Impredecible

Capítulo trece.

De camino a casa le conté a Luke lo que había pasado. Se limitó a escucharme, no me juzgó y no hizo ningún comentario. Intentó darme ánimos cuando terminé de hablar, pero no sabía cómo podía consolarme. Había hecho que arrestaran a Alex. No sabía por cuánto tiempo, y eso era lo peor. No había tenido oportunidad de hablar con él, de pedirle perdón. Se lo llevaron de mi lado y no pude ni siquiera abrazarle. Cuando llegué a casa me desvestí, me puse un pijama limpio y me fui a dormir, o al menos a intentarlo. Miré mi teléfono una y otra vez en busca de alguna notificación de Alex, pero no me llegó nada. Cuando vi los primeros rayos de sol aparecer, salí de la cama y me puse lo primero que encontré en el armario. Me recogí el pelo en una coleta y cogí las llaves del coche de Luke. Atravesé el pavimento del aparcamiento y pisé el acelerador para llegar cuanto antes a la comisaría. Cuando aparqué enfrente del edificio, eran las siete pasadas. En cuanto entré me acerqué a una ventanilla, detrás de la cual un agente se encontraba escribiendo algo en el ordenador.

-Hola- dije y carraspeé.

-¿En qué puedo ayudarte?- dijo mirándome.

-¿Sabes cuándo podrá salir Alexander Smith?

-Deletréame su apellido, por favor- dijo e hizo girar la silla para posicionarse frente a otro ordenador.

-S-m-i-t-h-. le respondí lentamente.

-Sigue entre rejas- me dio un pinchazo en el estómago-. Puedes pasar a esa sala y te darán más información. Le musité un gracias y me dirigí hacia la sala que me había indicado. Desde esa sala, un agente me acompañó a otra donde alguien más importante se sentaba detrás de un escritorio de madera. Me senté enfrente de él y leí la placa sobre la mesa: Agente Moss.

-El abogado de Alex Smith está en camino, y su madre también- me había olvidado completamente de Ella. Estaría completamente asustada.

-¿Hay alguna posibilidad de que lo vea?- dije rápidamente.

-Hasta que no pasen veinticuatro horas no puede salir- dijo tajante-. Ni ver a nadie.

-¿Qué va a pasar con él?- pregunté.

-No podemos culparle de nada- explicó-. Si la chica no denuncia intento de violación, no podemos hacerle nada.

-¿Intento de violación?- pregunté sorprendida.

-Si la chica lo denuncia, Alex no tendría ninguna posibilidad de ganar el juicio. Ya fue sospechoso de asesinato.

-Esa chica fui yo y no voy a denunciar nada porque no hizo nada- dije impasible. Me miró con desdén e intenté calmarme.

-En ese caso, no habrá ningún tipo de problema- dijo y se echó sobre su asiento. Salí de la sala calmada. Nadie podía culpar a Alex de anda excepto yo, y no lo iba a hacer. Cuando bajé las escaleras, vi a la madre de Alex y a un hombre no muy alto, con el pelo blanco y gafas redondas.

-¡April!- exclamó su madre al verme-. ¿Cómo estás?

-Más o menos.

-¿Sabes algo sobre Alex?- preguntó haciendo que el abogado se acercara.

-No puede salir hasta que no pasen veinticuatro horas. No es que hiciera nada, pero el mínimo de tiempo a estar sobre rejas- le expliqué y pude sentir el dolor en sus ojos.

-Al menos no es tan malo- susurró su madre. Luego sacó dos cafés con leche de la máquina de café y nos sentamos en la sala de espera. El abogado se fue al ver que no hacía nada allí y me pregunté por qué no hicimos lo mismo. Aunque estuviéramos allí, Alex no saldría antes. Cuando Ella se dio cuenta de lo inútiles que nos sentíamos allí, decidimos irnos a nuestras casas. Me dejó en casa y le expliqué a mi madre lo que había pasado. Hizo lo mismo que Luke: se limitó a mirarme y a asentir. Noté que le afectó más que a mi hermano, ya que cuando mencioné la parte en la que Alex se abalanzó sobre mí para que me estase quieta, realizó un prolongado parpadeo, pero yo también sentí miedo en ese momento, así que la entendí. Llegó la hora de cenar y mi padre llegó a casa. Le rogué una y otra a vez a mi madre que no le dijera nada, que en unas horas Alex iba a salir de prisión y todo quedaría en un malentendido. Al ver que mi madre no abrió la boca, pude cenar tranquila, aunque con cada bocado podía sentir que mi estómago evitaba digerirlo. Cuando llegó la hora de dormir, fui andando hacia la casa de los Smiths. Aunque esa noche sólo Ella Smith estaba allí. Pasamos la noche en el sofá hasta que se hicieron las tres de la madrugada. Quedaba una hora para que Alex saliera. Ella me dejó su coche y fui a la comisaría. Encendí la radio intentando despejarme un poco, pero las canciones que la radio pone en la madrugada no me ayudaban realmente. Pensé una y otra vez la forma en la miraría a Alex, pero no pude pensar una escena completa porque empezaba a llorar nada más que me acordaba de él. Estaba tan arrepentida de haber reaccionado así… Pero sobre todo arrepentida de haber creído lo que James me había contado. Nunca había hablado con James algo más aparte de conversaciones cordiales, y la única conversación “profunda” que había tenido con él me había servido para que metieran a Alex en la cárcel. De que me quise dar cuenta, vi el letrero de la estación de policía. Aparqué en el aparcamiento desierto y entré. Me dirigí directamente a la sala de espera y faltaban cuarenta y cinco minutos. Miré una y otra vez el reloj que había en la pared, pero las agujas no parecían avanzar. Intenté pasar el tiempo mirando las revistas que había dentro del revistero, pero no eran lo suficientemente interesantes. Decidí ir al baño, lavarme la cara y las manos y no mirar ningún reloj hasta que volviera a sentarme. Por suerte, sólo faltaban cinco minutos. Me acerqué a la ventanilla donde me había acercado ese mismo día por la mañana y otro agente me condujo hacia otra sala. Me senté en una silla y había una puerta con demasiados cerrojos. Me entró un escalofrío. Cuando creí que estaba a punto de golpear las paredes debido a los nervios, los cerrojos se oyeron por el otro lado y la puerta se abrió. Alex salió seguido por una agente. Después ésta cerró la puerta, dejándonos solos.  Llevaba una bolsa de plástico, de las que se cierran con una cremallera con su móvil, sus llaves y su cartera. Cogió todo lo del interior y se deshizo de ella echándola a la primera papelera que vio en la sala. Me iba a acercar a abrazarlo pero dió un paso atrás.




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