Al sostener su mano, muchos recuerdos se proyectaron en mi mente transportándome a esos momentos. Acerque su mano hasta mis labios y acto seguido besé el dorso de esta misma con sutileza y dulzura. Al estar sosteniendo su mano me sentía seguro, completo; no quería nada más, solo tenerla a ella y que ella me tuviera a mi.
Podría pasar horas y horas viéndola y jamás me iba a cansar de hacerlo, mis ojos se deleitaban al verla.
No sé cuánto tiempo llevo aquí pero sin duda era mucho porque mis párpados empezaron a pesar y sin más caí en en lo más profundo del sueño pero sosteniendo la mano de la princesa de mi retorcido mundo, mi princesa.
(...)
Carin: –Ryan, despierta.– sentí como la voz de Carin me llamaba mientras movía mi hombro con cuidado, de inmediato abrí los ojos, casi de golpe.
–¿Qué pasó?– enseguida giré mi cabeza en dirección a Justine para verificar que estuviese bien; al ver que seguía dormida pude soltar el aire que no me había dado cuenta que había retenido en mis pulmones. –¿Qué pasa?– dije ahora más calmado.
Carin:–Todo bien, solo quería decirte que puedes ir a darte una ducha y descansar si deseas, yo me quedaré aquí con ella.
–No te preocupes, estoy bien. Mejor, ¿por qué tú no vas a cambiarte y descansar un poco?, prometo llamar si ella despierta.
Carin: –No quiero dejarla pero necesito arreglar unas cosas en casa e irme a cambiar tampoco quiero causarte molestias.
–No es molestia, encantado de hacerlo. Ve tranquila ella está en buenas manos.
Carin: –Hmm, ya he escuchado eso antes. — negó levemente. Auch. –No me tardo. Por favor llámame si ocurre algo, por muy mínimo que sea.
Se dirigió a la puerta y echó una última mirada. Lugo de que Carin se marchará nuevamente dije mi atención en Just; pasado de alrededor de 5 minutos en los cuales me quede perdido en cada detalle de su rostro la mano que sostenía la suya empezó a sentir un leve apretón, inmediatamente arrastre mi mirada hacia nuestras manos.
Justine: –¿Tengo un mono bailando en mi cara o por qué me ves tanto?– le escuché apenas decir con voz poco audible y débil.
Mi corazón nuevamente experimentó esa sensación de emoción, alivio y felicidad, ¿era real lo que estaba pasando?
Justine: –Genial. Ahora callas.– reprochó.
–Just...– dije con añoranza, fue lo único que salió de mis temblorosos labios.
Sin esperar nada me tire a sus brazos deseando congelar ese momento para toda la eternidad, que mis brazos fueran escudos y la protegieran.
Escuché un gemido de dolor por parte de ella y supe que era suficiente, al menos por el momento.
Justine: –Más cuidado la próxima vez ton...– se detuvo y frunció levemente el ceño– ¿Estás... estás llorando?
Ni siquiera yo me había dado cuenta de que lágrimas descendían por mis mejillas.
–Estás aquí.– mi voz salió trémula.
Justine: –Efectivamente.
–Yo... yo lo siento tanto, si tan solo te hubiera llevado a casa y...– con su dedo índice sobre mis labios logró hacerme callar, no tenía fuerzas ni palabras para seguir.
Justine: –Pero no fue así y no importa, recibiría mil balas más por ti; ¿Sabes por qué? Porque... porque me importas y yo... yo te quiero.
Su intención era que no escuchara lo último pero esas dos palabras podían hacer que mi alma se desprendiera de mi cuerpo y paseara por el edén en tres segundos. Si estuviera muerto esas palabras me volverían a la vida.
–Justine.
Con cuidado me acerqué a ella, cuando ya estaba próximo a sus labios la mire a los ojos esperando el permiso y fue ella quien acortó la casi nula distancia que nos separaba y unió nuestros labios en un cálido baile de dos amantes que deseaban unir también sus almas en ese simple pero vital beso.