In; Un Encuentro Predestinado

3; "Inicio del Viaje"

 Está bien, lo admito, tal vez tomé una decisión algo precipitada, ¡Pero tampoco es para tanto! Solo acepté ir a un viaje con un completo desconocido (potencialmente un violador de clóset) lejos de la seguridad de mí hogar y con un potencial conflicto bélico en la vuelta de la esquina. 



Bueno, si lo digo de esa forma sí suena a la peor decisión de mí vida, ¡Pero ey! Estoy segura de que él no tiene (tan) malas intenciones, además de que sé que mí padre no dejaría mí seguridad en manos de alguien que no sea de confianza. Solo vi mí oportunidad de cumplir mí sueño y la aproveché, ¿Quién puede culparme? Pero eso no es lo que me molesta, lo que me molesta es la mirada de Sophie en estos momentos. 
Me explico; la reunión con mí padre fue hace un rato, en dónde acepté ir de viaje con el señor Goodman. Luego de ello se decidió que mañana se harían todas las preparaciones y al día siguiente saldríamos. Sí, me sorprendió mucho saber que ya nos iríamos tan rápido, pero según ellos era porque el señor Goodman, debajo de toda esa fachada de ser la definición exacta de “persona que no me agrada”, era una persona ocupada y debía partir cuanto antes para culminar ciertos negocios. 
Salí de allí básicamente para no tener que aguantar la sonrisa molesta de mí padre, pero lo que no calculé es que allá a dónde fui me seguía la molesta sonrisa de Sophie. Traté de ignorarla ya que de todas formas no decía nada, pero sentir su molesta mirada clavada en mí nuca mientras camino por el castillo y SÉ que aún sonríe me está poniendo muy nerviosa. 

—Sophie, si quieres decir algo, que sea ahora.— Mejor que ya se saque las ganas de decirlo y dejé de molestar. 
—¿Yo? ¿Qué cosa podría tener una simple criada para decirle, su alteza? 
¡Tú sonrisa de oreja a oreja contradice completamente lo que estás diciendo! 
—Está bien, está bien, te creeré…— Dije para que apenas segundos después ella no aguantara y explotara. 
—¡Pero ya sabía que ibas a aceptar! ¡Son tal para cuál! 
—¡Y ahí vas de nuevo! Sabía que te ibas a poner así, ¿Cuántas veces tengo que repetirte que la vida no es una novela de romance? 
—Dices eso, pero se te nota en la cara lo feliz que estás. 
—Sí, pero de al fin poder ir de viaje, no por la compañía que tendré durante el mismo.— Casi preferiría tener que viajar con soldados de Anglia. Cómo sea… hay algo que debo hacer.— Ahora lo siguiente es pedirle permiso a mí padre para ir de compras. 
Fue en ese momento que la expresión de Sophie cambió otra vez de una sonrisa molesta a una molesta mueca de reprimenda. 
—Perdón, tal vez no escuché bien, ¿Dijiste “ir de compras”? 
—Sep, ¿Por qué me ves así? No tiene nada de malo, solo quiero comprar cosas para el viaje. 
—¿Cosas cómo qué exactamente? 

Y ahí va, me mira con esa ceja levantada, cruzando los brazos y con una actitud altanera. Es cómo tener a mí mamá… ¡Aunque menos empalagosa! 

—¡Hay muchas cosas que necesito para el viaje! 
—A ver, dilas. 
—Eh… ¡Ropa! 
—Tienes una habitación llena de prendas al lado de tú cuarto. 
—Hm… ¡Comida! 
—De eso ya se encarga el señor Goodman. De todas formas, dudo que siquiera sepas hacer decentemente las compras para un viaje. 
—Pffff, ¿Qué tan difícil puede ser? 
—Dime el precio promedio de una pieza de pan. 
—Eh… ¿Mil lirios? 
—Dije una pieza de pan, no todo en la panadería. 
—¡Eso fue trampa! ¿Cómo voy a saber los precios de las cosas si jamás me dejan salir a comprar? 
Con aún más molestia en su rostro, Sophie procedió a contestar aquello que ya tan acostumbrada estoy a escuchar. 
—No es propio de una princesa el… 
—Mostrarse en público haciendo cosas propias de las clases medias, que tengo que dar una buena impresión ante la alta sociedad y bla bla bla, ¡Ese cuento ya me lo sé! 
—¡Si ya lo sabes deberías dejar de insistir siempre con lo mismo! 

Cómo siempre, mis conversaciones con Sophie terminan igual y de todas formas no puedo convencer a mí padre de que me deje hacer lo que quiero… Pero hoy no, ¡Hoy tengo un as bajo la manga! 

—¿Y cuál es ese “as bajo la manga”? 
—Muy fácil, ¡Usaré al tonto de Goodman! 
—¡Ey! No me digas tonto, ¿Y cómo es que yo entro en tú plan? 
—Le diré a papá que quiero pasar más tiempo contigo para que… ¡¡ESPERA, ¿CUÁNTO TIEMPO LLEVAS AHÍ?!! 
—Jeje… Ese fue un buen grito. 

Allí estaba a mí lado el señor Goodman, ¡Y yo aquí hablándole con total confianza! 
Busqué con mí miraba y a un lado estaba Sophie haciendo una reverencia mientras se reía. Nota mental; vengarme terriblemente de Sophie. Por lo pronto, ¡Me voy a conformar con el tremendo pisotón que le voy a dar al chistosito! 

—¿Así que el mío te pareció un buen grito? 
—Pues sí, algo tiern- 

Antes de que terminara su frase le di el pisotón que tanto quería, y acto siguiente comenzó a saltar en una pata chillando cómo tonto… Oye, ¡Esto sí es divertido! Mientras me divertía por los resultados de mí travesura sentí un tirón de orejas, que era nada menos que Sophie mirándome con un poco de enojo en su mirada. 

—¡No puedes tirarme de la oreja así, soy una princesa!— Me quejé tratando de liberarme. 
—Lo siento, pero debo reprender te cuándo haces algo mal. Además, tus orejas son perfectas para tirar.— Respondió ella sin soltarme la oreja y sin un ápice de arrepentimiento. 

Ella siempre dice lo mismo sobre mis orejitas… Por herencia de mí madre tengo orejas en punta, un poco alargadas. Según ella son placenteras al tacto, ¡Pero me duelen mucho los tirones que me da la muy bruta! 

—Acabas de pensar que soy bruta, ¿Verdad? 
—Eh… ¿No? 

Y allá aumentó la fuerza del tirón, ¡Deja de leerme la mente! Se supone que mis pensamientos deberían ser mí santuario privado… Y ahora que lo pienso, ¡El señor Goodman también respondió a uno de mis pensamientos hace un rato! 

—¿Podemos volver al tema de las compras por favor? 
Esta vez no fui yo la que propuso el tema, sino el rengueante señor Goodman. 
—Bien, en resumen te usaré para convencer a mí padre de dejarme ir a comprar. 
—¿Comprar qué? 
—¡No voy a tener esta conversación de nuevo! 
Ya suficiente tuve con Sophie sacando a relucir mis nulos conocimientos del mercado. 
—Bien, bien, no era necesario gritar… Pero ese plan no va a funcionar. 
—¿Por qué no?— Pregunté levantando la ceja. 
—Porque ya tengo el permiso de tú padre para ir a caminar por la capital. 
—¿Tú tienes QUÉ?! 
—El permiso de tú padre para caminar por la capital.— Repitió con una soberbia sonrisa. 

No puedo creerlo… ¡¿Es en serio papá?! ¡Años pidiéndote algo y al final terminas dándomelo solo porque tú amigo te lo sugirió! Aunque bueno, técnicamente pasó algo similar ayer… ¡Pero de todas formas estoy indignada de ver lo fácil que mí papá accede a las peticiones de este ridículo! 

—¡¿A quién le dices ridículo?!— Exclamó el señor Goodman, nuevamente demostrando que el muy desgraciado sabe lo que estoy pensando. ¡Seguro Sophie tiene algo que ver! 
—¡A ti! ¡Y deja de leerme la mente! 
—No te leo la mente. Es solo que cuando te pones a pensar pones unas caras bastante expresivas.— Comentó haciendo una seña de comillas con las manos para esa última palabra. 
—¿Y eso que quiere decir exactamente? 
—Que eres una persona muy sincera. 
—… No sé si eso fue un cumplido o un insulto. 
—¡Un cumplido obviamente, su alteza! 
—Por alguna razón me cuesta creerte cuando sonríes de esa forma. 

Lo que sí es difícil de creer es que no note ningún tipo de malicia de este tipo, ¡A pesar de ser claramente la persona más dañina en el castillo! Mí habilidad debe estar fallando, es la única explicación. 

—¡Bien! Será nuestra primera cita, ponte algo bonito.— Dijo mientras se alejaba trotando. 
—¡No es una cita! 
—¡Sí lo es! 

Y antes de poder replicar dobló la esquina y salió de mí vista. 

—En serio lo odio, ¿Qué clase de persona corre en un castillo? ¡Al menos debe tener un mínimo de clase! 
—Es muy gracioso escuchar eso de usted.— Me respondió Sophie tocando mí hombro. 
Sí, soy reacia a darle a ese tipo lo que quiere, pero aún así…  
—Mañana será un gran día.— Murmuró Sophie mirándome con una sonrisa. 
—¡Sí! 

Siempre fue mí sueño poder al menos pasear por la ciudad sin necesidad de una guarnición de mosqueteros pisándome los talones. En la noche apenas y pude dormir, ya que debía madrugar para las preparaciones; Para empezar, Sophie tuvo que teñir mí cabello la noche anterior, ya que el color rubio rojizo de mí cabello destaca demasiado. Me resistí mucho al principio, pero supongo que era un precio que tenía que pagar por la libertad… De todos modos usamos tintura que se va en poco tiempo, así que a lo mucho se me quitará en un día. En conjunto a ello iré con mí cabello suelto para que cubra mis orejas. 
Luego de eso estaba el tema de mí vestimenta, ¡Y yo insistí en hacerme pasar por una plebeya! Fue gracias a eso que me permitieron usar un vestido mucho más simple de lo habitual, y me dieron un sombrero chistoso. Ahora bien; El siguiente problema era el mayor de todos, y es que debían sacarme del castillo discretamente. La solución fue irme en uno de los automóviles que los mosqueteros usan en sus patrullas, para luego dejarme bajar en una de las calles menos transitadas. 
¡Y aquí estoy! ¡Esperando a que la persona que debía llevarme por los alrededores aparezca! Apenas y puedo aguantarme la emoción, y la única razón por la que no salgo corriendo a ver los alrededores es que tengo una escolta disfrazada en los alrededores. ¿Cómo lo sé? Llámenme loca, tal vez sea puro instinto, pero creo que normalmente un barrendero no lleva una espada colgando de la cintura. Al principio no me confíe, después de todo puede que los barrenderos sí deban llevar armas y yo ni enterada por muy raro que suene. Lo que me dio la pista final es que una señora con barba que estaba alimentando a las palomas con migajas de pan le lanzó una bola de fuego a un borracho que pasó caminando cerca de mí. 



O de verdad no sé absolutamente nada de los plebeyos o mí papá no entiende cuando le digo “¡No necesito una escolta!”. Honestamente espero que sea la segunda, porque de ser la primera estaría bastante preocupada… 
Mientras esos pensamientos pasaban por mí cabeza un hombre fue sacado a patadas de un bar cercano. 

—¡Y no vuelvas!— Exclamó el tipo que lo echó cerrando la puerta con fuerza. 
—¡¿Y yo qué culpa tengo de que no sepan jugar a las cartas?! 

El tipo que sacaron se sacudió la tierra que tenía en sus extrañas ropas y luego caminó en mí dirección. 

—¿Lista para nuestra primera cita? 
… Sí, al menos en lo referente a sorprenderme de manera negativa, él parece que será capaz de siempre superar mis expectativas. Debo admitir que fue bastante inesperado ver cómo a alguien supuestamente tan importante cómo lo es el señor Goodman fue lanzado así de aquel bar. 
—¿En serio? ¿Vas a escoltar a alguien de la realeza por la ciudad y lo primero que se te ocurre es emborracharte en un bar?— Le pregunté cruzada de brazos y claramente asqueada por su actitud (y él en general). 
—¡Claro que no! No tomé ni una sola gota de alcohol. 
—Me cuesta creerlo cuando te acabo de ver salir de ese bar. 

O más precisamente, ser sacado a patadas de ese bar. 

—No fui a tomar, fui a jugar. De hecho, me sacaron del bar debido a lo que ellos definieron cómo “conducta poco honesta”, pero no les creas nada, es que son malos perdedores. 

Iba a decir algo al respecto, pero no siento que me esté mintiendo. Fuera de eso, ¡Quiero empezar ya, cada segundo que pasa es un segundo perdido! Sin más dilación, comencé a caminar en dirección a las vidrieras para ver lo que tienen que ofrecer. 

—¡Ey! Espérame, se supone que debemos ir juntos.— Replicó el señor Goodman tratando de alcanzarme. 
—Entonces no te quedes ahí parado, ¡Hay mucho por hacer! 

Es agradable caminar casualmente por la ciudad sin tener que preocuparme de nada. La gente está ocupada dirigiéndose a sus trabajos y circulando por los negocios de la zona, aunque sí me incómoda un poco mí vestimenta. A pesar de que sí se veía simple en un principio, sigo resaltando un poco alrededor de la gente. 

—Ey, señor Goodman, ¿Resalto demasiado con esta ropa? La siento demasiado colorida.— Maldigo a Sophie y su gusto por el amarillo… ¡Creo que soy la única vestida de amarillo en esta calle! 
—Bueno, en primer lugar deja de llamarme así. Llámame Dennis, ¡Estamos en confianza! 
—No, no lo estamos.— Respondí en seco. Creo que estoy tomando gusto por molestarlo. 
—¡Que fría! Eso me lástima mucho.— Dijo cubriéndose la cara fingiendo llorar.— ¡¿Por qué?! ¡¿No soy suficiente para ti?! 
—¿Eh? 

Al principio no entendí por qué gritó con tanta pasión, pero luego lo noté, ¡Todos en la calle nos estaban mirando! 

—¡¿Por qué me desprecias Véronique?!— Repentinamente cayó arrodillado en el suelo mientras preguntaba entre llantos, aumentando así sus chillidos afligidos.— ¡¿Solo me has usado por mí dinero?! ¡¿No significo nada para ti?! 

Ahora todos lo miraban con pena, y podía sentir las miradas expectantes sobre mí. 

—¡N-n-n-no! ¡Eso no es verdad! 
—¡¿Entonces por qué ni siquiera me llamas por mí nombre?! 

Asqueroso manipulador hijo de- 

—Está b-bien, Dennis… 
—¿Cómo me dijiste? 
—Dennis, vámonos.— Traté de decirle por lo bajo. 
—Dilo fuerte, que creo que no pude escucharte. 

Lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio lo odio- 

—¡Está bien, Dennis, Dennis, te llamaré Dennis de ahora en adelante! 
—¡Mí amooooooor!— Exclamó cariñoso mientras se lanzaba con los brazos abiertos. 

La gente en los alrededores aplaudían, y parece que ignoraron la cachetada que le di al emponchado por su intento de abrazo. Discretamente nos escabullimos luego de que el espectáculo pasó, y unos cuantos golpes después, él finalmente se dignó a responder; 

—Y no, no resaltas tanto cómo crees. El vestido es bonito y a lo mucho quién más resalta de los dos por la ropa creo que sería yo. 

Bueno, objetivamente hablando es verdad que ese poncho llama bastante la atención teniendo en cuenta el tipo de vestimenta que se usa en este país. Pero aún así… 

—¿Entonces por qué sentía tanta gente mirándome? 
—Más específicamente, hombres mirándote. 
—¿Eh? 
—Bueno, no todos los días hay una nueva forastera en la ciudad que es mínimo nueve de diez. Y eso quedándome corto… 
—No te estoy entendiendo, ¿Nueve de diez? 
—Nada, nada, solo digo que de por sí tienes el porte de una princesa. Incluso tú forma de caminar elegante te delata. 
—¡Yo no camino elegante! 
… ¿Lo hago? 
—Bien, ¿Qué tal esto? Vamos a alguna tienda de ropa para que te pongas algo más cómodo, y luego podemos ir a un negocio que tú elijas. 
—… ¿Tú pagas? 
—Bueno, yo te invité, así que es lo justo. 
¡Hora de la venganza! ¡Haré que gaste hasta quedar seco! 
—Será difícil, tengo dinero para comprar hasta el castillo de tú familia. 
—¡Deja de leerme la mente! 

Obviamente yo elegí el lugar en el que compraría mí ropa, ¡Quería la más regular y normal que se pudiera conseguir! Pero luego de que el señor Goodman explicara las contras de comprar ropa de un puesto en un callejón, me decidí por la segunda opción que era un local que vendía ropa a bajo precio debido a su reciente inauguración. 

—¡Esto es justo lo que quería! Esta sí es ropa plebeya. 
—Creo que si dices eso lo suficientemente fuerte nos van a sacar del local. 

Cambié el complejo vestido que tenía por uno más simple de una sola pieza y en general mucho mucho mucho más cómodo de vestir. ¡Maldigo a la persona que impuso que la ropa bonita debe ser incómoda! ¡La comodidad es más importante que el estilo! 

—Te queda bien. 
—No te pregunté. 
—No, en serio, pasaste de vestirte de princesa encubierta a hija de mercader.— Dijo casualmente mientras levantaba su pulgar. 
—Aceptaré ese cumplido, pero me ofende muchísimo. 
—¡Bien! Lo prometido es deuda, puedes elegir qué haremos ahora. 

 Desde el principio ya sabía a dónde quería ir, ¡Si hablamos de aventuras y viajes fantásticos, hay una cosa que jamás puede faltar! 

—¡Quiero ir a ver lo que hay allí!— Declaré entonces apuntando a una vidriera con varios objetos excéntricos hechos de madera, metal y con varias gemas de colores incrustadas. 
—… Bueno, no es lo mejor que he visto, pero supongo que será perfecto para iniciar. ¿Alguna razón en especial para haberlo elegido? 
—Siempre he querido practicar magia, pero digamos que no he tenido mucha suerte. 

Cómo habrá sido fácil adivinar, mí elección fue un local que vende complementos para magos, que van desde báculos y brebajes hasta… 

—¡Mira! ¡Tienen varitas!— Dije agarrando una de las que estaban de muestra. 

No era la gran cosa, apenas era madera tallada con una muy pequeña gema en medio, pero peor es nada. Trataría de usarla, pero digamos que esto de usar magia no se me da exactamente bien. 
Me distraje un rato viendo lo que había en los alrededores, hasta que noté que el señor Goodman está… ¡¿Está rascándose la espalda con una varita?! 

—¡Deja eso, ten un poco de respeto por la magia! 
—Pffff, la cantidad de magos bajó con la llegada de las armas de fuego. Hoy en día estas tiendas Arcanas están pasándola muy mal y con mucha razón. 

Él apuntó al mostrador, en dónde el dependiente estaba contando billetes con una gran sonrisa. Tal parece que él sí pagó por esa varita, ¡Pero aún así es insultante! 

—¡La magia le gana con creces a las armas!— Le grité indignada. 
—Sí, es verdad, peeeeeero es mucho más fácil disparar una pistola que aprender a lanzar luces con un palo. 
—Eso dicen las personas amargadas que no pueden usar magia. 
—¿Tú sí puedes?— Cuestionó burlón. 
—¡No es el tema de conversación! 

Él comenzó a reírse un poco mientras seguía rascándose la espalda usando la varita que compró. 

—Sigo pensando que no deberías usar una varita de esa forma, déjala para personas que sí sepan usar magia. 
—Yo sí sé usar magia. 
—Sí, claaaaaro. 
—No, en serio. 

Él extendió la varita frente a él y un pequeño brillo apareció en la punta. Nada para presumir o en general muy vistoso, pero era algo. 

—¿Y a eso le llamas magia? 
—Si hago más que esto me van a arrastrar a un calabozo por tercera vez en el día. 

Obviando lo impresionante que es lo rápido que logra romper la ley, sí es ilegal emplear las artes Arcanas en la ciudad sin un permiso adecuado. 
A mí también me gustaría aprender, pero luego de una serie de eventos nadie ha querido enseñarme, ni siquiera la élite de los mosqueteros o maestros de gran renombre han vuelto a tratar de enseñarme. ¡Papá incluso me prohibió practicar sola luego de haberlo intentado solo una vez! No es mí culpa que las paredes del castillo fueran tan frágiles. Aún no perdono a Sophie por haberme avisado esa vez… Espera, ¿Él acaba de decir que sí sabe usar magia? 

—¿Usas magia? ¿De dónde aprendiste? 
—Nací literalmente en el continente más peligroso de todos. Hasta el borracho del pueblo sabía usar un poco de magia. 
—¿Y eres bueno? 
—Pues… Supongo que sí. 
—¡¿Puedes enseñarme?! 
—Na. 
—¿Por qué no? ¿Tú también crees que no tengo talento? 
—No, porque no suena romántico. Tengo todo un itinerario preparado para el viaje. 

Él sacó una hoja que en ese mismo momento tomé para leerla. No tardé mucho, solo se repetía varias veces la palabra “fortalecer la relación”. Ni siquiera sé por qué se puso a llorar en cuanto rompí la hoja en pedacitos. 

—¡Estuve horas haciendo ese itinerario! 
—Ni siquiera quiero saber qué significa “Fortalecer la Relación”, y la risita que acabas de soltar mientras lo decía solo me provoca ganas de patearte. 
—Eres mala… Te propongo algo, yo te enseño lo que quieras y a cambio tú- 
—No. 
—¡No me diste tiempo a terminar lo que iba a decir! 
—No necesito escucharlo, sé que ibas a decir algo que no quería hacer. 
—¡Bien! Entonces a cambio de mis conocimientos pido… ¡Permiso para llamarte Elie! 
—Lo haces aún si yo te digo que no lo hagas. 
—Sí, pero sería bonito poder hacerlo sin que me lances una mirada asesina. 
—Perdón, lo hago por reflejo. 
—¿Es un trato entonces? 

Honestamente lo veo cómo un precio muy bajo si es que logro aprender aunque sea lo básico de la magia. ¡Espera! ¡Acabo de tener una idea brillante! 

—¡Me parece bien, pero subamos un poco más la apuesta! 
—Te escucho mí princesita. 
—En primer lugar, no vuelvas a llamarme así, da asco. En segundo lugar… Junto con ese trato propongo una apuesta; Si no logras enseñarme magia a un nivel razonable para cuando nuestro viaje termine, hablarás con mí padre para que me permita viajar regularmente aunque sea alrededor del país. 
—¿Y cuál sería aproximadamente un “nivel razonable”? 
—Al menos suficiente fuerza para derrotar a un mosquetero promedio. 
—Claro, solo debo hacer que una chica con 0 experiencia mejore lo suficiente para poder derrotar a hombres que entrenaron todas sus vidas para poder erradicar cualquier amenaza dentro de una nación completa, suena muy razonable y en extremo accesible. 
—¿Qué? ¿Ahora tienes miedo? 
—Mucho, pero supongo que una solicitud de ese calibre viene con una recompensa acorde a su dificultad.— Dijo mientras salía de la tienda y continuábamos nuestra caminata por las calles de la ciudad. 
—Hm… No tengo mucho para ofrecerte, así que si lo logras cumpliré sin rechistar una petición tuya a elección. 
—¿Puede ser cualquier cosa? 
—Nada lascivo. 
—¡Caraj*! Bueno, sigue siendo un buen trato, ¡Acepto! 

¡Bien! Al parecer este viaje será solo ganancias. Si pierdo la apuesta cumplo mí fantasía de poder ser una poderosa maga, y si la ganó entonces cumplo mí sueño de un estilo de vida mucho más libre y con menos encierro, ¡Soy una genio! 
Y cómo un inicio este paseo por la capital fue lo mejor que me ha pasado. No solo tuve una buena vista de lo que es la vida promedio de la clase media y sus costumbres. Debo decir que las crepas que hacía el chef en el castillo eran mucho más ostentosas, pero las que comí en la plaza tampoco estaban mal. Luego de eso me asombró lo baratas que parecían las cosas (a pesar de que el señor Goodman insistía en que tengo los conocimientos económicos de una patata) y le tiré unas monedas a un mimo. Todos siempre dicen que los mimos dan miedo, pero a mí me pareció bastante chistoso. 
Fue esa misma tarde, cuando el sol se estaba ocultando, luego de mirar en retrospectiva lo divertido que fue el día cuándo noté un detallito chiquito, chiquito, chiquito… 

—¡¡No compramos nada para el viaje!! 

¡Me divertí tanto que no me di cuenta de lo rápido que pasó el tiempo. 

—No te preocupes, de todas formas aún hay tiempo. 
—¿Me recuerdas una vez más cuándo partimos? 
—Mañana. 

Y en este preciso momento estoy segura de que no es necesario leerme la mente para saber que estoy gritando internamente. 

—No sé por qué tanto drama, ¿Qué? ¿No nos divertimos? 
—¡Ese no es el punto! ¡Mañana salgo de viaje y no compré nada de ropa salvo esto que llevo puesto! 
—Que técnicamente compré yo. 
—¡No me estás ayudando! 
—Está bien, está bien… Tú ve a dormir tranquila esta noche que yo me hago cargo de todo. 

Es curioso que alguien con tantas fallas y que mete la pata cada 30 pasos contados pueda hablar con tanta seguridad. 

—¿Y cuál es tú plan exactamente? 
—Bueno, soy el comerciante con mayor fortuna en la ciudad y muchas tiendas son en realidad sucursales de mí muy humilde imperio empresarial. Conseguir equipaje para un pequeño viaje es cosa de menos de media hora. 
—¿Y mí ropa qué? No pienso llevar mí ropa del castillo a un viaje. 
—Ya lo tengo cubierto, sé tus medidas y el tipo de ropa que te gusta. Tiene que ser cómoda y- 
—Perdón, creo que escuché mal, ¿Dijiste que sabes mis medidas? 
—Ropa cómoda y práctica, nada que sea subido de tono. 
—¡No evadas la pregunta! 
—Tú tranquila, tú amiga Sophie se ofreció a ayudarme si eso te tranquiliza. Hasta me dio una lista de cosas indispensables. 

Tengo mis serias dudas sobre si él podrá comprar todo lo que necesito para el viaje, pero no tengo muchas otras opciones. De todas formas Sophie es bastante profesional… A veces… Sí. 

—Bueno, es hora de separarnos hasta mañana mí dulce lirio. 
—No vuelvas a llamarme así. 
—No importa, lo dije porque escuché a un tipo decirlo hace un rato. 

El viaje nuevamente al castillo no fue la gran cosa, ¡Lo que más me gustó de volver fue definitivamente poder quitarme la pintura del cabello! Amo mí color de cabello natural, me recuerda a mí madre y a mí padre. Ella tiene cabello rubio, pero el brillo rojizo es del lado paterno… ¡Otra vez estoy divagando! 
No pude dormir en toda la noche por la emoción de al fin poder viajar, y una vez que el sol salió ya estaba lista. Tuve una pequeña discusión con mí padre debido a que yo quería llevar mí arco y él insistió en que era innecesario. Dijo lo mismo de cualquier tipo de arma y luego… 

—Pa’, ¿Me vas a dejar ir? 
—Solo un poquito más. 

Lleva 15 minutos abrazándome en las puertas del castillo con todos viéndome. Hasta se quitó el guante, ¡El guante! Ese mismo que usa siempre, incluso cuando habla con embajadores extranjeros o los duques de Fleur. ¿Razón para usar ese guante? Su mano es completamente negra y sus uñas casi parecen garras, ¡Pero solo su mano izquierda! La derecha es completamente normal. Esa misma piel negra continúa su brazo difuminándose hasta el hombro, cosa que también explica por qué usa ropa de mangas largas incluso en verano. Supuestamente es algo hereditario de la familia real de Fleur, pero parece que se saltó una generación ya que yo no tengo nada. Mí abuelo tenía una pierna así, mí padre su brazo y según tengo entendido mí bisabuela tenía esa piel negruzca en su abdomen. Por mí parte yo no tengo nada de eso, lo cuál es bueno y malo. Bueno porque no tengo ninguna parte de mí cuerpo para ocultar y malo porque no el médico cree que mí falta de eso es lo que provoca mí pobre control sobre temas de magia… 

—Ey Clodi, sé que quieres mucho a tú hija pero si dejo más tiempo sola a la caravana habrá un mal humor general durante el viaje. 
—¡Oh, cállate Goodman! Sabrás por lo que pasó cuándo tengas una hija tan linda.— Dijo mí padre reafirmando su abrazo a pesar de las risas de las demás personas alrededor. 

Sé que voy a extrañar mucho a papá durante el viaje, y aún así me alegro mucho de que ya no tendrá manera de avergonzarme. De quién sí me va a doler mucho despedirme será de Sophie… He llegado a considerarla incluso una hermana para- 

—Buen viaje Elie, recuerda que debes contarme todo lo relacionado a primeras veces cuando vuelvas. 

… Bueno, puede que extrañe un poco menos de lo que pensé a Sophie. Luego de otros 5 minutos de abrazos finalmente salí del castillo escoltada discretamente por los mosqueteros fuera de la ciudad. Papá dijo que solo mí salida de la capital no se informaría oficialmente, pero inevitablemente el rumor de que estoy recorriendo el país llegará al público general. A pesar de la creciente cantidad de bandidos desde la frontera de Søren y la tensión en la frontera con Anglia, papá no se veía nada preocupado ya que estaré con su amigo. Eso me llevó a pensar que la caravana de comerciantes ambulantes en la que viaja el señor Goodman debía tener una seguridad de primera. Jamás sentí a mis expectativas tan traicionadas cómo en este momento. 

—… Dennis. 
—¡Ay! Ya usas mí nombre con normalidad. Casi se me salen las lágrim- 
—Dennis. 
—¿Sí? 
—¿No dijiste que íbamos a viajar en una caravana? 
—Creo que lo dije, sí. 
—¿Y dónde está la caravana? 
—Aquí mismo. 
—No, no es una caravana, es una carreta destartalada. 

Es una enorme carroza de madera y está cargada con un montón de cajas, sacos y otras cosas envueltas. Un lado parecía tener un hongo y las ruedas están tan usadas que ya ni parecen redondas, todo ello que eran al menos algunas toneladas estaba siendo por un solo caballo aparentemente cubierto de barro, ¡Ni siquiera sé si su pelaje marrón es natural! 

—¡No voy a subirme a eso! 
—Debes hacerlo. 
—¿Ah sí? ¿Por qué? 
—Porque tú padre sabía que te ibas a arrepentir. 

Luego de decir eso apuntó detrás de mí; Todos los mosqueteros se habían ido a toda velocidad, dejándome a un kilómetro de la capital mientras se reían. 

—… Odio a mí padre casi tanto cómo lo amo. 
—Lo sé, lo sé… Vamos, debemos poner en funcionamiento la caravana. 
—¡Por última vez, si solo eres tú no es una caravana! 
—¡Shhh! Montaña es muy sensible. 
—¿Y ese quién es? 
—Mí caballo, ¡El mejor caballo del mundo! 

… Este será un viaje muy largo, pero aún así el inicio de mí tan ansiada aventura. 




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