Carlo estaba sentado en una silla de cuero en una sala privada del lujoso hotel donde se hospedaba. Frente a él, uno de sus hombres de confianza esperaba instrucciones. La habitación estaba iluminada tenuemente, creando un ambiente de intriga y tensión.
—No pienso morir ni ser atrapado por culpa de algún fallo en el plan de Robert —dijo Carlo, su voz grave y decidida—. Hemos llegado demasiado lejos para que todo se venga abajo por un error.
Su hombre asintió, atento a cada palabra.
—Entonces, ¿cuál es nuestro próximo paso, señor?
Carlo se inclinó hacia adelante, sus ojos destellando con una mezcla de astucia y determinación.
—Il nome di David è la chiave. Si logramos secuestrarlo y mantenerlo bajo custodia, podremos usarlo como moneda de cambio si las cosas se complican. Él es la pieza que necesitamos para asegurar nuestro éxito.
El hombre asintió nuevamente, comprendiendo la importancia de la misión.
—Entendido, señor. Nos aseguraremos de que todo salga según lo planeado.
Carlo sonrió, satisfecho.
—Bene. Ahora ve y prepara todo. No podemos permitirnos fallar.
Mientras tanto, en el instituto, la ceremonia de graduación estaba a punto de comenzar. Los estudiantes, vestidos con sus togas y birretes, se reunían en el auditorio decorado festivamente. Había un aire de emoción y nerviosismo mientras los graduados esperaban ansiosos su momento de subir al escenario y recibir sus diplomas.
David estaba entre ellos, sintiendo una mezcla de orgullo y preocupación. Sabía que este era un momento importante en su vida, pero no podía sacudirse la sensación de que algo oscuro se cernía sobre él y sus seres queridos. A su lado, Sarah también parecía inquieta, aunque trataba de ocultarlo con una sonrisa.
—Todo estará bien, Sarah —le dijo David, tomando su mano con suavidad—. Disfrutemos de este momento. Nos lo hemos ganado.
Sarah asintió, agradecida por el apoyo de David.
—Tienes razón. Es nuestro día. No dejaré que nada lo arruine.
La ceremonia comenzó, con discursos inspiradores y los aplausos de familiares y amigos llenando el auditorio. Los estudiantes subieron uno por uno al escenario, recibiendo sus diplomas y posando para las fotos. Era un momento de celebración y logro, un paso importante hacia el futuro.
Después de la ceremonia, hubo una gran fiesta en honor a los graduados. La música resonaba en el aire, y los estudiantes bailaban y reían, disfrutando de la noche. David y Sarah estaban en el centro de la pista de baile, rodeados por sus amigos. La tensión de los últimos días parecía desvanecerse por un momento, reemplazada por la alegría y la camaradería.
Sin embargo, no todos estaban allí para celebrar. Matthew había llegado a la fiesta con sus amigos, y su mirada se dirigió de inmediato hacia David. Había un brillo de desprecio en sus ojos mientras observaba a su antiguo rival disfrutar de la noche con Sarah.
—Míralo, como si todo fuera perfecto para él —murmuró Matthew a uno de sus amigos, su tono lleno de amargura.
—¿Vas a hacer algo al respecto? —preguntó su amigo, curioso.
Matthew negó con la cabeza.
—No aquí. Pero ya veré cómo hacerle pagar. No se saldrá con la suya.
Mientras tanto, David y Sarah seguían bailando, ajenos a la mirada de Matthew. Sarah estaba visiblemente incómoda por la presencia de Matthew y sus amigos, pero la presencia de David le daba una sensación de seguridad.
—¿Estás bien? —le preguntó David, acercándose para que pudiera escucharle por encima de la música.
Sarah asintió, aunque su sonrisa era un poco forzada.
—Sí, solo... me pone nerviosa tener a Matthew aquí. Pero estoy bien, contigo a mi lado.
David apretó su mano con más fuerza.
—No te preocupes. No dejaré que te haga nada. Estamos aquí para disfrutar y celebrar. Esta noche es nuestra.
Sarah sonrió, más relajada.
—Gracias, David. Realmente eres lo mejor que me ha pasado.
La noche continuó con risas y bailes. A medida que avanzaba la fiesta, los estudiantes se dispersaban en pequeños grupos, charlando y tomando fotos para recordar el evento. La música seguía sonando, y las luces de colores creaban un ambiente festivo.
Matthew, sin embargo, no podía disfrutar de la celebración. Su mente estaba ocupada planeando su venganza contra David. Observaba cada movimiento de su enemigo, esperando una oportunidad para actuar.
Mientras tanto, Carlo continuaba con sus planes en el hotel. Había recibido información sobre la graduación y sabía que era el momento perfecto para poner en marcha su plan. Sus hombres estaban listos, y todo estaba preparado para el secuestro de David.
—Non possiamo permetterci di fallire —dijo Carlo a su segundo al mando—. Esta es nuestra oportunidad. Si capturamos a David, tendremos la ventaja.
Su hombre asintió.
—Lo entiendo, señor. Todo está listo. Solo esperamos su señal.
Carlo sonrió, satisfecho.
—Perfetto. Asegúrate de que todo esté en su lugar. No quiero errores.
De regreso en la fiesta, David y Sarah se habían unido a un grupo de amigos cerca de la mesa de bebidas. Estaban riendo y charlando, disfrutando de la compañía y la atmósfera festiva.
—¿Estás lista para el crucero? —preguntó una de las amigas de Sarah, cambiando de tema.
Sarah asintió, aunque todavía había una pizca de duda en su voz.
—Sí, será un buen cambio de aires. Mi padre dice que será una buena forma de empezar las vacaciones.