Ryan se aparto de mi y se hizo a un lado sobre la cama, de igual manera lo hago y veo cómo se vuelve a colocar su suéter.
Ryan: –Es horrible, lo sé. –menciona a cabizbajo.
–Te equivocas. Eres hermoso, cada parte de ti es hermosa. Fuiste creado con la precisión de Picasso.– le digo con toda sinceridad tomando con mi mano izquierda la suya y llevándola a mis labios para depositar un suave beso en la palma para después colocarla sobre mi mejilla. El con su pulgar da suaves caricias que erizan los vellos de mi cuerpo.
Entonces vuelve a levantar el rostro y su mirada volvió a posarse sobre mi con un brillo único, un brillo que bien podrían envidiar las estrellas. Una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro.
Ryan: –Muchas de esas marcas...– hace una pausa para tomar aire.
–No es necesario que le cuentes si no quieres.
El niega y continúa: –Si quiero contarte. Bien, desde que era apenas un niño mi padre siempre me golpeaba, es casi lo único que puedo recordar de mi infancia; siempre que hacía algo que para el estaba mal iba a su buró, tomaba la cajetilla de cigarrillos y tomaba uno, lo encendía y lo apagaba sobre mi piel. De algún modo eso le causaba un placer inexplicable, recuerdo su cara de satisfacción cuando lo hacía mientras yo le suplicaba que parara, por otro lado mi madre se hacía de oídos sordos supongo que porque temía de mi padre al igual que yo.
No podría explicar lo que siento, las imágenes que se estaban proyectando en mi mente hacían añicos mi corazón.
Ryan: –Y estas otras.– levanta su manga. –Fueron hechas por mi.– aunque lo imaginaba el que el me lo confirmara era impactante para mi, mi corazón no podía más.– la primera vez fue a los trece años, creí que eso era lo correcto, me deje influenciar por las palabras de Taylor, luego de que el y su grupo me dieran una golpiza en el baño de la escuela y que casi me ahogaran en el retrete lo único que decían era "¿por qué no te mueres? A nadie le importas" y si tenían razón así que pensé ¿por qué no? Que diferencia habría si desaparecía. Lo único que gané con eso fue más humillación, la noticia llegó hasta la escuela y ya te imaginarás el resto.– ríe sin gracia.
–Yo...– era mucho para mi y no habían palabras para decir. –Te admiro mucho.
Lo abracé fuerte.
Después de escuchar eso me sentía tan patética, los que creía que eran problemas no significaban nada comparados a los problemas reales por los que pasó Ryan. Esto me a hecho reflexionar y ver de otra forma las cosas, ahora creo que empezaré a apreciar más las cosas y quejarme menos.
Luego de separarnos de nuestro abrazo veo cómo Ryan vuelve a bajar la mirada por un momento con una pequeña sonrisa carente de gracia.
Ryan: –El día que te conocí estaba determinado a acabar con mi vida, esos chicos se habían atravesado en el camino y digamos que fue bueno porque apareciste tu, al verte fue como si Dios me estuviera diciendo hacía falta algo más y cuando me ayudaste a ponerme en pie fue como estar entre los brazos de un ángel. Supe que era mi segunda oportunidad. Tú me salvaste la vida y sin siquiera saberlo. –cuando creí que había terminado continuó diciendo:– ¿Sabes? Eres lo primero que pienso al despertar y lo último antes de dormir.
Sus palabras se habían llevado las mías. En este momento estaba congelada.
Ryan: –Perdón. ¿Fue mucho? –preguntó apenado.
–Mucho más de lo que puedo merecer.– y sin darme cuenta una lágrima rodó sobre mi mejilla. De inmediato Ryan la limpió y besó con ternura mis labios.
Ryan: –Te mereces más que palabras.
Luego nos quedamos en silencio que con el tiempo se había tornado algo incómodo, estoy segura que debe estar pensando lo mismo que yo. ¿Qué nos pasó? Un arranque de locura quizás.
Ryan: –Lo siento yo... no sé qué me pasó, bueno si pero no debí...
–Tranquilo, yo también lo siento. Fue mi culpa.
Ryan: –Claro que no. Mira. –toma mis manos y las observa con detenimiento .– Si vamos a hacer esto quiero que sea especial tanto para ti como lo será para mi así como también quiero que estés completamente segura y no sólo sea algo impulsivo. Además no quiero defraudar a Carin.
–¡Dios! No puedo creer que hayas dicho eso.– tapo mi rostro con mis manos apenada dejándome caer en la cama.
Lo veo y está más que sonrojado.
–Creo que iré por un vaso de té ¿quieres que te traiga uno?
Ryan: –No me dejes con la vergüenza; di algo.
Me paro en la puerta y antes de salir digo: –De acuerdo, acepto.– cerré esta misma y sentí como mi cara ardía.
[...]
Carin: –Dado el terrible evento ocurrido hoy, no puedo confiar que estés segura cuando sales así que aunque te niegues volveré a enviarte con guardaespaldas a cada lugar que vayas, como siempre debió ser.
–Abuela, por favor no. Prometo cuidarme mejor en las próximas ocasiones.
Carin: –Ese es mi deber, cuidarte y mira nada más como te dejaron esos malhechores; estoy fallando cada vez más... le estoy fallando a ellos.– sin más se rompe a llorar.
Verla así me destroza y me hace sentir culpable porque ella cree que es su culpa, me levanto de mi lugar y me acerco a ella para abrazarla.