-¡April!- me gritó mi hermano desde el porche- ¿Vas a entrar?
Me quedé tan perpleja al saber que iba a pasar a la casa del chico de biología que no me percaté de que mis padres ya estaban dentro. La mayoría de las luces de la casa estaban encendidas, cosa que me extrañó ya que esa misma mañana, al ver la casa tras la ventanilla del autobús, todas las persianas estaban bajadas. Al entrar, un olor a madera y a naranja me invadió, haciendo que me desorientara un poco. Seguí a mi hermano y entramos en el salón, el cual estaba iluminado por una gran lámpara en el techo y una chimenea en una pared. Después de saludar a la que parecía ser la madre de ese chico, me senté en uno de los sofás al lado de mi hermano, esperando con nerviosismo a que en cualquier momento el chico de biología apareciese.
-Muchas gracias por habernos invitado, Ellen- dijo mi madre- No conocemos a mucha gente aquí y es muy especial para nosotros que nos hayas invitado a cenar.
Mi madre y su cortesía siempre iban de la mano, aunque una hora antes se hubiera estado quejando sobre lo poco que le apetecía ir y lo mucho que le costaba ir a cenar fuera después de haber estado todo el día sin parar.
-No es nada, Amy- dijo la mujer riéndose- Aquí, en Washingtonville, la gente es muy amable y cercana. De aquí a unos días te sentirás como en casa.
Ojalá pudiera estar en casa, con mi cuarto perfectamente decorado y mis amigas cerca de mí. Ojalá que a mi padre nunca lo hubieran trasladado y así nunca hubiéramos venido aquí. Pero, por desgracia, así era. Y no podía cambiarlo.
-¿Qué tal tu primer día en el instituto, April?- preguntó Ellen.
-Bien- suspiré- Podría haber estado mejor. No he tenido la oportunidad de conocer a mucha gente.
-No te preocupes, en unos días estarás muy contenta. Hay varios clubs en los que puedes inscribirte y puedes ser animadora también.
-Lo de ser animadora no va conmigo- mi madre me miró confusa y le hice un ademán para que se callara. En mi antiguo instituto había sido animadora durante más de dos años, pero no quería involucrarme en nada aquí. Sólo quería pasar desapercibida en mi último año de instituto y luego mudarme a Nueva York para ir a la universidad.
-¿No?- preguntó la mujer y negué con la cabeza- De todas formas, la novia de mi hijo Alex es animadora. Puedes hablar con ella y que te explique un poco como son las cosas.
Así que su hijo se llamaba Alex y tenía novia. Al menos el chico de biología ya tenía nombre. Y novia también.
-No creo que lo haga, pero muchas gracias de todas formas- dije con una sonrisa.
Mi madre empezó a hablar y me perdí en la conversación, dando por finalizada la única intervención que esa noche iba a hacer. Ese mismo día al salir del instituto había visto a varias animadoras con sus atuendos azules e incluso había pensado en apuntarme, pero las pruebas siempre son al principio de curso y ya llegaba tarde. Quería formar parte de algo que me recordara a mi antigua vida, pero ser animadora sin mis amigas y animando a otro equipo que no fuera el de mi antiguo instituto no me iba a gustar, así que decidí olvidar el tema y centrarme en mis estudios.
Después de estar un tiempo hablando en el salón, Ellen nos condujo hacia el comedor y empezó a servir la cena. Me limité a cenar y a reír cuando se hacía alguna que otra broma, pero lo único que quería era irme a casa, meterme en la cama y dormir. Al servir el segundo plato, la puerta de la entrada se oyó y Ellen salió del comedor. Oí unos murmullos en el pasillo, pero no pude escuchar con claridad.
-Era mi hijo- dijo ella volviendo a su asiento- Se unirá a nosotros en cuanto se dé una ducha.
Me lo tomé con calma y me tranquilicé, intentando que no se notaran mis nervios repentinos. Ni siquiera sabía por qué lo estaba, pero solo el hecho de saber que probablemente iba a incomodar a Alex en su propia casa me hizo querer huir de ahí. Al poco tiempo Alex entró al comedor, tomando asiento a mi lado. Me miró nada más pasar y actuó con normalidad, nada comparado con lo que sucedió esa misma mañana.
-¡Alex!- interrumpió Ellen- Le he hablado a April sobre el equipo de animadoras.
Ya le había dicho que no interesaba ningún tipo de club ni equipo, pero Ellen se estaba esforzando más que mis padres en que me integrara en el instituto.
-¿Ah, sí?- respondió Alex mirando hacia su madre. Tenía una ceja levantada y esbozaba media sonrisa. Su voz era firme y un poco ronca, con un tono algo incrédulo que hizo que mis nervios aumentaran.
-Ya he dicho que quiero centrarme en mis estudios- espeté.