Incatura Azura.

Capitulo 5 Declaración silenciosa.

 

―Le queda mejor asesino ¿Verdad?

El hombre frente a mi persona suelta una leve risa sin dejar de ver mis movimientos, sacude la cabeza y mira al suelo para luego volver a verme.

―Si es por salvar mi vida, créame nada me cuesta cegar la de otro ―Chisto indignada viendo como juega con una rama entre sus manos ―¿No cree usted que es sensato preservar la vida?

―O decirle a alguien que mate a una mujer indefensa sólo porque está le está estorbando ―Cuestiono con la mandíbula apretada ―Vaya forma de preservar la vida ―Suelto con ironía ―Tanta caballerosidad junta confunde.

―No es usted tan indefensa ―Parece recordar como me deshice del agarre de aquel hombre ―No conozco a muchas mujeres que me hablen de esa forma sin temer a las...

―Ya tengo suficiente de amenazas por un día ―Lo interrumpo en seco mientras llego al caballo apurada por alejarme de él ―Vine a desahogar mi frustración no...

―¿Frustración? ―Parece incrédulo ―¿Qué frustración puede tener una dama como usted?

Arqueo una ceja con amplios anhelos de arrojarle una piedra a la cabeza.

―Una que no son de su...

Sonríe de medio lado silenciando mis palabras al elevar su mano.

―Es peligroso Señorita, que termine usted gustándome ―Mi estomago se contrae inquieto y asustado al escucharlo ―¿No teme que le diga a mi Padre que la deseo en matrimonio?

Hago señal de vomito dejando en claro lo que me parece su loca idea.

―Creo que eso responde a su pregunta ―Entrecierro la mirada al verlo sonreír ―Ahora si me disculpa deseo irme.

―No vuelva a venir a al bosque sola ―Observa nuestro entorno con desconfianza, una que incluso a mí logra inquietarme ―Ya debe tener una cicatriz por salvar al Príncipe Menor ―¿Salve al Príncipe Menor? ―Espero no tenga otra herida la próxima vez que nos veamos.

―No soy... ―Pero ya está lejos como para que escuche mi respuesta ―Esto es grandioso, dos locos en menos de un día, vas muy bien Sofía, demasiado bien ―Me digo así misma llena de ironía ―Y salvando a Príncipes te irá mucho mejor ―Me quedo viendo el lugar pensando seriamente en que hacer para irme de aquí ―¿Huir? ―Me pregunto y sé casi de inmediato que eso en lugar de ayudarme me complicaría mucho las cosas ―¿Esperar a que aparezca el viejo para obligarlo a devolverme a mi vida...? ―Parece una mejor alternativa ―¿Morir? ―Me quedo viendo las hojas secas en el suelo meditando esa posibilidad ―Podría... ―Suspiro sabiendo que ni en mil años seria capaz de atentar contra mi propia vida por muy desesperada que este ―¿Cómo escapar de aquí sin tener que llegar tan lejos? ―Contemplo las copas de los arboles buscando una respuesta silenciosa a eso ―El pueblo es un lugar bastante alejado de la civilización ―Murmuro al recordar lo sucedido hace rato ―¿Qué interés pueden tener los estúpidos Príncipes en un lugar tan apartado de todo? ―Lamo mis labios acariciando el lomo del caballo con mi mano derecha ―Me parece bastante raro todo esto. Ése hombre... ―Paso saliva al recordar nuestra confrontación de la tarde ―Ese Príncipe con semblante tenebroso ¿Por qué siento que es más de lo que todos creen? ―Me concentro en la mascara que trae puesta ―Esta tarde su mirada gritaba desesperación, ira, dolor, como si algo le estuviese quemando el alma, sin embargo su aura grita peligro por todas partes un peligro que me parece tonto al lado del primer idiota ―Subo al caballo y lo insto a volver al pueblo ―Pobre perrito, lo asesinó para advertirme ―Resoplo ―¿Será que cree que estoy tan loca como para volver a acercarme a él?

―No lo piensa dos veces para matar a alguien ―Eso dijo Zamira cuando me estaba vistiendo esa noche después de mi encuentro con él ―Corrió usted con suerte que el anciano profeta intercedió a su favor.

Ahora también hay un profeta, ¿Qué falta? Una bruja y hadas, ¿Tal vez también duendes y Dragones?

****************

Hace días volví al bosque en busca de un indicio para volver a mi vida, llegue justo al lugar en donde desperté, escale algunos arboles, salte sobre el suelo, incluso grite y aún así nada, no encontré la forma de escapar de esta loca época en la que me estoy viendo obligada a vivir, siento que voy a enloquecer si sigo aquí sin beber una gota de café.

―Señorita estamos demasiado lejos... por favor volvamos ―Pongo los ojos en blanco al escuchar la misma oración como por décima vez, mi joven Dama me ha suplicado que volvamos al pueblo desde el mismo instante en que le dije para donde me dirigía ―Señorita...

―Quiero ir a ése fulano bosque ―Murmuro con los ojos puestos en el largo camino ―Vamos Zamira, monta al caballo, prometo no decirle a nadie.

―No Dama ―Niega de nuevo a punto de colmar mi paciencia ―Sabe que no puedo hacerlo.

―En ese caso deja de seguirme ¿Quieres? ―La forma en que me mira me deja saber que la acabo de asustar ―Bien...

―Oh dios... ―Miro en dirección a donde esta viendo. Se me corta la respiración y acelera el corazón al reconocer al Payaso asesino de perros, mi cuerpo estremece de sólo ver la fúnebre forma de ver a esos hombres antes de asesinarles.

―Zamira sube al caballo ―Pido en voz baja sin apartar la vista del siniestro Príncipe, cuya aura ahora es oscura, y mi cuerpo suplica a gritos que corra tan lejos como pueda.

―No señorita...

―Está asesinando a esos hombre, Zamira ―Susurro tensa, apunto de jalar del pelo a está mujer y subirla al caballo de las greñas al ver como combate a punta de espadas contra los once hombres que quedan de pie ―Debes hacerlo ahora antes de que nos descubra.

―Dama por favor ―Jadea horrorizada pues El Príncipe no demora en cegar la vida de tres de ellos para luego soltar una carcajada que me hiela la sangre ―Emprenda la partida en silencio ―Paso saliva con dificultad, queriendo desaparecer antes de que el hombre nos descubra.

―Sube al maldito caballo ―Espeto enojada y nerviosa al ser testigo de la crueldad del Príncipe en frente de unos hombres que no parecen tener oportunidad para defenderse. Ordeno al animal retroceder lentamente aprovechando el acalorado encuentro a unos metros de distancia, rogando al cielo que el Príncipe no nos haya visto ―No nos alejaremos los suficiente si vas caminando. Obedece ―Estoy a punto de golpearla con tanta fuerza que la dejare en coma por una semana si no sube al caballo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.