Narrador omnisciente
Con el cuerpo adolorido emprendió camino nuevamente por ese pasillo solitario e insípido, sabía que en cualquier momento aparecería el otro tipo que acompañó al que yacía en la habitación 613. Verificando que nadie la estuviese siguiendo entro al ascensor y presionó el botón del lobby; mientras el ascensor bajaba sentía eterno el momento. El ascensor se paró en el tercer piso, un par de ancianos vestidos con elegancia entraron y observaron con curiosidad a la joven quien en su camisa tenía esparcidas manchas de sangre. Ella optó por dar una sonrisa gentil. Cuando por fin llegaron al lobby el par de ancianos salieron deprisa, seguramente se habían asustado al ver a la chica así.
Está misma llevo su mano hasta su nariz que aún sangraba, al tocarla tuvo que tragar el dolor que eso había provocado. Solo deseaba que no le hubieran roto la nariz. Ignoro todo aquello y se dirigió hasta la recepción donde se encontraba la chica que en un principio la había atendido.
Justine: –Hola...– antes que siguiera la recepcionista se alarmó al ver el estado en que se encontraba ella.
Recepcionista: –¡Por Dios santo! Llamaré a emergencias.– dijo tomando el teléfono, antes que ella pudiera marcar Justine le tomó con fuerza la mano para evitar eso.
–No se preocupe estoy bien.– aclaró. –¿Sabe si hay un paquete para mi?
La recepcionista la vio extrañada y poco convencida, algo malo había pasado pero no sabía si quería saber que estaba ocurriendo. En cambio respondió a la pregunta de Justine asintiendo: –De hecho si, permítame buscarlo. ¿Usted es Justine Cumberbatch, cierto?
Justine respondió que si y la recepcionista que llevaba una pequeña placa con el que parecía ser su nombre–:Robin– comenzó a buscar.
Robin: –Este paquete es de parte de el señor Richard Jones-Royce; dijo que respondería sus dudas.– mencionó mientras le entregaba el paquete de color amarillo.
Justine: –Se lo agradezco.– dijo dando la vuelta pero se devolvió segundos después.– Una cosa más, ya no necesitaré la habitación.– le extendió las llaves.–Le agradecería si no comenta con nadie mi corta estadía aquí.– observa a todos lados y arrastra su mano en el mostrador, Robin posa la suya encima de la de ella y toma los cien dólares.
Robin: –Nunca la vi por aquí.– guiña el ojo derecho y se guarda el dinero. Justine le da una sonrisa desdeñosa y se marcha.
[...]
Cuando llego a casa todos en ella se alarmaron al verla "ensangrentada". Carin más que preocupada estaba enfadada por no avisarle donde iba y peor aún, sola. Se pasó casi media hora regañando a la pobre chica que solo deseaba estar en su cuarto descansado. En esa casa todo era un caos, desde regaños a los guardaespaldas hasta llamadas al médico.
Carin: –No te lo voy a repetir más. ¡Dime quien te hizo eso!– exigió por octava vez, la chica se negaba a decirle.
Justine: –Ya te dije que no sé, fue repentino. Solo iba a caminar un poco y...– la puerta se abre dejando ver a un Ryan con el semblante más fresco que no duró mucho al ver a Justine. Este mismo en un abrir y cerrar de ojos estaba al lado de ella con la expresión más que preocupada.
Carin: –Lo que faltaba. La cereza del pastel.– dijo cansada. –¿Crees que esto es un motel el cual puedes salir y desaparecer sin decir nada?– le reprochó.
Ryan: –Perdón. Puedo explicarlo pero ¿alguien puede decirme que le pasó a Justine?
Desde que el chico entró no le quitó la mirada de encima, el alma le volvió al cuerpo al ver que–aparentemente–estaba sano y salvo pero enfadada de que se pareciera así de repente.
Justine se levantó bruscamente.
Justine: –¡¿Donde estabas?! ¡¿Te costaba tanto hacer una llamada?!– empezó a reclamar.–¡¿Sabes lo mucho que estábamos preocupadas por ti?!– con cada palabra era un empujón al chico.
Carin solo miraba la que escena negando levemente.
Ryan: –Eso es lo menos importante ahora, hay que llevarte al hospital para que revisen tus heridas.– le dijo tomándole suavemente el rostro. Su preocupación era sincera pero la chica se mostró renuente y apartó las manos del chico.
Justine: –No quieras hacerte el preocupado.– dijo pegando la vuelta, el se lo impidió.
Ryan: –Escúchame por favor, te lo explicaré todo.
Ella lo pensó un momento, ¿que perdería con escucharlo?
Justine: –Se breve y preciso.
Ambos subieron a la habitación de ella y una vez dentro Justine dejó sobre el escritorio el bolso y paquete que traía en sus manos.
Entonces el chico sin más le dijo sus razones mientras ella con una toalla húmeda se limpiaba la sangre, no quería que hubieran malos entendidos entre ellos dos, no cuando las cosas marchaban bien, ahora solo la tenía a ella y perderla por una estupidez sería como el fin para el.
Ryan: –Creí que talves me entenderías, tu... tu también pasaste por esto.
Justine: –Lo hubieras hablado conmigo. Sabes que estaré siempre para escucharte.