Cuando Seth aparcó su auto en la cochera, Noa se quitó el cinturón de seguridad. Las ganas de hacer un comentario…que de seguro estropearía su tregua le embargaron, haciendo que ella irremediablemente se mordiera la lengua… Decirle a Seth que se veía como un humano normal al conducir el auto en vez viajar a través del aire al teletransportarse quizás no le caería en gracia. Ella lo miró de reojo cuando él abrió la puerta del coche e intentó hacer lo mismo, pero cuando se giró para intentarlo, Seth ya estaba abriéndola. Un poco consternada por tenerlo frente a ella, se quedó muda, sus ojos se habían abierto mucho más por la sorpresa al igual que su boca.
—No soy un completo idiota —musitó un poco contrariado por su expresión.
Noa sacudió la cabeza y sonrió un poco.
—No estoy sorprendida porque me abrieras la puerta…más bien por lo rápido que eres —le explicó. Ella salió del auto y se apartó para que cerrara la puerta—. Aunque debí suponerlo después de todo.
—Entonces esto te sorprenderá —susurró Seth con una sonrisa de medio lado que le hizo estremecer.
Él ni siquiera parpadeo o se movió por lo que ella creyó que seguía sin hacer nada, pero tan pronto como lo asumió sintió que alguien le tocaba el hombro. Un grito de sorpresa escapó de sus labios. Ella lo miró y la sonrisa lobuna seguía en sus labios, parecía divertido con su reacción y con un asentimiento le invitó a que se girara. Temiendo encontrarse a algo peor que gruñón —Él perro en el que se convertía Seth gracias a su habilidad de asumir la capacidad y forma de ciertos animales —, Noa se giró despacio. Ella cubrió su boca con las palmas de su mano y se quedó atónita, pues frente a ella había otro Seth, no sabía si era un espejismo, holograma o qué, pero había otro Seth.
—¡Oh Dios! ¡Es fantástico! Es casi como en Naruto —chilló emocionada. Ella miró del uno al otro y eran exactamente igual.
Seth soltó una carcajada limpia y refrescante que le erizó la piel, pero ella no se permitió distraerse con las sensaciones que le producía, porque prácticamente era imposible enamorarse de alguien como él.
«PROHIBIDO ENAMORARTE»
La copia o gemelo de Seth se movió hasta acercarse a Seth y ella intentó encontrar algún tipo de diferencia.
—Podría confundirte fácilmente —se mofó él. Noa puso los ojos en blanco.
El Seth falso se encogió de brazos y cuadro los hombros de la misma manera en que lo hacia el Seth real. Ella no respondió porque se detuvo a mirarlos.
—Algún defecto de fabrica debes de tener —se río refiriéndose al Seth falso—. ¿Cuántos clones puedes hacer?
Ambos se rieron en su cara y se encogieron de hombros.
—Varios —respondió la réplica de Seth.
—De momento pasaste la prueba de la voz, así que no podría atraparte por ello.
Ella los estudió detenidamente con una mano apoyada en la barbilla. Tenía delante a dos Seth Morris, ambos altos, atléticos y fuertes, rostros y mirada intensa, ojos cafés y cabello castaño oscuro desordenado con suaves mechones en su frente haciéndoles ver salvajes, cejas gruesas y boca curva, suave, carnosa, sensual… «¡Concéntrate!» Su mirada se deslizó más abajo para evitar ver más lejos de su rostro, pero en ese momento Seth le interrumpió.
—Admítelo, no encontraras nada —río. Ella parpadeó y casi se rindió, pero se le ocurrió algo.
—¿Entonces si hay algo que los diferencie? —inquirió acercándose a ellos, Noa se detuvo frente a la réplica de Seth que se encontraba a su izquierda e invadió su espacio personal, ella se colocó de puntillas para intentar mirarlo a los ojos a su altura, pero no lo consiguió.
—Tal vez…
La copia de Seth la miró y por extraño que pareciera, su mirada no le hizo temblar tanto como la de Seth al tenerlo tan cerca, en cambio miró a Seth de reojo a su lado y se estremeció un poco. «Así que después de todo si la hay, pero no te lo diré…sería demasiado vergonzoso confesarlo».
—¿Piensas besarme? —cuestionó la copia de Seth deslizando una sonrisa por sus labios y ella cayó en cuenta que, aunque por fuera el Seth real y la copia se veían exactamente igual, ciertamente los dos no le hacían sentir lo mismo.
—Estarías de suerte —susurró ella, entonces una sonrisa divertida cruzó por sus labios y antes de que Seth pudiera descifrarla, Noa levantó su mano e impacto la palma de la misma contra la mejilla de la réplica de él. Los dos Seth se quejaron por el dolor y ella también, porque la mano le quedó latiendo por el golpe que le había dado.
—¡Para ser tan pequeña te pesa la mano! —gruño Seth y en un abrir y cerrar de ojos, la copia que había estado delante de ella desapareció.
Ella soltó una risa nerviosa y sacudió la mano con la que le había pegado.
—Solo quería comprobar algo. Además, ni te quejes tanto por el dolor que a mí me duele más que a ti.
—Tu decisión no la mía —refutó él. Noa una vez más le lanzó una mirada asesina que Seth ignoró por completó.
Él empezó a caminar hasta la puerta que daba a la cocina de la casa y ella le siguió disgustada.
—No pensé que te dolería, pero eso comprobó que si tiene un defecto de tu fabrica —se mofó entrando en la cocina.
—Subiré a cambiarme, espérame aquí. Si tienes hambre toma algo de la nevera y mételo en el microondas —indicó ignorando sus palabras. Noa no se había dado cuenta del hambre que tenía hasta que Seth lo mencionó así que le tomó la palabra. Ella se acarició el vientre y Seth enarcó una ceja un poco confundido por lo que hacía.
—Perdona a mama por no alimentarte —susurró ella haciendo que Seth sonriera. Él se dio la vuelta y cuando intentó salir de la cocina ella le llamó—. ¿Quieres algo de comer también?
—Comeré lo mismo que tú —le dijo antes de desaparecer.
Noa se dirigió al refrigerador y cuando lo abrió encontró que estaba tan repleta que juraba que no podía entrar nada más. Desde cervezas, hasta pizza, mucha fruta, poca verdura, vinos, comida envasada en pequeños platos de aluminio, así que ella los examinó y tomó dos que parecían ser lasaña. Luego caminó hasta el microondas y los metió. La cocina era tan grande que fácilmente salían dos de su casa, a diferencia de la casa de Joan que era toda de cristal, esta era toda de madera, aunque desde la cocina se tenía una hermosa vista de un ventanal que daba hasta el jardín de la casa que estaba en lo que parecía ser el patio. Ella recorrió el lugar y no encontró fotos familiares o cuadros, sabía que Seth tenía una mama, pero no la había visto o escuchado de ella. Noa se acercó al ventanal y se recargo en él. Buscó su móvil en el bolsillo de su pantalón y marcó el número de Nathan, él contestó al instante.