Ryan Stocking
–No sé cómo pero el celular de Justine apareció en mi bolsillo, recibí una llamada de Richard Jones-Royce y me dijo dónde estaba, ahora bien, no sé cómo decir esto... Quién mató a los padres de Justine fue Eryx.
Toda expresión en el rostro de James desapareció por completo, su mirada se torno oscura y sombría, emanaba furia.
James: –¿De qué rayos hablas?
–Lo sé, pero eso fue lo que me dijo y siendo sincero no tengo razón para no creerle. Ese tipo no me es de fiar.
James: –Voy a hacerlo papilla.
–Lo más prudente por ahora es encargarnos nosotros mismos de esto e ir por Justine lo más pronto posible y sobre todo, que esto quede entre tu y yo porque no dudo que esté involucrada la policía en todo esto.
James: –Tienes razón. No podemos dejar a Carin en este lugar, al igual que nosotros corre peligro, hay que sacarla de aquí.
–Si nos vamos todos eso levantará sospechas y puede que para cuando vayamos por Just sea demasiado tarde. Además, no me gustaría causarle más tensión a Carin dándole tan grave noticia.
James: –Y creer que muchas veces estuvimos compartiendo con semejante rata.
–Bueno hay que darnos prisa.
Sin esperar a que los segundos se volvieran minutos avisamos a "las autoridades" presentes que iríamos a levantar la segunda búsqueda por las calles y que los mantendriamos al tanto de todo. Por parte de Carin nos abrazo fuerte mientras decía que la llamaramos si acontecía algo.
Una vez estando dentro del coche de James le di las indicaciones exactamente me había dicho Richard. Iban más de dos horas desde que salimos de la casa de Eryx y me estaba dando cuenta que había una camioneta siguiéndonos y de inmediato le informé a James.
–Nos están siguiendo.– mi receptor verificó por el retrovisor y devolvió su vista al camino.
James: –Vamos a parar en esa cafetería, tengo que hacer unas llamadas.
Y tal como lo dijo, se paró en el estacionamiento de una cafetería, ingresamos al local y James fue directo a un teléfono que estaba ahí, al menos unas tres llamadas hizo y volvió a mi lado.
James: –Ahora tenemos que esperar un par de minutos.
–¿Puedo saber a quién llamaste?
James: –Unos contactos de Puerto Rico.
–¿Vendrán desde allá hasta aquí?– mi pregunta hizo que me ganara su mirada con un entrecejo fruncido.
James: –Asumiré que es por el desvelo.–frotó sus dedos por su frente.– Ellos viven aquí en el país, son viejos compañeros de trabajo.
–Entiendo. ¿Ellos serán algo así como apoyo?
James: –En efecto.– se gira hacia atrás.– La camioneta aún sigue ahí, seguramente Eryx les dió la orden de que si salíamos de su casa nos siguieran y no truncaramos su plan.
Asentí y con impaciencia espere a que los contactos que había llamado James llegarán de una vez, cada segundo que pasaba era un martirio para mí, no podía dejar de reproducir imágenes desagradables de todo lo que le pueden estar haciendo en este momento a Justine y cada segundo que pasaba era valioso y se me estaba yendo de las manos como arena de mar.
Una vez más sentía que todo dentro y fuera de mi se iba a derrumbar, con soltar lágrimas no iba a lograr nada pero ¿como haría para que mi corazón entendiera eso?
En ese momento James recibe una notificación.
James: –Es hora, salgamos por atrás.
Sin dudar mis pasos lo hice de inmediato y efectivamente, una camioneta negra de vidrios polarizados estaba esperándonos. James me dió un leve empujón para que entrara y al hacerlo me encontré con hombres de la misma edad de James, vestidos con chaquetas negras, si me tocará con alguno de ellos por la calle lo último que haría sería cruzar miradas con ellos; tenían una mirada que imponía.
–¿Y este flacucho quién es?–preguntó uno de ellos.
–Es buen amigo de la familia, Ryan.– respondió James.
Todos saludaron, el que iba manejando parecía corredor de fórmula uno debido a la velocidad con la que lo hacía.
[...]
Justine Cumberbatch
Estaba realmente aturdida, habían pasado solo minutos desde que desperté, tenia las manos atadas, no sé cuánto más iba a estar aquí sin enloquecer por la desesperanza, era una gran habitación vacía, estaba muriendo de hambre pero más que eso era de dolor, dolor que he estado reprimiendo, no debía hacerlos creer que ellos habían ganado.
Pronto escucho como la puerta metálica de este cuarto vacío es abierta dejando ver a un muy arreglado Eryx y un maletín en su mano, no se tenía que ser un genio para saber lo que había en su interior, desde que estoy aquí el no a dejado de insistir en que firme los papeles y así el sería dueño de toda la compañía de mis padres.
Eryx: –Buenos dias, pequeña.– dijo con una sonrisa impoluta.
No respondí.
Eryx: –¿A caso Julian no te enseñó modales?
–Pudrete imbécil.– hablé por fin.
Todo era confuso, mi cabeza dolía demasiado, mi rostro estaba lleno de moretones y cortaduras, mi cuerpo estaba hecho trizas y mis fuerzas abandonaron mi cuerpo hace mucho, incluso hasta hablar dolía; toqué mi cabeza (con las manos atadas) y vi la sangre en mis dedos. Todo por "ser grosera y de pocos modales" con Eryx que recientemente había llegado; tiró de mi hacia la dura y fría pared causando que mi cabeza impactará con ella.
Llevaba apenas un día y medio, o eso creo pero parecían años, me habían hecho de todo, desde golpizas con puños de acero hasta cortadas en el abdomen. Gracias a Dios no habían llegado a la parte de arrancar uñas.
–Y bien querida Justine, aún no ha venido tu príncipe azul en su caballo blanco a tu rescate. Pobre de ti, creí que ibas a heredar algo de tu padre tal como su fuerza, creí que iba a ser más duro batallar contigo pero ha Sido todo muy fácil.
–Con más de 5 hombres a tu lado no es tan fácil, pero que tal solo tú y yo, créeme te habría hecho papilla hace mucho.
–¿Quieres decir que solo soy fuerte con hombres a mis espaldas?