Violett estaba sentada en el pequeño escritorio improvisado que había montado en el apartamento de David. Los documentos estaban esparcidos por toda la superficie, junto con su computadora portátil y varios teléfonos móviles. Estaba absorta en la información que había recopilado sobre Robert Fisher y sus actividades ilícitas cuando su teléfono sonó. El nombre de su jefe, el Agente James Carter, apareció en la pantalla. Violett contestó de inmediato, su tono profesional pero alerta.
—Carter aquí. ¿Cómo va todo en el terreno, Violett? —La voz de su jefe era firme, con un toque de preocupación.
—Estamos avanzando bien, señor. Hemos confirmado la presencia de Carlo Di Lorenzi en la ciudad, lo cual complica las cosas, pero también abre nuevas oportunidades para atrapar a Fisher con las manos en la masa —respondió Violett.
—Entiendo. Escucha, Violett, estamos enviando más agentes para apoyar el operativo. Necesitamos asegurarnos de que todo esté preparado y que no se nos escape nada. Di Lorenzi es un pez gordo, y esta podría ser nuestra única oportunidad de atraparlo junto a Fisher.
Violett asintió, aunque sabía que Carter no podía verla.
—Estamos listos, señor. Estaremos atentos a cualquier movimiento. No dejaremos que nada pase desapercibido.
—Confío en ti, Violett. Mantén la calma y sigue con el buen trabajo. Pronto llegarán más agentes para reforzar la operación. —La llamada terminó y Violett se recostó en su silla, reflexionando sobre la magnitud de la misión que tenían entre manos.
Mientras tanto, en una lujosa suite de hotel en el centro de la ciudad, Carlo Di Lorenzi estaba sentado en un sillón de cuero, mirando por la ventana. La vista panorámica de la ciudad iluminada por la noche parecía reflejar las complejidades de sus pensamientos. A su lado, en una pequeña mesa, había una copa de vino medio vacía y una carpeta llena de documentos. Carlo estaba ideando un plan de contingencia, consciente de los riesgos que implicaba su colaboración con Robert Fisher.
—Non possiamo permetterci errori, Roberto. Se questo piano fallisce, dobbiamo avere una via di fuga pronta —dijo Carlo, hablando en italiano con un tono de voz que denotaba su preocupación.
Robert Fisher, que estaba sentado frente a él, asintió lentamente.
—Lo so, Carlo. Pero debemos ser optimistas. Nuestro plan es sólido. Hemos cubierto todas las bases. Además, con tu apoyo, tenemos una ventaja significativa.
Carlo lo miró con una sonrisa sardónica.
—Mai sottovalutare il potere della fortuna, amico mio. La vida puede dar giros inesperados, y debemos estar preparados para cualquier cosa. —Carlo levantó su copa y bebió un sorbo, pensando en las posibles contingencias.
Robert sonrió y levantó su copa en respuesta.
—Tienes razón. Nos aseguraremos de tener una salida segura si algo sale mal. Pero por ahora, disfrutemos del momento y confiemos en nuestro plan.
En el instituto, la atmósfera estaba cargada de anticipación. Los preparativos para la graduación estaban en pleno apogeo. Los estudiantes iban y venían, emocionados y nerviosos por el gran día que se aproximaba. Los pasillos estaban decorados con banderines y carteles, y las aulas estaban llenas de conversaciones sobre futuros planes y despedidas.
David caminaba por los pasillos, observando todo con una mezcla de nostalgia y expectación. Sabía que pronto su vida cambiaría de manera significativa, pero también estaba preocupado por las sombras que parecían cernirse sobre él y sus amigos.
Sarah, por su parte, estaba ocupada con los preparativos de su viaje en el crucero. Aunque la idea de unas vacaciones debería haberla emocionado, no podía sacudirse una sensación de inquietud. Sabía que su padre tenía negocios con Robert Fisher, y aunque no estaba al tanto de todos los detalles, algo en su instinto le decía que debía estar alerta.
En otro rincón de la ciudad, Luke estaba revisando el plan de operativo junto con otros agentes que habían llegado recientemente. La tensión era palpable, pero todos sabían lo que estaba en juego. La misión no solo implicaba capturar a criminales, sino también asegurarse de que nadie inocente resultara herido en el proceso.
Violett, después de la llamada con Carter, se reunió con Luke y los demás agentes en una pequeña sala del apartamento. Estaban trazando un plan detallado, considerando todas las posibles variables y asegurándose de que cada agente conociera su papel en la operación.
—Tenemos que ser precisos y rápidos —dijo Violett, señalando un mapa de la ciudad que habían desplegado sobre la mesa—. Sabemos que Fisher y Di Lorenzi tienen una reunión clave en el crucero. Nuestro objetivo es interceptarlos antes de que puedan ejecutar cualquier plan y arrestarlos con evidencia irrefutable.
Luke asintió, su rostro grave.
—Debemos considerar la seguridad de todos los presentes en el crucero. No podemos permitirnos un tiroteo o cualquier tipo de confrontación que ponga en riesgo a los civiles.
Violett miró a cada uno de los agentes a los ojos, asegurándose de que comprendieran la importancia de su misión.
—Exactamente. Nuestra prioridad es la seguridad de los civiles. Debemos ser inteligentes y estratégicos. Nada de heroísmos innecesarios. Cada uno de nosotros tiene un papel crucial en esta operación, y confío en que podemos hacerlo.
De vuelta en su suite, Carlo continuaba pensando en sus planes de contingencia. Había llamado a algunos de sus contactos en Europa, asegurándose de que tuviera opciones para escapar si las cosas se complicaban. Su mente trabajaba rápidamente, evaluando riesgos y soluciones.