Ryan Stocking:
Aún no podía creer que lo que tanto espere por fin se hizo realidad, creo que ya todo quedó arreglado, finalmente todo está resultando bien.
Después de clases la busqué pero no la encontré, supuse que tenía otras cosas que hacer así que le reste importancia; en cambio me encontré con los chicos que no se veían muy contentos.
-¡Hola chicos! ¿Qué tal?
Taylor: -Al grano, Stocking. ¿Qué hacías con Justine Cumberbatch? - preguntó cruzado de brazos.
-Solo estaba charlando, si. ¿Hay algo de malo en ello?
Taylor: -Oh pequeño Ryan... - negó riendo- Ella ya no es parte de ti, no debes acercarte a ella. ¿No recuerdas todo lo que nos dijiste? Se supone que no querías saber nada más acerca de ella. Decide.
-Esto seguramente es una broma. De cuando acá debo pedir autorización de con quien y cuando puedo hablar. ¿Y cómo que "decide"?- fruncí el entrecejo.
Taylor: -No me estás entendiendo, mira todo lo que has ganado con estar con nosotros, ¿vas a dejarlo por una estúpida chica?
-Primero que todo, no es una estúpida, te pido de la mejor manera que cuando te refieras a ella lo hagas con respeto, debería darte vergüenza expresarte de tal modo de una mujer y segundo, no voy a condicionar mi integridad física.- di la vuelta y empecé a caminar.
-¿Y que pasó con Sam, eh?- gritó para que pudiera escucharlo, paré un momento con la intención de volver pero, no me importó y seguí mi camino. Sabía en que esto no podría traer nada bueno pero Justine vale la pena de todo.
[...]
Mientras soñaba despierto viendo el cielo nocturno no podía parar de pensar en todo y a la vez nada. Saque de mi bolsillo mi celular y busqué el contacto de Justine, me sentía completamente feliz al saber que de alguna manera todo se había solucionado. Pasé mi dedo índice por mis labios, sonreí con emoción al recordar ese momento, mi corazón se aceleraba e incrédulo no podía creerlo.
El sonido del repique me hizo saber que en breve estaría hablando con ella.
-¿Hola?- Conectó la llamada y la voz ronca de Justine hizo que una sonrisa apareciera en mi rostro.
-¿Te desperté?
-¿Te parece?- habló con sarcasmo.
-Lo siento...
-¿Por qué llamas a mitad de la noche, stocking? Deberías estar durmiendo. - reclamó.
-Lo sé pero necesitaba escuchar tu voz, no podía dormir sin no escucharla antes y ahora que estoy hablando contigo no deseo dormir, deseo estar a tu lado.
-Bien- la escuché enternecerse.
-¿Te gustaría salir este sábado?
-¿Este sábado? Oh, creo que no... Tengo planes.
-¿Enserio?- me desanime. -¿Saldrás con alguien más?
-Si, con un chico.
-¿Con quién? - me alarmé.
-Con un muy alto y guapo rubio cobrizo de ojos verdes que cautivan con solo mirarlos.
-Oh, bien por ti.- dije con disgusto.
-¿Celoso? Eres tu, bobo.- la escuché reír y eso fue un alivio para mi. -Pero creo que será por la noche, en el día tengo que hacer ciertas gestiones.
-¿Te acompaño?
-No creo que te guste, es un lugar aburrido.
Pasamos hablando hasta muy tarde, no me importo la hora que era porque se trataba de ella, sinceramente no me importaba nada cuando estaba con ella, su voz era el mejor placebo existente.
[...]
Justine Cumberbatch:
Era sábado lo que significa que hoy era la exposición de Richard Jones-Royce, me gustaría decir que no estoy nerviosa pero lo estoy, es un paso mas para llegar hacia la persona que asesinó a mis padres.
Llevaba unos cuadernos, un par de lápices y una grabadora, me estaba parada frente al espejo, viendo mi ropa y es como si estuviera viendo a mi madre, sonreí porque sabía que aunque no estuviera conmigo parte de ella se quedó conmigo.
-Hola. ¿Aún quieres ir conmigo?...
[...]
Ryan: -No creí que me llamarías para decirme que te acompañara. ¿Desde cuando vas a las exposiciones de arte? Digo, nunca escuche de ti que tuvieras algún interés por ellas.
-Oh sorpresa.
Ryan: -Hablo enserio, debe haber algo detrás ¿cierto?
-Cierto.
Ryan: -Y eso es...
-Es mejor que no lo sepas, tú solo disfruta del arte.
Entramos al museo y el tono de las luces era rojizo, se podían apreciar algunas pinturas y piezas de madera talladas con la temática bastante sangrienta, en uno de los cuadros aparecía una mujer de piel pálida tendida en el suelo, desnuda, con los ojos vendados, algo que parecía ser una cinta en sus labios y sus manos estaban atadas a su espalda y su tórax abierto mientras las aves comían de sus órganos; atrás de todo eso salían hombres de saco y corbata tomando una cadena la cual llevaban a mujeres igualmente desnudas atadas de cuello y manos.