Impostora

19. Destino

Cuando Noa cruzo la barrera de luz tomada de la mano de Joan, sintió algo extraño que la hizo estremecer y mirarlo de soslayo, él pareció no percibirlo, pero fue raro, mucho, teniendo en cuenta que era empático. Bien pudo ser su imaginación por encontrarse frente a aquel paraíso de fantasía, pero estaba segura que algo parecido a fuego corrió por sus venas, fuego considerando lo frio que se sentía al estar rodeada de nieve. La respiración se le atoró en el pecho y luego todo sucedido tan rápido que creyó que se encontraba frente a una pantalla verde y que la imagen más hermosa había sido proyectada ante ella. El terreno que seguía pisando era nieve, pero frente a ella había casas hechas en madera, cada una ubicada a lo largo de la montaña que se extendía hacia arriba. Los techos estaban cubiertos de nieve, al igual que los pinos. No era de día ni de noche, pues el cielo tenía una extraña mezcla de colores que le hacía recordar un atardecer en la playa, colores que se hacían mas brillantes conforme parpadeaba; violeta, amarillo, verde, azul oscuro y rojo destacaban en los matices de las pocas nubes que se podían apreciar.

Joan le soltó mano y ella se aventuro a dar un paso hacia adelante, maravillada por la vista. El viento frio le acaricio el rostro como si le diera la bienvenida. Había pocas casas a la vista, pero estaba casi segura que cuando llegara a la cima vería el resto. Debido a que a lo lejos se veía algo flotando y no le sorprendería que se tratara de una casa.

—¿Precioso? —susurró Joan con una sonrisa al ver la expresión de su rostro. Ella solo pudo asentir, no encontraba palabras para describir lo hermoso que era. Además el olor que había era una mezcla de vainilla con otro aroma que le era difícil de identificar...pero era relajante y delicioso.

—Aun no has visto el resto. Ahora ves nieve...pero más adelante no. Aunque seguirá siendo frio. —Ella se giró y vio a Seth a su lado, luego le señalo el letrero de madera grande que tenia una letras escritas en otro idioma que no conocía. Por suerte le explico—. Dice Bienvenido a tu hogar.

No le paso desapercibido el tono de tristeza en su voz cuando dijo hogar y en eso se sintió identificada. Ella también extrañaba su hogar.

—¿Por qué vivir en san francisco cuando existe esto? —la pregunta saliò de sus labios sin pensarlo mucho.

—Porque hay ocasiones en que los recuerdos son demasiado dolorosos como para soportarlos —murmuró Seth dejándola algo avergonzada.

Joan prácticamente se interpuso entre los dos. La firmeza y determinación con la que la sostuvo de la mano y la hizo girar para quedar frente a él, la tomo por sorpresa. Ella levantó el rostro y se encontró con sus ojos, había una sonrisa enorme en sus labios y ella se la devolvió. Buscó a Seth y su mirada volvía a ser fría e intensa, pero en el fondo distinguió dolor y rabia.

—¿Por qué de repente...?

—No le quites la magia al momento —le reprendió Joan a su lado—. Mostrémosle algo de la aldea antes de llevarla con el abuelo.

Seth no se molestó en mirar a su amigo. Joan soltó su mano y esta vez le tomó de la cintura.

—Ya sabes lo que tienes que hacer —le dijo y ella casi no le comprendió al principio. Luego recordó que se teletransportarían y cerro los ojos rápidamente. El mareo y las ganas de vomitar volvieron nuevamente y esta vez ella se aferró a Joan, una de sus manos le rodeo la espalda y le sujeto la chaqueta—. Ya está. Puedes darte la vuelta, pero tranquila que no te soltaré...volveremos a movernos.

Noa hizo caso de sus palabras y abrió los ojos, Joan la miraba a ella y no a lo que había detrás. Pensó que dejaría de rodearle la cintura y le tomaría de la mano, pero en cambio cuando ella le soltó, solo le ayudo a girarse, pero sus manos se mantuvieron en su cintura. El pulso se le disparó y aunque sabia que debía sentirse sorprendida por la vista, lo estaba mas por la reacción de su cuerpo a la cercanía de él, demasiado extraño. Su corazón latió como loco y aunque siempre era consciente de ello por Seth, esta vez se agito un poco mas y se inquietó, porque no se trataba él. Ella miró de reojo a Joan y él le guiño un ojo mientras mantenía una sonrisa traviesa en sus labios. Seth estaba a su lado, pero se veía demasiado serio. Ella frunció el ceño e intento ignorar la presencia de Seth y de Joan, pero le fue imposible. Todo su cuerpo, toda ella era consciente de que estaba detrás suyo y mas cerca de lo permitido. «¿Que carajo me está pasando? Primero Seth, luego Joan... solo falta Nathan. ¿Me habrán hechizado?». No se pudo concentrar en el paisaje que tenía frente a ella y parpadeo para intentar memorizar lo que veía.

—Caminare un poco, si no les molesta —balbuceo ella y la voz le salió más ronca de lo que pensó.

Necesitaba colocar algo de distancia entre ellos. Ella soltó una bocanada de aire que no sabía que estaba conteniendo, cuando las manos de Joan abandonaron su cintura. «¿Será posible que el aire sea tóxico para los humanos y por eso me siento de ésta manera?»

No esperó una respuesta y comenzó a avanzar. La nieve sobre la que pisaba, tal y como Seth le había dicho, no abarcaba todo el lugar, pues cierta parte del mismo se dividía y a partir de allí solo la hierba verde podía verse extenderse, además algunos de los árboles allí eran diferentes. Las casas seguían siendo iguales, pero había una que destacaba sobre las otras, una mansión enorme, la cual tenia torres y era la mas alta de todas, esa parecía encontrarse en el medio de todo y a partir de allí se dividía el invierno y la primavera.

—Me adelantare, los espero en la fortaleza. —Joan no espero ninguna respuesta y cuando se giro a verlo ya no estaba, solo eran ella y Seth. Ella trago saliva y volvió el rostro hacia la aldea que se extendía frente a ella.

La mayoría de lo que podía llamarse calles estaban iluminadas por luces flotantes que por raro que pareciera se encontraban cerca de los arboles que había. Algunos arboles solo eran ramas y otros a pesar de encontrarse en la nieve poseían hermosas flores de todo los colores. No vio a muchas personas y tampoco niños o animales. Las casas parecían habitadas, aunque no se veía nadie.




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