Ryan Stocking
Parado frente a esa puerta, recuerdos vagaban por mi mente, no estaba preparado para entrar, ni siquiera estaba seguro si quería hacerlo; mi pierna estaba temblando ansiosamente mientras que mi mano estaba por arrancar de mi cráneo una sección de cabello. El policía que custodiaba la habitación no esbozaba palabra, solo observaba cada uno de mis movimientos y trataba de entender que rayos pasaba conmigo.
Ni siquiera había entrado y el miedo de que sus ojos se posaran sobre mi estremecía todo mi cuerpo y hacía que mis vellos se erizaran. Cuando con mi mano temblorosa tome el pomo de la puerta, una corriente eléctrica pasó de mis dedos hasta llegara mi espina dorsal, escuchaba como mi corazón estaba latiendo desenfrenado. No podía.
Corrí a los baños haciendo que uno que otro pétalo del ramo de flores que había llevado se desprendieran; una vez estando frente al espejo trate de darme palabras de aliento, queriendo convencerme de que era capaz de cruzar esa puerta y enfrentarlo.
–Vamos amigo, no es la primera vez pero si puede ser la última.– me decía en voz baja.
Noté que mis ojos estaban cristalinos y rojizos, estaba haciendo mi mayor esfuerzo por ser fuerte pero ese era el poder que Dwayne Stocking tenia sobre mi, hacerme sentir pequeño cuando ni siquiera se encontraba en la misma habitación que yo, de solo pensarlo podría hacerme en los pantalones. Ante el yo era una simple basura–como muchas veces me hizo sentir– y no estaba en mis manos poder hacer algo por demostrar lo contrario. Llegue a un punto en el cual creía que era verdad todo eso que me decía, que no tenía valor absoluto.
–Solo hazlo, sal de esto de una vez por todas. Seguir guardando eso va a seguir matándote.
Tome el ramo de flores nuevamente después de echarme un poco de aguan en la cara. Aunque no estuviese listo tenía que hacerlo de todas formas ya estoy aquí.
Una vez más estaba parado frente a esa puerta, con decisión tome el pomo y está vez tuve el valor necesario para girarlo y así hacer que la puerta se abriera haciendo un pequeño chillido indicando que alguien había entrado a la habitación. La imagen de la persona que muchas veces rompió mis costillas con sus botas de punta metálica estaba frente a mi, se veía tan vulnerable e incluso sentí una pizca de lastima.
Dwayne: –Te estabas tardando en venir.– hablo con la voz aireada.
–Pues ya estoy aquí.
Dwayne: –No creí decirlo pero me alegra verte.
–Me gustaría decir lo mismo.– le dije con total indiferencia.
Dwayne: –Haz crecido. ¿En que momento? Te ves muy bien.
–Pues no es gracias a ti, eso es seguro.
Dwayne: –¿Por qué la rudeza?
–Y te atreves a preguntar...– negué suavemente con la cabeza.
Dwayne: –Estoy seguro que si no estuviera postrado y muriendo en esta cama no estarías respondiéndome de esa manera.
–Tienes razón y en parte me alegra que estés ahí. ¿Puedo preguntarte algo?
Dwayne: –No me digas, ¿por qué lo hice?– respondió como si estuviera leyendo mis pensamientos. –Sabes la respuesta.
–No me conformo con esa respuesta.
Dwayne: –Pues deberías.
–Que ella te haya sido infiel no era justificación para lo que hiciste, en todo caso tu fuiste quien la llevo a tal acción, nunca la trataste bien.
Dwayne: –Y si tuviera la oportunidad lo volvería a hacer. –lo mire con asombro.– Cruel lo sé pero que puedo hacer, soy un mal nacido, un maldito, un hijo de p*ta y todas las otras cosas que seguro estarás pensando pero así es y no hay nada que pueda hacer.
Definitivamente no lo podía creer, me costaba asimilarlo, sabía cómo era y no debería asombrarme pero me era difícil procesarlo. No sé cuánto tiempo más podré estar aquí antes de que con mis propias manos acabe con el.
–¿Y por qué le disparaste a Justine?
Dwayne: –No era a quien quería dispararle. –fruncí el entrecejo con incredulidad.– Era a ti. –agregó.– pero ella se atravesó ¿y por qué no? igual debía tener una consecuencia por lo que me hizo.
–Es increíble que ni en las peores condiciones dejas de ser un ser despreciable pero ¿quieres saber una cosa? Me he dado cuenta que después de muchas cosas que me hiciste y que hicieron que llegara a odiarte debo perdonarte, no tanto porque ahora estás muriendo porque al parecer ese es el menor de tus problemas sino que estaría haciendo un bien para mi, el que te odie no te afectaría a ti en cambio me estaría matando a mi. Papá... te perdono este dolor. Eres un ejemplo. –el me mira con cierto destello de asombro.– eres un ejemplo de lo que no quiero ser; te perdono por todo, puedes irte en paz. Al fin y al cabo eres mi padre aunque no merezcas dicho título.– finalice y di la vuelta, arroje a sus piernas cubiertas por la sábana el ramo de rosas.– Espero que si sobrevives puedas perdonarte.
No me detuve a esperar respuesta, salí de esa habitación camino mi casa, era algo que no sabía si estaba preparado para hacer pero me daba igual, no siempre podré evadir cada uno mis miedos.