"Deep inside me, I'm fading to black, I'm fading
Took an oath by the blood of my hand, won't break it
I can taste it, the end is upon us, I swear"
"Natural - Imagine Dragons"
En medio del ruido que producían las detonaciones escuchamos unos pasos acercándose. Todos nos preparamos para lo peor porque no teníamos tiempo de huir.
La puerta se abrió y segundos después dos hombres entraron jadeando.
—¡Son amigos! —gritó Krit antes de que pudiéramos disparar.
—Varios hombres con armamento fuerte nos atacan —dijo uno en medio de jadeos.
—Creo que vienen por tu amiga —dijo el otro mientras me señalaba.
Krit suspiró.
—Los rumores vuelan rápido As —mencionó mientras pasaba junto a mi hacia sus amigos.
La sangre corrió con fuerza por mi cuerpo, aquella sensación de ser perseguida y la necesidad de querer huir, me era demasiado familiar y lejos de asustarme, mi cuerpo se preparó.
—Salgan por la ventana y lleguen al canal abandonado —cualquier rastro de amabilidad en la voz del moreno, había desaparecido—, ahí los espera una Van con algunas cosas. Yo los distraigo con esto —elevó el rastreador a la altura de sus ojos.
—Gracias por todo —le di un abrazo antes de que Maya me jalara del brazo para que la siguiera hacia la ventana.
—Promete que te comunicaras después de que esto acabé —le escuché decir a Maya antes de deslizarme por el umbral.
—Te lo prometo —respondió. Aquellas palabras me tranquilizaron un poco.
Fah me ayudó a bajar por la pared y luego ayudó a Maya. La luz del sol poco a poco dejaba de acompañarnos, pero era suficiente para que pudiéramos trazar nuestro camino de huida.
El calor de Bangkok comenzó a hacer efecto en mi cuerpo y el sudor comenzó a aparecer en mi frente mientras saltábamos de una azotea a otra. Maya seguía mi paso, pero Fah se había quedado un poco atrás resoplando con esfuerzo.
—¡Vamos, vamos! —gritó en un susurro haciéndonos señas cuando me detuve al ver que Fah se había quedado demasiado atrás. Llegó junto a mí y lo tomé del brazo para arrastrarlo conmigo.
El golpe constante de unos pasos atrás de nosotros, llamó mi atención. Me giré y vi varios hombres vestidos de negro, con armas largas y rostros cubiertos corriendo en nuestra dirección. Mi estómago se hundió cuando de algún lugar en mi memoria, pude reconocer aquellos trajes;
Mercenarios.
No eran simples matones como los de la clínica, estos tipos sabían lo que hacían.
—¡Aslin, a tu izquierda! —gritó Fah y logré girar justo a tiempo para esquivar un disparo. El impacto levantó una nube de polvo a mi lado, pero el sonido nunca llegó. Llevaban silenciadores.
Maldije por lo bajo y me lancé hacia una esquina, cubriéndome detrás de un viejo tanque de agua. Fah corrió hacia el lado opuesto escondiéndose detrás de una vieja antena con Maya, quien disparaba hacia los hombres.
—¡Son demasiados! —gritó antes de cubrirse de nuevo en su escondite.
Sabía que no podíamos seguir corriendo sin enfrentarlos. Había demasiadas azoteas y pocas salidas, ellos nos superaban en número y en armamento. No quedaba ninguna opción.
—Cuenta cinco casas, nos encontramos allá —les grité, solo ella asintió. Fah entendió mis intenciones y negó.
—¡No! —me gritó.
—A la cuenta de tres, corren —añadí, ignorándolo por completo.
Preparé mi arma.
Si hice parte de las Fuerzas, debía saber cómo usar esto. ¿no?
—Uno… —Maya se preparó— Dos… —tomó a Fah del brazo— Tres. —grité y comencé a disparar hacia los hombres para crear una cortina de disparos y así darles tiempo para que pudieran escapar.
Corrieron casas abajo y cuando no pude contenerlos más corrí hacia mi izquierda. Salté hacia la siguiente casa, aterrizando torpemente por la diferencia de altura. Mi cuerpo ardió de dolor antes de que me pudiera poner de pie.
Quise seguir corriendo en la misma dirección, pero uno de los mercenarios se cruzó en mi camino. Antes de que pudiera levantar su rifle, me lancé sobre él.
El impacto fue brutal. Sentí como el aire escapó de mis pulmones cuando ambos caímos al suelo, su armadura se enterró en todo mi cuerpo, pero no me detuve ante el dolor. Rodé rápidamente, impidiendo el primer golpe de su arma, y lo pateé en las costillas, desarmándolo. Pero antes de poder huir, otro hombre apareció detrás de mí y golpeó mi hombro con la culata de su rifle. El dolor me doblegó y caí de rodillas al suelo.
Con el poco aire que me quedaba, me giré y logré golpear sus genitales con mi codo, el hombre se doblegó mientras me ponía de pie, pero antes de dejarlo reaccionar tomé su arma y usé mi peso para empujarlo por la borda de la azotea.
No logré ver como caía cuando unos brazos se enredaron en mi cuello, su agarré era tan fuerte que me robó el aire y por un momento creí que perdería el conocimiento.
Editado: 27.07.2025