Incatura Azura.

Capitulo 2 Una historia muy común.

―Mi nombre no es Azura ―Es lo único que respondo antes de acercarme y montar con dificultad a la loca potra que no hace más que sacudirse con violencia ―¿Y entonces? ―Jalo con fuerza de las brindas para que coja mínimo, no estoy de humor para animales mal domados ―¡Compórtate! ―Exijo en un tono de voz firme y poco paciente logrando que la yegua cumpla mi petición y controle un poco a su mal carácter.

―¿Sabe montar? ―Resoplo fastidiada, realmente comenzando a hartarme de no entender un cuerno de esto que esta pasando.

―Mi abuelo se encargo de enseñarme bien ―Respondo con la mandíbula apretada por el dolor en mi brazo, manteniendo a duras penas el control del animal.

―Deje que la yegua la guié, ella sabe a donde debe dirigirse.

―¡Espere! ―Le llamo al ver que me va a dejar sola teniendo una mala sensación en el cuerpo, algo que me dice que no estoy donde debería estar ―¿Por qué debería confiar en usted?

―Porque soy una de las pocas personas que conoce el propósito de su presencia aquí ―Responde sin más dejándome más confundida que antes, lo observo con desconfianza, preguntándome sin cesar ¿Cómo coños llegue aquí? ¿Dónde estoy? Y la mas importante ¿Dé que propósito habla el viejo éste?

Al verme sola golpeo suavemente a la yegua en su pecho invitándole a emprender la partida.

―Aquí, ¿Dónde se supone que es aquí? ―Demasiado bosque, animales pequeños, abundante sonidos de la naturaleza y sin embargo nada de civilización, a la distancia logro visualizar humo ―Espero no sea un incendio, algo así definitivamente mejoraría mi día ―Pienso con sarcasmo ―Debo estar soñando ―Susurro consternada al llegar a un pueblo que parece más un... no tengo idea pero esto no es lo que esperaba encontrar. Casas hermosas, si, pero son hechas de tablas, barro... no es concreto, el suelo es de piedra y polvo, la forma en que están vestida estás personas es demasiado rara, anticuada. Los puestos de vendedores es lo único que se me hace familiar pues son como los del mercado donde suelo comprar. Pero no hay carros, no hay parlantes, no hay... no hay dinero de verdad, ni... ni electricidad ni... ¡Ni un coño!

―¡Es ella! ¡Ya está aquí! ―Grita una mujer corriendo hacia mi persona al verme ―Oh señorita ¿Dónde estaba? ―Me quita las brindas de la yegua y guía al caballo sin darme lugar a replicar ―Nos tenia muy preocupados.

―¿Preocupados? ―Continuo viendo el lugar hasta encontrar a la pequeña mujer a mi lado del animal

Cubre su boca asustada.

―Está herida, venga ―Bajo de la yegua por lo que ella me jala de la mano, pasándole las brindas del animal a la otra mujer ―¡Dios! cuando su padre se enteré enviará en búsqueda de quien la a tocado.

―Disculpe ―Me suelto de su mano ―¿La conozco? ―Vuelvo mis ojos al pueblito de mentiras en donde me encuentro ―¿Sabe quien soy?

Ella mira los ojos de la joven que está a su lado y luego a mí.

―Soy su Dama ―Frunzo el ceño bastante inquieta por la afirmación de la mujer que no hace más que verme como si realmente me conociera ―Zamira.

Sacudo La cabeza.

―Se equivoca ―Le quito las brindas de la yegua con la intención de irme ―Yo no tengo tanto dinero como para pagar una sirvienta...

Ambas comienzan a caminar arrastrándome a la fuerza con ellas ignorando a propósito lo que les acabo de decir.

―¿Se encuentra usted bien? ―Pregunta la otra mujer ―Está algo pálida.

―¡Claro que estoy bien! ―Respondo con ganas de golpearlas ―¿Se puede saber que quieren? ¿Por qué me tratan como una tonta? Además... ¿Dónde carrizos estoy? ―Ambas se miran con preocupación ―Perdonen pero ¿Por qué la gente viste tan raro? ―Inquiero en voz baja para evitar de esa forma ser escuchada por los demás, quienes por cierto no dejan de verme con preocupación y alivio.

―Señorita Azura, somos sus Doncellas, Zamira y Jenny, usted es la señorita de la aldea, su padre el Señor Tomás es el señor encargado de que aquí funcionen los proyectos del Rey... ¿No recuerda nada?

―Oh dios creo que fue un buen golpe ―Seguramente estoy inconsciente y esto no es más que un sueño ―Pienso para mis adentros, viendo como la gente va y viene y alguien es cargado en una silla sobre los hombros de seis hombres ―Que cosa más horrible ―Cuestiono señalando a esos pobres hombres, cuando iba a continuar hablando las mujeres me silencian y arrastran dentro de una casa donde me liberan y tocan la frente.

―Pero si está ardiendo ―Vuelven a jalarme adentrándome a una enorme habitación ―Debemos atenderla rápido el señor no tarda en llegar.

―¿Señor? ¿Qué señor?

―Su señor Padre, señorita, salió en su búsqueda acompañado de sus tíos ―Informa instándome a sentarme en la cama ―El General Durall aprovecho a unirse a la búsqueda, al parecer La Princesa Catalina huyó del palacio y...

Si creí que estar en viajar en clase turista era incomodo es porque no me imagine que tan incomodo podía ser que dos mujeres a las que nunca he visto en mi vida me bañaran prácticamente a la fuerza, vistieran, peinaran y tratarás como si fuese yo una inútil.

―Tome la medicina señorita, es para evitar una infección ―La observo con molestia mientras me bebo el horrible té.

―No es mejor que me des antibiótico, tal vez ampicilina o algo así ―Inquiero de mal humor, meditando seriamente si caerle o no a puños a la joven ―¿Me va a decir que tampoco hay ese medicamento?

―¿Eh? Ampi... cilina ―Frunce un poco el ceño ―¿Qué es eso? ¿Descubrió una nueva hierva medicinal?

―¿Hierba medicinal? ―Pongo los ojos en blanco al ver la sonriente expresión de la mujer.

Bien bueno pué, está mujer jura que me conoce, todos aquí actúan como si de verdad lo hicieran cuando yo estoy más que segura que jamas en la vida los había visto, me siento una usurpadora al permitir que estas mujeres hagan de las suyas conmigo sin poner mucha resistencia, sabiendo bien que no es a mí a quien deberían esta atendiendo así.




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