In The Middle of The Night

| capítulo: XIV |

Justine Cumberbatch

 

Subí a mi cuarto enseguida y di un portazo al entrar; me dejé caer en la cama dejando ahogar un sollozo. En este momento me sentía la persona más miserable del mundo, saber que ella piensa eso de mí me rompe por completo.

Aunque quizás debía, no estaba enojada con mi abuela o talvez si pero sabía muy bien que estaba en lo cierto más no era la forma en la que debía decirlo. Ella sabe muy bien por todo lo que he pasado y que tal como a ella para mí no ha sido fácil.

Limpie las lágrimas que descendían sobre mis mejillas y respiré profundo, necesitaba despejarme así le marqué a Stocking. 

-¿Aún estás en casa?

-Si, ¿estás bien? ¿por qué?- sonó preocupado. 

-Si, solo necesito salir de aquí y despejar mi mente, espérame afuera, saldré enseguida.

Colgué. 

Salí de mi habitación y cuando abrí estaba mi abuela ahí parada frente a la puerta. Estaba llorando.

Carin: -Amor, te quería...- la detuve, por mucho que doliera pero no tenía de ánimos de escucharla.

-Ahora no, abuela.

Camino con paso decidido y veloz bajando las escaleras dejándola ahí, era peor para mí el hablarle así pero ella había herido mi corazón, de todas la spersonas no esperaba eso de ella y con todo el dolor del mundo la dejé.

 

[...]

 

Ryan Stocking 

 

Justine me había pedido que la llevara a un lugar alejado y calmado, pensé en Greenwood para ser exactos en la colina que estaba ahí; no estaba muy lejos de aquí, si íbamos en autobús llegaríamos en 45 minutos. 

Ninguno de los dos dijimos nada, no era un silencio incómodo. De vez en cuando iba viendo su perfil, me gustaba ver la manera en que su mirada se desviaba de lugar a lugar, si  tan solo supiera lo linda que es cuando está distraída, solo siendo ella.

Llegamos al lugar y podía ver el asombro en los ojos de Justine, sin duda es el tipo de lugar el cual ella es amante.

-Bueno, creo que deberíamos empezar a caminar, te llevaré al mejor lugar. Nos espera un largo camino por recorrer- le informo y esta asiente. 

Justine: -¿Vienes seguido aquí?- dice guardándose las manos en los bolsillos y mirándome un poco mientras si voz sale calmada.

-La verdad no, no salgo muy a menudo de mi casa al menos que sea a lugares muy cercanos. 

Justine: -Entiendo... Pero supongo que tienes amigos ¿no?

-No, creo que ya has notado que nadie quiere hablar conmigo al menos que sea para obtener algo de mi ya sea que les haga trabajos o darles dinero.- emito una risa sin gracia suspirando pesadamente y remojando mis labios con la punta de mi lengua.

Justine: -Pues se pierden de la excelente persona que eres.

-Bueno no sé si me consideras tu amigo pero por mi parte, me es suficiente contigo. Veniste a darle ese rayo de luz y esperanza a mi vida. 

Justine: -Aww, demasiado cursi para mí gusto pero gracias por pensar eso de mi. Al menos tú lo haces.- está vez fue ella quien río sin gracia, detuve mi paso y ella lo hizo con una expresión confundida.

-¿A qué te refieres?- me crucé de brazos.

Justine: -Ryan dime que no es más que obvio que soy solamente un huracán que va destruyendo todo a su pasó.

-No es lo que yo creo, yo creo que eres una persona demasiado increíble; solo basta mirar todo lo que has hecho por mi.

Justine: -Lo haría por cualquier otra persona, nadie merece lo que a ti te hacen. Pasé por lo mismo, entiendo lo que sientes, se que es sentirte solo en el mundo, que todo caiga en mil pedazos sobre ti y que tu alma pida a gritos ayuda porque tu corazón ya no tiene voz para hacerlo.

-¿De qué hablas?

Justine: -Solo olvídalo.

Siguió caminando y yo iba detrás de ella, quería saber más pero aunque tratara no iba a lograr que ella me dijera algo.

Llegamos hasta la cima, estábamos a pocos metros de la banca negra. Lo que hacia especial a Greenwood era que te daba una lección, solo tenías que verlo desde un punto de vista diferente. Tenías que casi escalar para poder obtener la recompensa, una vista a toda la ciudad, con los mejores atardeceres y sobre todo una paz.

Justine: -Esto es perfecto...- la escuché susurrar, estaba tan asombrada que no sabría diferenciar con exactitud su expresión.

-Lo es.

Coloque mi mano en su espalda suavemente encaminandola a la banca, ella se sentó y se perdió en la vista que tenía al frente. Se quedaba en silencio pero ese silencio era hermoso, no podría explicar la satisfacción que me hacía sentir verla feliz.

Pase mi mano detrás de ella y de inmediato puso su cabeza en mi hombro; acariciaba su cabello con suavidad.

Y ahí fue donde presenciamos como el sol se ocultaba en el horizonte, los colores eran majestuosos.

-La compañía correcto en el momento correcto.- murmuré. 

Justine: -¿Perdona?

-Eso es, no me imagino estar aquí con alguien que no seas tú. 

Justine: -Digo lo mismo. 

Me separé un poco de ella y dudando un poco tomé sus mejillas con suavidad, busqué su mirada y acerqué mi rostro al de ella. La punta de mi nariz tocó la suya y pude sentir como su respiración cambió un poco.




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