Incansable voluntad

Cap. 17: La Transformación De Voldor

Narrador omnisciente.

(Unos 5 minutos antes de que Leo se encuentre con Sofía)

Mientras que Leo se marchó corriendo para abandonar la escena, Voldor se quedó comandando al ejército durante la lucha. Voldor peleó con audacia para sobrevivir a los ataques que realizaron los Esbirros, pero aun con Voldor comandando al ejército, el destino para la orden de Leo era bastante oscuro. La diferencia entre fuerza y número era grande, por lo que los humanos no podían hacerle frente, a menos que usaran su voluntad; por otra parte, los Dragonianos le hacían frente de manera grandiosa, ya fuera por la increíble fuerza o por el deseo de vengar a todos los agricultores y mineros que habían muerto a causa de su poca experiencia en combate, a manos de los soldados controlados.

Uno a uno caían; los humanos eran derrotados con rapidez, convirtiéndose así en Esbirros, haciendo que el ejército de Leo se redujera y el de los Esbirros se acrecentara. Voldor empezaba a perder la esperanza; en su mente llegó por primera vez la idea de que pronto moriría, pero "el miedo hace más fuerte a los débiles", Voldor no era parte de ellos, pero el miedo causó un deseo o más bien una necesidad por sobrevivir. Esto le hizo sacar a relucir su verdadero poder.

Su cuerpo se empezó a estremecer, mientras que los enemigos de alrededor por instinto se alejaban; esa de hecho fue una buena decisión por parte de los Esbirros, pues el cuerpo de Voldor tomó un aspecto atroz. Primero empezó a crecer, con ello su armadura se desprendió de su cuerpo, dejando al descubierto el cuerpo desnudo y con muchas cicatrices de Voldor, ese claro exhibicionismo no duraría mucho puesto que su tren inferior empezó a generar grueso bello como el de un oso y sus piernas que antes eran ordinarias de un humano, se cambiaron a algo más salvaje, el dobles de sus piernas se volvió igual al de los animales, con la rodilla apuntando a la dirección opuesta y sus pies se tornaron en pesuñas, por su parte en su tren superior, aumentaron los músculos, también su cabeza cambió, tomó la misma estructura que el de un toro, su mandíbula se alargó, sus orejas se ubicaron más arriba y de su cráneo salieron dos grandes cuernos de unos treinta centímetros, quedando así convertido en una criatura muy similar a un mino-tauro.

—¿En qué me he convertido? —preguntó Voldor, ahora con una voz más grave.

—Creo que ahora eres una especie de humano-toro, es decir, un mino-tauro —contestó Melisa desde lo lejos.

—Pero, ¿cómo? Si hace un momento no era más que un humano —dijo Voldor.

—Pues, reescribiste tu estructura existencial, algo bastante similar a lo que hace Leo cuando convierte su piel en acero y es, de hecho, la máxima forma de la voluntad —exclamó Melisa mostrando su sabiduría.

—Bien, supongo que ahora mis golpes dolerán más, ¿No es cierto? —bromeó Voldor con un tono siniestro, mientras miraba a los esbirros a su alrededor.

Aun en esa forma Voldor seguía siendo el mismo, solo que con las manos que tenía no podía sostener una espada, así que procuró usar sus corpulentas manos de bestia. Con un golpe mandaba a volar por los aires a cualquier Esbirro de la cercanía; ahora sí era una "gran" amenaza para los Esbirros, por lo que la atención del enemigo fue dispuesta hacia él, pero ninguno podía hacerle frente y terminaban todos mordiendo el polvo.

El gran ejército de esbirros fue reducido bastante, gracias a un solo hombre o más bien un monstruo. Tras esa batalla el ejército restante era bastante reducido (y no hace falta decir que estaba, en su mayoría, compuesto por Dragonianos), sin embargo, los soldados que apoyaban a Leo ya no sentían para nada el deseo de seguir en esa lucha que para ellos ahora parecía un sin sentido, esto debido a la masacre de sus compañeros que habían presenciado hacía solo unos instantes atrás…

—¡Ya no podemos seguir con esto! Alzó la voz un hombre que formaba parte de las tropas: —Ya se ha derramado mucha sangre sin sentido, por la causa egoísta de un simple hombre.

Voldor al escuchar esa palabra se enfureció; al ver que pronto sucedería algo malo, Melisa se acercó a Voldor y lo tranquilizó con unas palmadas en la espalda; luego de eso Voldor se serenó y respondió a los insultantes comentarios del hombre.

—Así que un simple hombre ¿eh?, ¿un simple hombre habría reunido a este ejército para levantarse contra el rey Martín? ¿Un simple hombre habría llegado al mismísimo infierno para cumplir con su meta? ¿Acaso un simple hombre se habría atrevido a ir en contra de todo pronóstico al castillo de Thanatos para vencerlo y hacerse merecedor del cuerpo vació de Martín? ¿No, verdad? —exclamó Voldor convencido de que todos los presentes cambiarían su opinión sobre Leo gracias a sus palabras.

—Pues bien, me equivoqué, no es un simple hombre, pero eso no significa que estaré de su lado, si de verdad es tan extraordinario como dices que es, entonces no necesitará ayuda —concluyó el hombre mientras se marchaba y con él muchos más.

—Bien, váyanse, Leo no necesita a inútiles como ustedes —gritó Voldor para desahogarse.

Próximo a esa situación, Voldor dirigió a los pocos soldados restantes en dirección al castillo en donde se encontraba Leo. El sonido causado por la marcha del ejército era bastante ruidoso; no obstante, en ese ruido Voldor se encontraba pensativo e indiferente con los que lo rodeaban; su mente era un templo de paz imperturbable; la razón era que tenía una idea obsesiva por ayudar a Leo, pues sentía que él debía ayudarlo como fuera y que el ejército que habían reunido decreciera en número era para él una muestra de su incompetencia.




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