Mi abuela, que es paz descanse, a veces me decía que los viajes planeados no siempre salía como uno quería. Como siempre ella tenía la razón.
Este año no tenía planes para viajar y tampoco tenía el dinero para darme el gusto, porque solo soy una estudiante que se dedica a sus estudios completamente y que vive con su papá. Sin embargo mi papá casi nunca estaba en casa debido a su trabajo, el viaja mucho.
Pero ahora me encuentro de vacaciones. No quería desperdiciar mis vacaciones haciendo nada, pero tampoco sabía que hacer.
Una mañana aproximadamente a las seís recibi una llamada, contesté sin saber quien era:
-¿Aló?
-Aló, mi hija, ¿que hora es allá?
Miro la hora de mi celular.
-Son las seís y seís de la mañana, papá -digo molesta.
-Que bueno -dice alegre -Presta atención, hija, tienes programado un vuelo a las doce del medio día.
Eso me despertó por completo.
-¡¿Qué?!
-Alista tus maletas. Iras a Perú a visitar a tu familia materna, solo será por dos meses, cariño.
Y, así fue como empezó mi gran aventura y, tambien, así fue cómo conocí a Valentín y César
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Editado: 01.09.2024