Día del crucero.
Sarah estaba de pie en su habitación, rodeada de maletas abiertas. La luz de la mañana se filtraba por las ventanas, iluminando suavemente el espacio. Respiró hondo, tratando de calmar sus nervios mientras doblaba cuidadosamente su ropa y la guardaba en las maletas. Cada prenda que colocaba en el equipaje parecía un pequeño paso hacia la aventura que estaba a punto de emprender.
A pesar de la emoción que solía acompañar a los viajes, Sarah no podía evitar sentir una ligera inquietud. Recordaba la conversación con David y la mirada seria en sus ojos cuando le había deseado unas buenas vacaciones. Algo en su expresión le había dado una sensación de que no todo estaba bien.
—Relájate, Sarah —se dijo a sí misma, sacudiendo la cabeza para despejar esos pensamientos—. Será un buen cambio de aires. Además, estarás con papá.
Cerró la última maleta y la aseguró con el cierre. Se dio una última mirada en el espejo, comprobando que todo estaba en orden. Su cabello estaba recogido en una coleta baja, y llevaba una cómoda camiseta y jeans, lista para el viaje. Tomó un pequeño bolso con sus pertenencias personales y salió de la habitación, bajando las escaleras con paso firme.
Al llegar al vestíbulo, encontró a su padre esperándola. Estaba revisando unos papeles, probablemente relacionados con sus negocios, pero levantó la vista y sonrió al verla.
—Listo para partir, papá —dijo Sarah con una sonrisa, tratando de animarse a sí misma tanto como a él.
Su padre asintió, guardando los papeles en su maletín.
—Sí, cariño. Este crucero será un buen descanso para ambos. Un poco de tiempo lejos de todo esto es justo lo que necesitamos.
Salieron de la casa y se dirigieron al coche que los llevaría al puerto. El viaje fue tranquilo, aunque Sarah notaba una sensación de anticipación en el aire. Miró por la ventana, observando cómo la ciudad pasaba rápidamente mientras se acercaban a su destino.
Al llegar al puerto, el crucero "In the Sea" se alzaba majestuoso ante ellos. La gran nave blanca brillaba bajo el sol, y los pasajeros ya comenzaban a abordar, algunos con cámaras, otros con niños que corrían emocionados. Había un aire de festividad, de promesas de relajación y aventura.
Sarah y su padre se unieron a la multitud que subía a bordo, presentando sus boletos y siguiendo las instrucciones del personal del crucero. Una vez dentro, fueron conducidos a su camarote, un espacio cómodo y bien decorado con vistas al mar.
—Es increíble, papá —dijo Sarah, mirando por la ventana hacia el vasto océano—. Gracias por traerme aquí.
Su padre sonrió, poniéndole una mano en el hombro.
—No tienes que agradecerme, Sarah. Es un placer poder pasar este tiempo contigo. Además, también necesito un descanso.
Mientras desempaquetaban sus cosas, Sarah se permitió relajarse un poco. La ansiedad que había sentido antes parecía disiparse con la brisa marina y la promesa de días de sol y descanso.
Luego de desempacar las maletas, Sarah y su padre estaban explorando la nave. Había tantas cosas por ver y hacer: piscinas, restaurantes, salas de juego, y hasta un teatro. El ambiente era alegre y despreocupado, y Sarah comenzó a sentirse más relajada.
—Mira esto, papá —dijo Sarah, señalando un mapa del crucero—. Hay una excursión a una isla privada mañana. ¿Te gustaría ir?
Su padre asintió, complacido.
—Claro, suena como una gran idea. Necesitamos disfrutar de estas vacaciones al máximo.
Mientras continuaban su recorrido, Sarah no pudo evitar pensar en David. Se preguntaba cómo estaría y si también estaría aprovechando el tiempo para relajarse y disfrutar. A pesar de sus preocupaciones, decidió dejar esos pensamientos a un lado y enfocarse en el presente.
Por otro lado Matthew y su padre también habían abordado el crucero, sin embargo el padre de Matthew solo iba a darles la bienvenida al crucero a los pasajeros y a desearles un feliz viaje a todos.
Al llegar a una zona alta Robert estaba apunto de dirigirse todos en el crucero pero antes se giro a ver a Matthew. —Matthew no quiero que hagas nada que pueda poner en peligro todo lo que estamos haciendo aquí, ¿Entendiste?—
Matthew solo giro los ojos ante las palabras de su padre —Lo se padre, no tienes que decirmelo como si fuera un niño.—
Robert asintió mientras veía a Matthew irse.
—Hola a todos— saludo Robert dirigiéndose a los presentes, —Espero que la esten pasando bien, como saben este crucero es uno de mis mayores orgullos, así que espero que puedan disfrutar de toda su travesía y sobre todo que su estancia aquí sea de lo más gratificante y agradable posible.—
Con esas palabras Robert concluyó su discurso y se despidió de los presentes, al dirigirse hacia la salida se encontró con el Sr. Thompson. Al verlo sintió un poco de nervios pero rápidamente se sintió confiado al saber que su plan no podía tener errores.
—Sr. Thompson, ¿como la está pasando?— preguntó Robert mientras le extendía la mano.
—No podria estar mas agradecido Robert, de verdad gracias por haberme invitado a este lugar. Acabamos de llegar y estamos entusiasmados por ver todas las cosas que hay en este lugar.— respondió el padre de Sarah totalmente emocionado.
—Me alegro que este disfrutando Sr. Thompson, sin embargo deberemos continuar nuestra conversación en otra ocasión, tengo unos asuntos que tratar y son de suma urgencia.—
Después de esas palabras Robert se retiró dejando atrás al Sr. Thompson mientras una malévola sonrisa se formaba en su rostro.