In The Middle of The Night

|| Capítulo XXX ||

Ryan Stocking 

 

A qué se refería Carin con fechas difíciles, es algo que necesito saber...

Se me había quitado el apetito pero al menos ya había comido, al terminar, me ofrecí a lavar los platos. Es lo menos que puedo hacer. Carin dijo que estaría en su habitación resolviendo algunos asuntos por si la necesitaba. Ahora me encontraba en un debate en si darle su espacio a Justine para poder despejarse o si ir a buscarla y si podía hablar acerca de lo que le molesta, al diablo, iría con ella de todos modos.

Fui en dirección hacia donde momentos atrás había ido; fui al jardín delantero pero no estaba ahí así que me adentré más a los rincones de la casa. A lo lejos vislumbré una hermosa cabellera café, a paso cauteloso me acerque a ella y cuando por fin estaba lo suficientemente cerca de ella me percaté de que no estaba sola, un peludo amigo yacía a su lado.

–Hola.

Justine: –Hola.

–¿Que tal?

Justine: –Podría estar mejor pero no me quejo. ¿Tu cómo estás?– respondía sin una pizca de ánimo.

–Estoy bien, supongo. No he muerto aún.

Justine: –¿Se supone que debería ser gracioso?– se gira por fin a verme y su fría mirada amedrentó la mía.

–Perdón, no intentaba ofenderte. Te pido me disculpes.– Idiota.

Dios, no sabía cómo continuar con esto.

Justine: –¡Eres un...!– se detiene de golpe. Con su dedo índice y pulgar toca el puente de su nariz y suspira con pesadez. –Discúlpame tú, solo que hoy estoy muy sensible. Aunque me cueste admitirlo.– explicó.

–No te preocupes.– me acerqué más a ella y tomé entre mis manos su suave rostro.– Sabes que puedes contarme lo que sea, yo estaré aquí para ti.

Justine: –¿Lo prometes?

–Lo prometo, siempre y cuando tú me lo permitas.

Justine: –De acuerdo.– toma una bocanada de aire. –Sabes bien que no soy muy abierta con mis sentimientos pero tú, tú sacas un lado de mi que ni siquiera yo conocía y créeme que es muy difícil para mi admitirlo... la cuestión es que...– hace una pausa y continúa –Está semana se cumplen siete años desde que mis padres murieron y entonces eso me pone de un humor fatal. En realidad... Dios.– en este punto ya se le estaba dificultando hablar.– No tienes idea de cuanto los extraño, extraño escuchar a mi mamá decir que dejara a Aslan afuera porque se había hecho pipí en la sala o cuando llegaba de la escuela y siempre preguntaba cómo me había ido, extraño sentir sus brazos rodeando mi pequeño cuerpo cuando despertaba a media noche porque algo me había dado miedo, extraño sentir la calidez de los abrazos de mi padre que aunque llegara cansado de trabajar nunca demostraba estarlo y siempre estaba dispuesto a cumplir con lo que le pedía. –Ella estaba llorando frente a mi, ni siquiera se si era consiente de que lo estaba haciendo.– ¿Sabes que es lo que me da miedo? No poder recordarlos más, a veces siento que ya no puedo recordar la voz de mi mamá diciendo cuanto me amaba, el recuerdo es lo único que me queda de ellos y ahora estoy perdiendo eso. –dijo entre sollozos mientras buscaba refugio en mis brazos que de inmediato la rodearon y sostuvieron fuerte. Besé su cabeza, tratando que en ese beso ella supiera que estaba con ella. –¡No quiero olvidarlos, no quiero!.

–No lo harás, mientras tu los sigas amando vivirán dentro de ti y contigo.

Justine: –Tienes razón.– levanta su rostro, con mis pulgares limpio las lágrimas que habían descendido de sus hermosos ojos marrones. Depósito un corto beso en la punta de su nariz y la vuelvo a abrazar. –Gracias Ryan, aprecio mucho el hecho de que me escuches.

–Para mi escucharte es un placer.– le dije con una sonrisa.

Justine: –Por cierto, ese perfume me encanta.– se acerca nuevamente a mi y esta vez es para inhalar el olor de mi suéter. –¿Te había dicho que ese es el mismo perfume que mi padre utilizaba? De hecho lo tengo junto a las lociones.

–Vaya... no lo sabía. Gracias.

Justine: –Que grosera soy, no te he presentado a uno de los seres más especiales de mi vida, Ryan el es Aslan, Aslan el es Ryan.– nos presentó sonriente.

–Un gusto Aslan.– trato de acariciar su cabeza pero este me tira un mordisco que por suerte a tiempo logré quitar mi mano o justo ahora estaría siendo devorada por el feroz animal.– Wow, al parecer no le agrado mucho.– hablé nervioso.

Justine: –Al parecer no le gusta la cercanía que tienes conmigo.– ríe.

–Entonces que se vaya acostumbrando.

Justine comenzó a reír, amaba verla así de feliz, su hermosa sonrisa era lo más hermoso que mis ojos tenían la fortuna de apreciar.

 

[...]

 

Justine: –Y... ¿no irás a visitar al hospital a tu padre? – después de tantos rodeos logró preguntar.

Es algo que había estado pensando mucho estos últimos días, había un gran debate dentro de mi; no sé si soy capaz de verlo a la cara luego de todo lo que hizo pero por otro lado a fin de cuentas el que se estaba haciendo daño guardando rencor a un pobre moribundo con bajas probabilidades de sobrevivir era yo.




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