"Run, boy, run
They're trying to catch you
Run, boy, run
Running is a victory
Run, boy, run"
"Run Boy Run" de Woodkid
Cerré los ojos con fuerza cuando la luz que traspasaba las cortinas hizo que mi cabeza palpitara de dolor. Intenté abrir los ojos de nuevo, pero conseguí el mismo efecto, a pesar de ello, agradecí cuando sentí como mis demás sentidos comenzaron poco a poco a funcionar.
El ruido de la calle llegó a mis oídos: el claxon de los autos y los gritos lejanos sonaban distantes y confusos en un eco insoportable en mi mente. El calor se apoderaba del ambiente y me envolvía como una manta pesada, podía sentir a todo mi cuerpo transpirar. Era abrumador.
Me obligué a abrir los ojos de nuevo y, aunque esta vez lo conseguí, todo giraba a mi alrededor y no podía enfocar lo que me rodeaba. Me froté la cara en un intento de enfocar mi visión, pero no funcionó, era como si estuviera viendo a través de un cristal empañado.
Me incorporé lentamente, cada movimiento provocaba que mi cuerpo protestará del dolor y, aunque logré sentarme en el borde de la cama, tuve que apoyar mi cabeza en mis manos cuando mi vista se nubló y no pude soportar el dolor que me atravesó. No supe cuánto tiempo pasó antes de que me pudiera incorporar. Por suerte, mi visión mejoraba considerablemente.
Eché un vistazo a mi alrededor y el desorden en el cuarto en el que me encontraba me dejó con más dudas que respuestas. Hice mi mejor esfuerzo por recordar algo de la noche anterior, pero resulta que no recordaba nada de anoche y tampoco algo más que no fueran los últimos minutos.
La amnesia se había convertido en un ladrón cruel. No recordaba nada. Ni cómo había llegado al hotel, ni quién era. Sentí como mi corazón comenzó a latir con fuerza en mi pecho conforme mis intentos de recordar algo seguían fallando.
¿Por qué estaba aquí?
¿Dónde estoy?
¿Quién soy?
Con un esfuerzo monumental logré ponerme de pie. Cada movimiento era un recordatorio doloroso de lo mal que me sentía y cada centímetro que avanzaba era un desafío. Pero mi atención se aferraba a los fragmentos de recuerdos que se desvanecían tan rápido como aparecían. Necesitaba respuestas, y las necesitaba ahora.
Me detuve unos segundos a observar el desastre que me rodeaba con la esperanza de encontrar algo que me ubicara. Los sonidos de la ciudad se convertían en un telón de fondo inquietante, la luz del sol iluminaba el lugar, pero no podía evitar sentirme en una pesadilla de la que no podía despertar.
Me dirigí tambaleándome hacia el baño e intenté despejarme con agua fría, pero al mirarme en el espejo, el horror se apoderó de mí. De mi frente, cerca de donde iniciaba mi cuero cabelludo, brotaba sangre medio seca que recorría el lateral de mi cara hasta el cuello. Mis ojos siguieron explorando mi reflejo y noté como algunos moretones cubrían algunas partes de mis brazos, como si hubiera sido agarrada con fuerza.
En un intento desesperado por encontrar respuestas, me quité la camisa y descubrí que mi torso también se encontraba cubierto de aquellas manchas de violencia que no recordaba. Pero lo que realmente capturó mi atención fue un tatuaje de una serpiente en mi brazo, casi desde mi hombro hasta un poco más arriba de mi codo.
La piel aún ardía por la tinta, pero no estaba recién hecho. El paso del tiempo lo había hecho cicatrizar casi por completo.
Con el corazón latiendo con fuerza y la ansiedad recorriendo mi cuerpo, volví a la habitación. Traté de calmarme, pero no funcionó. Me acerqué a la ventana, y al mirar hacia afuera, pude darle una imagen al caos que retumbaba en la habitación. En medio de la confusión, una sensación de urgencia me invadió, necesitaba salir de aquí.
Corrí hacia las gavetas de las mesas tratando de encontrar algo que me diera alguna respuesta, pero estás estaban llenas de objetos personales que no recordaba si eran de mi propiedad. Busqué en el armario y encontré algo de ropa, tomé una camisa de mezclilla, pero no pude pasar desapercibida los moretones y aquel horrible tatuaje en mi brazo, así que tomé una camisa manga larga y me la puse por encima. Tomé unos zapatos y me los puse con urgencia, la necesidad de irme de ese lugar llenaba mi sistema.
Intenté calmarme, pero entonces mi mirada se dirigió al lugar de donde había tomado los zapatos. Estos habían reposado en lo que parecía ser un piso falso a medio poner, lo terminé de quitar y encontré un maletín. Con dificultad lo saqué y lo lancé sobre la cama, al abrirlo sentí como la sangre bajó a mis pies. Estaba lleno de dinero, sobre él había un arma con municiones y una pequeña libreta. La tomé.
La portada parecía ser de un pasaporte
Lo abrí y vi mi foto en él.
Aslin Prescott. 27 años.
—Aslin Prescott —pronuncié aquel nombre, pero no se sintió familiar.
Continué pasando las páginas y éstas estaban llenas de sellos de distintos países, que por más que intenté recordar, no pude. Revisé cada sello con detenimiento para ver si algún detalle me traía algún recuerdo, pero mi atención terminó por llevársela algunos sellos que brillaban de forma extraña. Quise investigar más, pero el ruido de un auto frenando abruptamente encendió mis alertas y de inmediato corrí hacia la ventana.
Editado: 08.09.2025