Matthew se encontraba en la oficina de su padre, un espacio opulento que reflejaba el poder y la influencia de la familia. Henry, su padre, un hombre de negocios curtido y astuto, lo observaba con una mirada calculadora desde el otro lado del escritorio.
"Matthew, ¿cómo van las cosas con Sarah?" preguntó Henry, su tono frío y profesional.
"Van bien, padre," respondió Matthew, intentando sonar seguro. "Nos estamos acercando más."
Henry asintió, sus dedos tamborileando sobre el escritorio. "Recuerda lo que está en juego aquí. La relación con su familia es crucial para nuestros planes. Su padre tiene la influencia y los recursos que necesitamos."
Matthew sabía muy bien lo que significaba esa influencia. Su padre planeaba utilizar las empresas del padre de Sarah para lavar dinero, un plan que podría asegurar la riqueza y el poder de su familia por generaciones. Matthew no estaba completamente cómodo con la idea, pero sabía que la aprobación de su padre era vital para su futuro.
"Lo sé, padre. Estoy trabajando en ello," dijo Matthew, intentando ocultar su incomodidad.
Henry se levantó y se acercó a su hijo, colocando una mano firme sobre su hombro. "Recuerda, Matthew, todo esto es por el bien de la familia. Tienes que hacer lo que sea necesario."
Matthew asintió, sintiendo el peso de las expectativas de su padre. Mientras se dirigía hacia la puerta, sabía que tenía que acelerar el plan. No podía permitirse ningún error.
Esa noche, Matthew había organizado una cena especial en su apartamento, con la intención de llevar su relación con Sarah al siguiente nivel. Había preparado todo meticulosamente: la cena, las velas, la música suave de fondo. Sarah llegó, impresionada por el esfuerzo que Matthew había puesto en la velada.
"¡Esto es increíble, Matthew!" exclamó Sarah, admirando la decoración y la mesa elegantemente puesta.
"Solo quiero que esta noche sea especial," respondió Matthew con una sonrisa encantadora, guiándola hacia la mesa.
Durante la cena, conversaron sobre temas ligeros, evitando cualquier cosa que pudiera arruinar el ambiente romántico. Sarah se sentía más cómoda con Matthew, empezando a bajar la guardia después de las tensiones recientes.
Después de la cena, Matthew la llevó al sofá, donde habían preparado una selección de sus películas favoritas. A medida que avanzaba la noche, se fueron acercando más, y Matthew aprovechó el momento para besarla con más intensidad. Sarah, aunque inicialmente sorprendida, correspondió, sintiéndose segura en sus brazos.
Sin embargo, cuando Matthew intentó llevar las cosas más allá, Sarah se detuvo, sintiéndose incómoda. "Matthew, no estoy lista para esto," dijo suavemente, apartándose un poco.
Matthew suspiró, ocultando su frustración. Sabía que no podía presionarla demasiado, pero también sentía la presión de su padre. "Está bien, Sarah. No quiero apresurarte. Solo quiero que sepas cuánto significas para mí."
Sarah sonrió, agradecida por su comprensión. "Gracias, Matthew. Eres increíble."
Los días siguientes, Matthew se concentró en fortalecer su relación con Sarah, mientras buscaba oportunidades para acercarse a su padre y discutir los detalles del plan. Una tarde, después de una clase, Matthew se encontró con su padre en una cafetería exclusiva, lista para hablar sobre los próximos pasos.
"Padre, he estado pensando en cómo podemos movernos a la siguiente fase," dijo Matthew, después de ponerse al tanto de su relación con Sarah.
Henry lo miró con interés. "¿Y cuál es tu propuesta?"
Matthew explicó su idea de utilizar la relación con Sarah para obtener acceso a los contratos y documentos de su padre, y cómo podrían manipular las finanzas para mover el dinero de manera segura. Henry escuchó atentamente, evaluando cada detalle.
"Es un buen plan, Matthew. Pero debes asegurarte de que Sarah nunca sospeche nada. Si se entera, todo se vendrá abajo," advirtió Henry.
"Lo sé. Seré cuidadoso," prometió Matthew, decidido a no fallar.
Mientras tanto, Sarah seguía ajena a los verdaderos motivos de Matthew. Disfrutaba de su compañía y se sentía cada vez más cercana a él. Sin embargo, no podía dejar de pensar en David y en su repentina frialdad. Se preguntaba qué había cambiado tan drásticamente en él.
Una tarde, después de la escuela, Sarah decidió visitar a David. Quería hablar con él, entender qué estaba pasando. Tocó a su puerta, y después de un momento, David abrió, su rostro mostrando sorpresa y cansancio.
"Sarah, ¿qué estás haciendo aquí?" preguntó David, su tono más suave que de costumbre.
"Necesitaba verte, David. Quiero entender qué está pasando contigo. ¿Por qué te alejaste así?" preguntó Sarah, su voz llena de preocupación.
David suspiró, dejándola entrar. "Es complicado, Sarah. He estado pasando por mucho y no quiero arrastrarte en esto."
"David, somos amigos. Quiero ayudarte, si me dejas," dijo Sarah, acercándose a él.
David miró a Sarah, sintiendo una mezcla de dolor y gratitud. "No quiero que te preocupes por mí, Sarah. Estoy lidiando con esto a mi manera."
Sarah asintió, sabiendo que no podía forzarlo a hablar. "Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, David. No importa lo que pase."
David sonrió levemente, sintiendo una pequeña chispa de calidez en su corazón. "Gracias, Sarah. Eso significa mucho para mí."
Mientras tanto, Matthew continuaba avanzando con su plan. Sabía que el tiempo apremiaba y que debía asegurar la relación con Sarah para obtener la confianza de su padre. Sin embargo, una parte de él comenzaba a cuestionar si todo esto valía la pena. La presión de su padre y la manipulación constante comenzaban a pesar en su conciencia.