"Hay derrotas que tienen más dignidad que la victoria"
-Jorge Luis Borges
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Christopher
¿Alguna vez te has sentido perdido?
Yo ya perdí la cuenta de todas las veces que lo he estado sentiendo, es como estar en medio del océano sin nadie a tu alrededor. Y por más que luches e intentes, por más que grites vas a terminar rindiéndote a la adversidad; dejando que el mar haga lo que sea contigo.
Algo que he aprendido siendo capitán es que la vida es como es océano. El mar puede generar paz y tranquilidad, pero sin previo aviso se torna una tormenta de la cual no podemos escapar, sino enfrentar, es eso o morir.
Debemos enfrentar esa tormenta cada día, y no dejarse vencer por las olas abrasadoras que amenazan con destruirte.
Desde el accidente mi vida cambió por completo, pase de tener una vida completa a ni si quiera saber mi nombre, lo peor de todo es no saber nada de tu propia identidad, a veces te preguntas si alguien te amó, si tienes familia, hermanos. En un abismo de sentimientos confusos y vista perdida en el más allá.
Y al final llegas a la conclusión que es imposible, porque nadie ha preguntado por ti; es como si a nadie le importarás, o peor darte cuenta que nunca hallas existido.
Pero los sueños, esos sueños donde la vi a ella... Fueron el único recuerdo que me hizo luchar hasta el último instante, su rostro, su sonrisa, su memoria fue lo que me impulso a despertar de ese coma. Y sobre todo superarme en cada rehabilitación.
Todo se había complicado aún más cuando me encontré con ella, con esa parte de mi pasado que tenía que descubrir; todo era una tormenta de sentimientos indescifrables. Aseguró no conocerme, no sabía porque mentía, o peor si en verdad ella decía la verdad, entonces me estaría volviendo loco.
Algo no me cuadraba en esta historia, es imposible que se parezca tanto a ella, su mismo rostro, sus ojos sus labios...
Me parece bastante extraño su reacción la última vez que la vi, salió huyendo del lugar de mi accidente, desapareciendo entre las sombras, escapando de un recuerdo o de algo, quizás de alguien.
Mi mente me sugiere que tal vez le generó pánico el lugar, mas la otra me grita que recordó algo. Algo que tenía que ver conmigo, y eso me brinda más esperanzas de que pueda ser: Que ella sepa algo de mi vida pasada.
—¡Ya deja de atormentarte Christopher! —puse las manos en mi cara tratando de olvidar todo lo ocurrido, mientras estaba con mi tripulación en el barco.
Estaba muy alejado en medio de los pasillos viendo el mismo mar, ese que me ha llevado a tantos lugares diferentes, el único que había sido testigo de todo lo sucedido tiempo atrás, tenía tantas especulaciones e intrigas. Tratando de completar un rompecabezas con piezas plenamente extraviadas por la infinita arena.
Todos hablaban con mucho ánimo y entusiasmo por el viaje, la brisa despeinada mi cabello. Mientras el barco se movía una y otra vez.
—¡Capitán! —gritó Matteo llamando mi atención acercándose hacia mí—. ¿Hermano que tienes? —cuestionó mi mejor amigo algo preocupado, dándome un golpe con ligereza en la espalda.
—Lo mismo de siempre. —Alcé mis hombros restándole importancia, con ambas manos en la barandilla del barco. Sin quitar la vista del océano.
—Pero, no que ya la habías encontrado —animado sé refirió a Rubí, para luego sentarse en el pasamanos del barco. comiéndose una manzana a mi lado—. Hasta contento te escuché, claro que ella te dio tu real cachetada. Pero la chica apareció, ¿No era lo que querías? Encontrarte con tu pasado
—Sí, pero ella niega ser parte de el.
—Espera. —Sé levantó serio de la barandilla, dejando su tono humorístico—. ¿De verdad ella existe? Yo pensaba que sólo buscabas alguien con parentesco igual, pero lo que buscas es algo imposible. —Su rostro mostraba confusión mientras movía sus manos explicándome lo que ya sabía.
—¿Crees que estaría así por tonterías? Sí, por supuesto que existe, y estoy seguro que ella es gran parte de mi pasado, ya sé su nombre: Se llama Rubí.
—¿Rubí?, te encontraste con una verdadera joyita —bromeó para después darle otro mordisco a su manzana.
—Sí —sonreí recordándola—. El único problema es que ella niega en conocerme.
—No lo entiendo, si dices con tanta seguridad que es ella, entonces ella debe conocerte ¿No? —No hubo respuesta a esa pregunta, no sabía que decir—. ¿No será que te estás confundiendo?
—Ella me está engañando, no podría confundirla, es ella —expliqué con firmeza—. Jamás podría hacerlo, conozco cada facción de su rostro. Ese rostro que me atormenta hace más de 4 años –me sinceré con él.
—Recuerda que cuando tu madrina te encontró nadie estaba a tu lado. Si fuese así, ella te hubiera buscado.
—No, algo me dice que ella me miente es la única explicación que tengo, ella no es sólo la mujer de mi vida. Es la clave de lo que alguna vez fui, tengo que descubrir porque dijo que no me conoce, y sobre todo necesito saber si ella todavía me sigue amando.
—¿Y te dijo donde vive?, ¿Cómo podrás verla de nuevo?
—Tengo esto —mostré su monedero sacándolo de mi bolsillo.
—¿Le robaste la cartera? —interrogó incrédulo riendo—. No me lo creo —tosió por causa de reírse tanto mientras comía.
—Cómo crees Matteo, ella se fue tan rápido después de enseñarle donde fue mi accidente, que no se percató que dejó caer su cartera. Así que se la devolveré. —Expresé mirando: El monedero crema con detalles dorados.
—¿Y como se la piensas devolver?
—Vi su tarjeta de identificación, y dice donde vive —Le especifiqué interpelando los sucedido, pero cuando iba a enseñarle la tarjeta de identificación.
—¡Christopher Matteo muevan sus traseros de ahí! Hay muchos peses que pescar! —Gritó James furioso al vernos conversar.
—¿Sé te está olvidando que le estás gritando a tu capitán, y a su mano derecha? —bromeó Matteo echando el resto de la manzana al mar. Y James le tiró un pescado sin titubear en la cara.