Incógnito

Huir o confiar

Me tapo rápidamente la boca y me escondo detrás de la pared que está junto a las barandillas, tratando de pensar. Tengo un cuchillo, lo cual me da ventaja, pero lo malo es que ellos me superan en número.

Miro hacia la ventana. Ya es de noche. Tengo dos opciones: enfrentarlos o huir. Si huyo hacia el bosque, será más fácil esconderme, aunque hay ciertas desventajas. Casi no conozco el lugar, ya que mis padres nunca nos dejaban ir más allá de la valla que protege la cabaña, aparte de los animales salvajes. Por otro lado, si me quedo y los enfrento...

Salgo de mis pensamientos al escuchar pisadas provenientes de la escalera y, sin pensarlo, corro hacia el sótano de la cabaña. Cierro con seguro y pongo algunos cajones pesados para bloquear la puerta.

Suspiro algo aliviada. "No sé quiénes son, así que lo mejor será huir de aquí", es el pensamiento que cruza por mi cabeza. Sé que es algo cobarde, pero es mejor prevenir que lamentar.

Este lugar lleva años abandonado, y es más que obvio por el polvo y la humedad. Además es una zona privada, por lo cual no se permite que extraños ingresen ¿Por qué justo ahora tienen que llegar estos tipos y invadir?

Cuando escucho cómo las pisadas se detienen en el cuarto en donde yo estoy, siento mi corazón latir tan rápido que parece que se va a salir de mi pecho. Miro la ventana del sótano. Es pequeña, pero puedo caber por ahí.

Trato de abrir la ventana mientras escucho cómo forcejean la puerta. Aunque lo intento, la ventana se ha atascado por la humedad. Así que busco algo con qué romper el vidrio. Una vez roto, salgo por ahí antes de ver cómo tumban la puerta. Siento el frío de la noche azotarme el rostro mientras me sostengo del barandal de madera para no caerme, acomodo mis pies en el palo de madera que sostiene parte de la cabaña.

Miro hacia abajo, ahora consciente de la altura en la que me encuentro. Trato de convencerme de que la caída no será tan grave, quizás solo algunos huesos lesionados o algún golpe ocasional, pero la incertidumbre se aferra a mi mente. Me doy un golpe mental, me hubiese escondido entre las cajas. Cierro los ojos sintiéndome tonta.

Entonces, un grito rompe el silencio, sacándome de mis pensamientos. Levanto la mirada para encontrarme con la expresión de horror del chico llamado Devon. Su alarma me recuerda de nuevo en la gravedad de la situación, inundando mi mente con una ola de miedo y duda.

- Espera - grita el chico, con cierto tono de preocupación, mientras extiende la mano hacia mí - No te haremos daño, lo prometo - su voz suena sincera, pero la incertidumbre aún me paraliza.

Mi mente es un torbellino de emociones. Por un lado, quiero creer en sus palabras y confiar. Pero por otro lado, el miedo y la desconfianza se aferran a mí, recordándome las advertencias de mis padres sobre no confiar en extraños. ¿Y si es una de las personas que nos quiere hacer daño?

Niego con la cabeza y aprieto los labios –¿Cómo sé que es verdad?–Grito, luchando contra el sonido de la lluvia y el latido acelerado de mi corazón.

–No puedo hacer que me creas, solo puedo pedirte que confíes–grita desesperado tratando de convencerme.

Este está tonto, ¿cómo le pide a una chica que confíe en un tipejo que entró a la fuerza? Pero ahora que lo recuerdo, es mi culpa. Me olvidé de cerrar la puerta, pero para mi defensa, no pensé que un extraño se colaría. Después de todo, estamos a mitad de la nada.

Suspiro, mis manos están cansadas y la lluvia no ayuda en nada. Dudo un momento, sintiendo la lucha interna entre la necesidad de protegerme y el deseo de poder confiar. Finalmente, decido darle el beneficio de la duda. Realmente no pensé mucho ya que me tocó buscar una manera rápida de estar a salvo. Sé que no debo confiar en extraños, pero al ver la altura en la que estoy, me hace querer volver al ático sin importar qué tan peligrosos sean esos tipos. Por lo que puedo ver, solo está él, así que estaré bien, me defenderé como sea necesario. Además, supongo que eso es mejor que quebrarme un hueso. Extiendo la mano hacia la suya, pero justo cuando estoy a punto de agarrarla, mi pie resbala por la superficie mojada. Caigo hacia atrás, sintiendo cómo el aire se escapa de mis pulmones…

 




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