Narrador Omnisciente.
Día 16 de julio, parte de Tifanía celebró de manera obligatoria el ascenso de los cadetes a soldados de clase baja, en el interior de la ciudad de Tifanía, el reino se encontró en un problema de finanzas y el rey Martín quien se preocupó de que los ciudadanos lo dejaran de querer, recurrió a la minería en territorio ajeno.
—Su alteza —dijo el consejero del rey—. El cargamento de oro ha llegado sin ningún problema, pero creo que no deberíamos retar al destino.
—Tonterías eso no será suficiente —Expresó Martín con una risa descarada—. Además todo esto es solo provisional por el problema de la sobre población.
—Pero, aun así allanar de tal manera el territorio de los Orx podría causar futuros conflictos.
—la verdad eso sería un problema, pero esos seres estúpidos ni siquiera usan el oro.
Aun si las palabras del rey Martín eran ciertas, los Orx eran una raza guerrera de seres de aspecto monstruoso con un carácter irascible que adoraban las peleas, en otras palabras si se les daba una razón para un conflicto no lo desperdiciarían.
Ese día transcurrió de manera normal, no obstante el rey poco convencido con los resultados ordenó que extrajeran un cargamento mas de oro sin saber lo que eso ocasionaría. La misión encomendada por el rey fue ejecutada por un grupo de diez mineros escoltados por treinta soldados, mientras que todavía los mineros se encontraban realizando su oficio un grupo de cinco o más Orx fueron avistados, los soldados escoltas al presenciar el peculiar aspecto aberrante que poseían los Orx sin pensarlo atacaron de manera conjunta a los mismos, no obstante los Orx que poseen una altura promedio de dos metros y diez veces la fuerza de un humano respondieron al ataque de manera ofensiva lo cual terminó muy bien para los Orx, pero por otro lado todos los humanos que se encontraban en la zona terminaron por morir.
A través de lo sucedido se generaron rumores de que una guerra se avecinaba, mientras que el rey poco diplomático en ese tipo de situaciones mandó un grupo de espionaje para saber con qué tipo de armas atacarían los Orx y que estrategias usarían, pero esto solo ocasionó que los Orx los mataran a todos y que se decidieran por una guerra.
El rey Martín se dio cuenta de que estaba en una mala posición ya que el reino solo contaba con siete mil soldados y unos cuatro mil caballeros, mientras que sus enemigos los Orx contaban con un ejército de quince mil soldados muy fuertes, se vio en la necesidad de pedir apoyo a otra raza, primero trató de realizar un acuerdo con los Tirant que eran una raza de gigantes que en promedio median de quince a veinte metros, pero no funcionó y recurrió a los Avil que eran una raza de seres humanoides con alas pero tampoco lo consiguió, entonces recurrió a su última carta, a través de un antiguo ritual pidió ayuda a los Esbirros una raza de demonios que ofrecían ayuda solo a aquellos que le dieran algo a cambio.
—¡Oh! poderosos Esbirros brindadme su ayuda —recitaba Martín en forma de ritual—. Y a cambio les daré las almas de la mitad de mis ciudadanos.
Ante esta oferta de parte del rey, los Esbirros respondieron al llamado, con una voz grave de ultratumba y una densa neblina que inundó la habitación contestaron a su proposición.
—Tu oferta es tentadora —dijo una voz que parecía no provenir de ningún lugar en especifico—. Pero solo quiero que me des un alma.
—¿Ah si? ¿y a cual te refieres? —preguntó Martín.
—Hablo de el descendiente de Leonard, Leo Lenad —hizo una pausa que generó un ambiente denso y luego con voz grave y seria dijo—. Quiero su alma, si me la consigues no necesitaré nada más para concederte el poder que quieres.
Ante esta contraoferta atractiva y bastante más simple expresó con un rostro de completa seriedad.
—Si la quieres te la daré, así como te di la de su padre, pero antes quiero que me ayudes con tu fuerza y luego te daré su alma —calló un momento como si lo pensara—. Pero si por el contrario incumplo puedes tomar la mía.
—Trato hecho —aceptó el trato la misteriosa voz mientras se materializaba una huesuda mano y estrechaba la del rey—. Espero que no me falles.
Una vez estuvo terminado el acuerdo, un extraño agujero negro se materializó en el lugar del ritual y del mismo empezaron a salir espíritus que entraron en los cuerpos de los soldados que se encontraban presentes en la ciudad, con la función de fortalecer su físico y poco después se esfumó en el aire.
Una vez que en Tifanía estaban listos y armados para la guerra un grupo de 50 soldados fortalecidos por los Esbirros, fueron en dirección al reino de los Orx para exigir su rendición, en cuanto los soldados pisaron el terreno enemigo fueron atacados por un grupo de Orx los cuales se encontraban protegidos con fuertes armaduras de acero de damasco y con grandes hachas, pero los recientemente fortalecidos soldados dieron una fuerte batalla tras la cual perdieron a 6 de los suyos, pero saliendo vencedores.
Al darse cuenta los Orx de tan abrupta fuerza conseguida por los humanos en tan poco tiempo, se reunieron con los reyes de los Tirant y de los Avil.
—Los eh convocado aquí por la creciente amenaza del reino de los humanos —expresó el rey de los Orx, Borno.
—¿Por qué deberíamos nosotros intervenir? —dijo con estruendosa voz el rey de los Tirant, Garl.
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Editado: 12.09.2024