El aire fresco que me acaricia la cara
Las nubes algodonosas en tonos lila
El canto amigo de los benteveos
La furia naranja de las caléndulas
Los últimos destellos del sol decorando las ventanas
El café y las tostadas de la tarde
Las historias que consumo y las que invento
Las odas que aún le debo al bosque
Me recuerdan que sobrevivo y me salvo en mi cotidianidad y sus detalles
En mi voluntad para disfrutarla, venerarla, agradecerla
Y convertirla en terreno fértil, que cosechará futuras letras
Qué sería de mi mente sin sus frondosas memorias, retratadas con los colores, sonidos, y sabores de mi felicidad...
Inspiración diaria que balsama mis heridas, con la fórmula mágica del eucalipto y de las flores.