Incatura Azura.

Capitulo 4 Clara advertencia...

―Muy bien ―Eso me puso nerviosa ―Es hora de dormir Zamira, mañana debemos estar temprano en el campo ―Esa noche no pude pegar el ojo de tanto pensar en ese relato, y en si es capaz un hombre de esta época asesinar sólo por ser rechazado ―Vamos Sofía, tres sujetos estaban esperando que un hombre te matará ¿Aún quieres pruebas de que es posible ese cuento de Zamira? ―Me dije a sí misma después de horas de tener la mirada fija en la enorme luna de plata que brillaba radiante en el oscuro cielo.

―Muy bien ―Le sonrió a la joven sirvienta volviendo a aclarar mi voz ―Deberás aprenderla para que la cantes conmigo.

Lalalalalala

Hace mucho tiempo, en una historia ya contada
Había una Bella y una bestia, o eso me dijeron
estaban estos dos extraños, dos almas solitarias
pero no es lo que piensas, no, así es como pasó:

Empecemos con la Bestia, era feo y tenebroso
patético y pobre, horrible y peludo
por fuera era rugoso, pero cuando sonreía
podías ver que tenía un corazón de oro.

La Bestia amaba a la Bella, ésta pequeña hermosa
ella era la más linda de todas, y podía bailar y cantar
pero a diferencia de la Bestia cuyo amor daba lo mejor
ella se amaba a sí misma, sin impórtale los demás

La Bella y la Bestia
¡qué tragedia!
Ella es como el día
Él es como la noche
Él está enamorado
A ella no le importa
¿Morirá él solo?
Ya lo veremos

Algunos cortan los palos que necesitaremos para la casilla de vigilancia mientras que seis hombres más por su lado se encargan de las cercas improvisada para espantar a los animales tratando de evitar que alguien más salga lastimado por la mordedura de una serpiente, cosa que me hizo escalar uno de los pocos arboles vivos que quedaron después del fuego.

―No lo niego ―Respondí a una abuela María quien con asombro me pedía que bajara del árbol que muy fácilmente había escalado afanada por alejarme del reptil, cuando me vio sonrió mientras sacudía la cabeza ―Odio las serpientes ―Por primera vez en meses alguien se reía por mi rápida forma de subir un árbol cosa que a Zamira casi le provoca un infarto.

―Dama, oh Dama por favor baje de ahí, oh señor si Madre se entera...

Un día la Bestia encontró a la perfecta Bella
sentada a la orilla del lago haciéndole el amor a su reflejo
La Bestia decidió entonces que era el momento
de contarle a la hermosa Bella sus sentimientos

Salió de las sombras con una flor en la mano
Le dijo valiente: "Mi dama, la más hermosa de la tierra,
no seré un príncipe, pero mi corazón late por ti"

Oh la Bella sólo rió, tan fría, tan cruel

"Tú viejo cerdo maloliente y peludo", ella dijo
"Pensaste que podría amarte? Preferiría estar muerta!"
Aun riendo se dio vuelta y bailando volvió a su casa
dejando a la Bestia, descorazonado, solo

La Bella y la Bestia

―Creí que nunca terminaríamos ―Murmuro viendo como retiran los utensilios de trabajo del terreno de la siembra, tres semanas y media después ya esta todo listo, alumbrado con esas lamparas de aceite que usan aquí y con la casilla de vigilancia lista para dar aviso a cualquier intento de saboteo, la cerca quedo mejor de lo que esperaba y los puestos de los potes para mantener la tierra humedad también quedaron perfectos.

Mientras la Bella vive todo para ella aun hoy
La Bestia aprendió su lección y cambió su manera
encontró que la belleza verdadera no puede verse
y que las cosas no son siempre lo que parece

La canción se volvió viral, a muchos les gusto esa cruda historia por lo que con los días empezaron a unirse a mi voz hasta que finalmente termine odiándola de tanto escucharla.

―Señorita ―El señor Quiñones un hombre de unos cincuenta años cuyo rostro es amable y gentil se acerca al verme caminar acompañada por Jenny y Amira ―Quedo perfecto ―Informa con una sonrisa estampada en su cara ―Las lamparas alumbran muy bien, desde la casilla de vigilancia se puede observar bien todo el terreno ―Aplaudo un par de veces por el éxito momentáneo, apenas han pasado cuatro horas desde que terminamos y siento que me ahogo por el implacable sol, sé que me he bronceado de más y también sé que a mi joven hermana adoptada le va a dar algo cuando me vea tan quemada.

―Roguemos al cielo entonces señor Quiñones, que la siembra siga como hasta el momento ―El adulto asiente con la cabeza, inclina un poco la cabeza y se marcha.

―La felicito Señorita ―Sonrío a la señora María antes de contemplar satisfecha el resultado de tanto trabajo ―Sabia que podía hacerlo.

―No lo hice yo sola... ―Una rara sensación me sacude el cuerpo, es como si alguien me estuviera viendo desde la distancia, parpadeo un poco afectada por el presentimiento, sintiéndome incomoda e inquieta doy una rápida ojeada en los alrededores en búsqueda de quien quiera que me este viendo tan profundamente, bastante seria me quedo con la mirada fija en los arboles a la distancia pues es de ahí que siento que me observan, pero nada, más allá sólo hay arboles y animales, por lo que dudo que haya alguien tan atrevido como para vigilarnos desde lejos, suspiro y sonrío ―Estoy paranoica ―Murmuro negando con la cabeza.

―¿Dama, se encuentra bien? ―Vuelvo mis ojos a Jenny quien parece buscar algo en donde tenía puesta la mirada.

―Si, si, lo siento ―Frunzo el ceño al ser de nuevo víctima de la misma sensación ―Es... ―Aclaro mi garganta conteniéndome de mirar de nuevo en esa dirección ―La emoción ―Respondo con la mirada puesta en el camino ―Volvamos a casa.

Todos aseguran que el responsable fue ese famoso Príncipe por vengarse de su padre, bajo qué motivo nadie lo suelta, pero parecen estar seguros de que él es el culpable. Padre estaba furioso cuando la salida de la Zamira le informó de mi participación en la siembra, tanto que casi me prohíbe asistir a las personas hasta culminar el trabajo, de no ser por mi poder de convencimiento me habría quedado encerrada una vez más en estas cuatro paredes.




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