instante Seth se echó atrás de golpe y la estudio con el ceño fruncido, de no ser por sus reflejos ella habría caído al suelo. Un poco avergonzada por haberse apoyado en él, se pasó la mano por el cabello y luego sacudió la cabeza para eliminar un sucio inexistente. La intensidad con la que Seth la miraba la hizo querer alejarse, pero sus pies parecían estar pegados al suelo. El silencio se hizo incomodo entre ambos conforme pasaron los segundos, así que ella se vio obligada a hablar.

—¿Esta todo bien ahora? —Sus ojos vagaron por los alrededores del bosque para evitar su mirada. «¿Por qué me observa así?». Como las ultimas veces, él no respondió ni enseguida, ni nunca—. Espero no terminar loca cuando salga de este manicomio en el que vine a parar, nunca respondes una estúpida pregunta, ¿Acaso no soy digna de que el gran príncipe Seth responda una pregunta a una simple humana? —grazno empezando a enfurecerse.

La sangre comenzó a hervir en sus venas y dejó a un lado los sentimientos que podía estar experimentando, una cosa era deslumbrarse por él y otra muy diferente soportar su actitud engreída y sangrona. Ella resopló antes de que sus ojos se encontraran, pero la consternación que estaba dibujada en sus ojos la confundió por sus constantes cambios, así que ella no se sorprendió cuando sus facciones se endurecieron y la frialdad volvió. Quizás ese era su estado veinticuatro/siete. La mandíbula de él se tensó y la imitó al cruzarse de brazos.

—Eres tan raro.

—Y tu tan angelical. —La forma tan sarcástica en la que habló la hubiera hecho reír de no ser porque se sentía furiosa, haciéndola preguntarse como es que alguien tan insoportable y volátil le atraía.

Sentirse atraída hacia Seth era lo que mas le enojaba. No era caballeroso, ni amable porque le naciera, tampoco un chico con el que lograra comunicarse fácilmente, no podía mantener una conversación sin querer patearle el trasero y siempre estaba juzgándola como si ser humana fuera lo peor y quizás habrían unas tantas razones mas para odiarlo, pero aun así había algo en él que hacía que su corazón revoloteara en su pecho al verlo, como si pudiera sentirse en paz y a salvo solo cuando estaba con él, aun teniendo en cuenta que era la persona que mas la frustraba y al tiempo le hacia enojar. Por eso le daba rabia, todo era confuso, era como tener mil sentimientos enfrentándose los unos a los otros cuando estaban juntos. Estar con él era como estar en un videojuego, constantemente cambiaban de niveles.




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