In The Middle of The Night

| Capítulo: VII |

Ryan Stocking 

 

El hecho de ir a gimnasia me aterra, admito que esta es la clase que más odio, no por hacer ejercicios, no, esto va más allá. Mis bullys siempre buscan la manera de hacer cada segundo de esta clase miserable mi existencia; solo espero que mis suplicas sean escuchadas y hoy no tengan ánimos de molestarme.

Cómo de costumbre me dirijo a las gradas para relajarme un rato, cierro los ojos para desconectarme del mundo y apreciar del poco silencio que hay. Esto no dura mucho cuando escucho pasos acercarse a mi, mis sentidos se alertan y abro de golpe los ojos. Son ellos.

Justo cuando estaba por salir corriendo Sean me toma de los hombros impidiendo mi escape.

Sean: –¿A donde vas?–

Mathew: –Tan temprano como siempre, Stocking– me observa con una sonrisa que cualquiera diría que no rompe ni un plato.

–Po-por favor, dejenme en paz– dije casi balbuceando.

Sean: –Owww el nene se quiere ir...– habla con inocencia.

Mathew: –¿Tan rápido? Ni siquiera hemos empezado– propina un golpe en mi mejilla derecha– Nos queremos divertir un rato.

–¿Y que es lo divertido en golpearme?– hablé por fin.

Sean: –Ver como súplicas – toma de mi cabello con fuerza provocando que mi cabeza empiece a doler.

Mathew: –¿Quien es tu nueva amiguita, Ryan?– otro golpe es propinado, esta vez en mi mandíbula.

–Nadie en particular– me niego a claudicar.

Mathew: –Yo creo que si– sus ojos chocan con los mios, otro golpe va dirigido a mi rostro.

–Yo creo que no– contradigo al rubio y se que eso lo hace enojar.

Mathew: –Hoy estas con muchas agallas para contradecirme ¿eh?– suelta una risa sin gracia y otro puñetazo va directo a mi boca, no tarda mucho el sabor metálico hacerse presente en mi paladar.

Y así fue como pasaron los próximos diez minutos, se turnaban para golpearme hasta que se les hizo suficiente. A como pude fui al baño, mis costillas dolían y sentía que de mi boca desbordaba un hilo de sangre.

Lavo mi rostro y me veo al espejo mientras evoco mis ideas. Está más que claro que no estaré así en la clase, que más da faltar una vez más. Voy al campo de la escuela y me siento en las gradas de muy arriba. Me dejo llevar por el aire que choca contra mi cara y alborota mi cabello.

Sin darme cuenta que había quedado dormido una hora había pasado y ya estaba sonando el timbre que indicaba la hora de salida. Voy en busca de Justine antes de que ella vaya a buscarme y se encuentre con esos idiotas.

Logro divisar una cabellera negra y rizada, me voy hacia ella y esta vez no la asusto, toco su hombro haciendo que esta se gire.

Justine: –¿Donde estabas? Llevo rato buscándote.

–Por ahí, pensando– reí pero deje de hacerlo cuando me dolió el abdomen.

Justine: –Dime donde están.– habla con seriedad

–¿Donde están quienes?– me hice el desentendido.

Justine: –No creas que no vi tu labio partido y tu pómulo levemente inflamado– se cruza de brazos y puedo ver en sus ojos la rabia que estos emanaban.

–No pasa nada, estoy bien.

Justine: –Ryan, con lo poco que llevo conviviendo contigo me dan ganas de... Agh– aprieta sus puños y arrastra sus manos por su cara. –Te advierto que en cuanto los vea, quien les va a partir el trasero en dos soy yo.

No pude evitar soltar una risa aunque estuviera doliendo. Su tamaño no encajaba con su carácter y no puedo imaginarla pelear, es tan pequeña. 

Justine: –¿Que es lo gracioso?–

–No, nada... Solo que... Olvidalo y vámonos– seguí riendo un poco más.

Justine: –Te acaban de golpear y tu ahí, riendote... Estás demente– rueda los ojos y emprende camino hasta la salida del edificio.

 

[...]

 

–Te dije que no era necesario, Justine por favor.– le suplicaba mientras iba detrás de ella.

Justine: –Y yo te dije que no me importaba, sera solo un par de horas, además, al parecer a mi abuela le caíste de maravilla, le dará gusto verte de nuevo.–

–¿Enserio?– medito un momento en silencio mientras vamos entrando a la cocina– ¿un par de horas?–

Justine: –Un par de horas– afirma.

Sirve un vaso de jugo de uvas, me lo da y se lo agradezco, se sirve otro y se sienta en frente de mi, tamborileo mis dedos en la cerámica de la barra desayunadora, parece de mármol y no dudo que lo sea. El silencio predomina en el lugar.

Aprieto mis labios.

–Tienes muy linda casa– dije lo primero que se me ocurrió.

Justine: –Gracias... Mi padre la diseño y mi madre hizo el diseño de interiores y parte de exteriores... Ya sabes, colores, las decoraciones e incluso los muebles fueron dados a hacer con instrucciones específicas. Muy exigentes.– explica y una sonrisa nostálgica se forma en sus labios.

–Ok- ¡Que imbécil!

Justine solo ríe.

–No es lo que quería decir, solo que... Oh rayos... Lo siento, no sabía que decir– hable con nerviosismo.

Justine: –No te preocupes, yo tampoco hubiera sabido que decir.–

–Lo siento, quería decir la contrastación de los colores queda perfecto.–

Justine: –Si bueno... Llamaré a mi abuela, vuelvo en un momento, sientete como en tu casa.–




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