Inclinando Al Lobo

CAPÍTULO 15 Regreso

I

Estaban listos para regresar. Alice, Angie y Melty se encontraban en la sala hablando con la abuela.

–Ha pasado rápido los días –dijo la abuela.

–Fue divertido –hablo Angie feliz –excepto por mi tobillo –cambio su ánimo.

–Si no hubiese sido por la tormenta, habría sido fantástico –hablo Alice.

–Pero los dos últimos días lo compensa –intervino Angie.

–Ren no se ha despertado –hablo la abuela llevando su taza de Té para beber.

–Ya debe estar despierto –intervino Melty –debe estar bien.

–Pasaste toda la noche con él –hablo Angie –te encuentras bien.

–Es mi responsabilidad él siempre me cuidad cuando estoy enferma –su rostro se suavizo tiernamente –siempre se queda a mi lado.

–¿Quieres mucho a tu hermano? –pregunto la abuela.

Asintió.

La abuela sintió que no debía preguntar más de lo debido, si seguía escarbando en Melty no saldría nada bueno –dime ¿Cómo fue la estadía aquí? ¿Te divertiste?

–Si. Hace mucho que mi hermanito y yo so salimos –sonrió–sobre todo mi hermanito.

–Eh… –gemelas.

–¿Y eso? –dijo Alice.

–Desde que vivimos solos –el comentario llamo la atención de los presentes –mi hermanito solo se prioriza en trabajar, estudiar y cuidarme a mí. En las vacaciones trabaja a tiempo completo, los viajes escolares no, ha asistido por estar junto a mí. Este es el primer viaje que salimos juntos y con amigas –se levantó del mueble –se los agradezco de corazón –hizo una pequeña reverencia.

–Descuida Melty –hablo Angie. Alice se encontraba del mismo modo que su hermana.

–Mi niña ven –hablo la abuela abriendo sus brazos.

Melty sin pensarlo se arrojó a sus brazos que la reconfortaron dulcemente con mucho cariño –gracias –hablo con un tono de tristeza, pero también feliz.

–Puedes venir aquí cuando tú quieras. Solo llámame y yo enviare alguien que te traiga.

Asintió –gracias.

–Melty, espero que no me vayas a dejar –Ren apareció en la entrada de la sala.

–Claro que no hermanito.

–Ya estás bien –intervino Alice.

–Sí, gracias a todos.

Se quedaron un rato en la sala dialogando hasta que llego Marian –señora el auto está aquí.

–Gracias Marian –hablo la abuela levantándose –ha llegado el momento de que vuelva.

Se levantaron saliendo a fuera donde el auto negro esperaba –sus pertenencias están en el auto –hablo Marian.

Las chicas se despidieron de su abuela –adiós abuela –Alice.

–Cuídate –Angie.

–Muchas gracias –Melty.

Entraron al auto y Marian les dio una caja con varias galletas recién horneadas –gracias –dijeron las tres chicas sonriendo.

Ren estaba frente la abuela hizo una pequeña reverencia –gracias por todo –dijo tranquilo.

–Cuida bien de tu hermana.

–No tiene que decírmelo.

–Y, ¡por favor! También cuida de mis nietas –se sorprendió por el pedido. Sonrió. Confirmando la petición de la abuela se dirigió al auto. –cuida de su sonrisa y la de mis nietas.

Volvió la, cabeza más sorprendido. Ahora tenía dos nuevas sonrisas que proteger volvió a confirmar con una ligera sonrisa. No hacía falta que la abuela lo mencionara. Ren ya empezó a sentir algo por aquellas hermanas gemelas quienes fueron las únicas quienes no le hicieron un juicio basado en la apariencias o rumores establecidos.

Ellas fueron las primeras quienes se acercaron de manera honesta y sincera. Abrió la puerta del auto y entro. El vehículo encendió, antes de que partiera el auto la abuela golpeo la ventana. El chofer bajo el cristal para dejar ver a la abuela con una sonrisa que le causo un escalofrió a Ren.      

–Cierto, si me vuelvo a enterar de que volviste a ver a mis nietas desnudas –Ren comenzó a preocuparse –te voy a romper hasta el último hueso del cuerpo. Entendido.

–Eh… –Ren nervioso.

Las chicas sonrientes.

–Niñas, me dicen cualquier accidente.

–Si –las tres juntas.

–Ey… –intervino Ren.

–Bien –cambio su sonrisa a una cálida –que tengan un buen viaje –el auto partió.

–Oigan…

–Ten mucho cuidado –lo interrumpido Angie.

–Nuestra abuela ya te puso un ojo –Alice.

–Hermanito debes tener cuidado.

Ren no podía creer que ellas hayan aceptado comunicar cualquier incidente que tuvieran. Disgustado coloco su brazo derecho en forma de escuadra y reposo su mejilla sobre su puño. Mientras, ellas gustosamente se ponían a jugar cartas comiendo las galletas que les entrego Marian.




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