David caminaba por las calles de Miami, sumido en sus pensamientos. Todo lo que había pasado recientemente lo tenía preocupado: el regreso de su hermana Violett, la situación con Sarah y Harper, y ahora, las vacaciones y el fin de su último año en el instituto se acercaban rápidamente. Las calles llenas de vida contrastaban con el torbellino de emociones que sentía dentro.
Mientras caminaba distraído, se topó con una figura imponente. El hombre, vestido con un traje fino, barba cuidada y cabello corto castaño, parecía sacado de una revista de modas.
—Buongiorno, jovencito. Io mi chiamo Carlo e tu? —dijo el hombre con una sonrisa en los labios.
David parpadeó, sorprendido por el encuentro inesperado. ¿Quién era este hombre y por qué se estaba presentando así de repente? Sin embargo, decidió seguir la corriente.
—Un gusto, me llamo David —respondió, estrechando la mano que Carlo le ofrecía.
Carlo sonrió más ampliamente, sus ojos evaluando a David con interés. La vida y sus casualidades, pensó Carlo. Había algo en este joven que le parecía intrigante, una conexión que aún no lograba identificar.
—La vida es davvero sorprendente, no? —comentó Carlo con un aire de misterio, antes de dar una palmada en el hombro de David—. Nos volveremos a ver, David.
Y con esa enigmática despedida, Carlo se dio la vuelta y se alejó, su figura elegante desapareciendo entre la multitud de la calle. David lo observó irse, tratando de entender qué acababa de pasar y por qué sentía una inquietud creciente en su pecho.
Sin saberlo, David había dejado una fuerte impresión en Carlo. El rostro de David quedó grabado en la mente del mafioso, quien comenzaba a trazar un nuevo plan, intrigado por este encuentro fortuito.
David, aún perplejo por el encuentro, decidió continuar su camino hacia el instituto. Las palabras de Carlo resonaban en su mente, alimentando una inquietud que no podía sacudirse. Las piezas del rompecabezas empezaban a encajar, pero aún faltaban muchas por descubrir.
Mientras David se alejaba, uno de los ayudantes de Carlo se acercó a su jefe y le entregó unas fotos. Carlo las observó detenidamente, una sonrisa de total felicidad dibujándose en su rostro.
—La vita e le sue svolte —murmuró para sí mismo. Las fotos mostraban a Violett junto con David.
Carlo comprendió al instante que David era una pieza clave, una moneda de cambio perfecta si su plan llegaba a salir mal.
La satisfacción por haber encontrado un punto débil en sus enemigos le daba un renovado sentido de control.
—Será interesante, molto interesante —dijo Carlo, guardando las fotos con cuidado.
Ahora tenía una nueva carta en su baraja, y estaba decidido a jugarla en el momento justo.
David se acercó a Sarah con una sonrisa amigable mientras caminaba por el pasillo del instituto. Ella levantó la mirada de su libro y le devolvió la sonrisa.
—¡Hola, David! ¿Cómo estás?—preguntó Sarah, guardando el libro en su mochila.
—¡Hola, Sarah! Estoy bien, gracias. ¿Y tú?— respondió David, deteniéndose a su lado.
Sarah suspiró, su expresión cambiando ligeramente. —Bien, supongo. Solo tratando de lidiar con todo lo que está pasando. Estoy emocionada por graduarme, pero también un poco nerviosa por lo que vendrá después.—
David asintió, comprendiendo completamente el sentimiento. —Lo entiendo. El futuro puede ser aterrador, ¿verdad? Pero también emocionante. Tenemos tantas posibilidades por delante.—
Sarah asintió con la cabeza, su mirada perdida en el horizonte. —Sí, exactamente. A veces me pregunto qué camino tomaré, qué decisiones tomaré. Pero supongo que eso es parte de crecer.—
—Definitivamente—, estuvo de acuerdo David. —Pero sabes, sea cual sea el camino que elijamos, estoy seguro de que lo haremos bien. Tienes tantas habilidades y talentos, Sarah. Estoy seguro de que tendrás éxito en lo que sea que decidas hacer—.
Sarah sonrió, gratamente sorprendida por las palabras de aliento de David. —Gracias, David. Eres muy amable. Y tú también tienes mucho talento. No puedo esperar para ver a dónde te lleva la vida—.
La conversación fluyó entre ellos, tocando temas como sus sueños y aspiraciones, sus planes para después de graduarse y las cosas que más anhelaban hacer en el futuro. A medida que hablaban, la conexión entre ellos parecía fortalecerse, recordándoles por qué se habían hecho amigos en primer lugar.
De repente, Sarah recordó algo importante. —Oh, casi se me olvida decirte. Mi padre me dijo que vamos a hacer un crucero después de graduarnos. Será una especie de celebración antes de que empecemos la universidad—.
David asintió, aunque por dentro algo no se sentía del todo bien. El crucero parecía una idea emocionante, pero una pequeña voz en su cabeza le decía que algo no estaba bien. Sin embargo, decidió ignorar esa sensación por el momento.
—Eso suena genial, Sarah. ¡Debe ser emocionante! ¿A dónde van?— preguntó David, tratando de ocultar cualquier rastro de preocupación en su voz.
Sarah sonrió, emocionada por la idea del crucero. —Partiremos desde Miami y haremos una ruta por el Caribe. Mi padre dice que será una experiencia inolvidable.—
David asintió, tratando de mantener una expresión neutral en su rostro. —Suena increíble, Sarah. Estoy seguro de que será una experiencia que nunca olvidarás.—
La conversación continuó, pero David no pudo evitar sentirse inquieto. Había algo en la idea del crucero que no le cuadraba, pero no podía poner el dedo en qué era exactamente. Decidió apartar esos pensamientos por el momento y simplemente disfrutar del tiempo con Sarah.