"Feel my blood runnin', swear the sky's fallin'
I keep on breathin'
Time goes by and I can't control my mind
I keep on breathin'"
"Breathin - Ariana Grande"
«La oscuridad era absoluta, pesada, como si el aire estuviera impregnado de un silencio opresivo. No podía ver más allá de mis propios pies, pero sabía que no estaba sola. Entonces, una luz se encendió sobre mí, fría y cegadora, iluminando solo un pequeño círculo a mi alrededor.
El suelo era áspero bajo mis pies descalzos, y mis manos temblaban sin razón aparente. Sentía el sudor frío recorrer mi espalda cuando las voces comenzaron a gritar desde la nada, resonando como un eco en un abismo.
—¡Asesina!
—¡Traicionaste a tu equipo! ¡Los llevaste directo a la muerte!
—No… —intenté hablar, pero mi voz apenas era un susurro tragado por la oscuridad.
Otra voz se unió, esta vez más cercana, casi sobre mi oído.
—¿Cuántos inocentes murieron por tu culpa?
—¿Cuántos niños lloraron porque tú decidiste traicionar a la patria por la que juraste morir?
Me giré, buscando la fuente, pero no había nadie. Solo la oscuridad, solo el vacío.
Un peso se asentó en mi pecho y mi esternón comenzó a doler.
—Yo no… yo no lo hice —murmuré, mi garganta cerrándose ante la angustia.
—¡MENTIRA! —gritaron al unísono un coro de acusadores invisibles.
Las imágenes comenzaron a proyectarse en la oscuridad más allá del círculo de luz. Rostros desfigurados por el dolor, cuerpos en el suelo cubierto de sangre, y en cada uno de ellos, yo estaba ahí. Mi uniforme manchado de rojo. Mi arma aún humeante.
—Los entregaste. Eran tu familia, y los llevaste a una trampa —dijo una voz fría, sin emociones, pero cargada de un peso que me aplastaba.
Vi sus caras entonces: los rostros de mi equipo, mirándome desde el otro lado de la luz. Eran sombras ahora, desvanecidas, pero sus ojos brillaban con acusaciones.
—No fue mi culpa —logré gritar, mi voz quebrándose.
Pero la desesperación comenzó a recorrer mi cuerpo.
¿Cómo podía refutar si ni siquiera recordaba lo que pasó?
—Todo fue tu culpa —respondieron, una sola voz, implacable y decidida. Poco después pude reconocer su rostro entre la oscuridad.
Era el hombre que había matado en la azotea. Divisé su nombre en la placa de su uniforme.
Logan Kadhaj
De pronto, la luz sobre mí comenzó a parpadear, y con destello, las sombras se acercaban más y más, sus manos extendidas hacia mí, garras listas para arrastrarme con ellos.
—¡No! —grité, pero mis piernas no respondieron. Estaba atrapada en ese círculo de luz, rodeada por la oscuridad, rodeada por ellos.
Y entonces, una última voz, más baja, más íntima, susurró:
—¿Por qué sigues viva cuando ellos están muertos?
La luz se apagó, y con ella, el suelo bajo mis pies desapareció. Caí al vacío, con las acusaciones resonando en mis oídos».
Y entonces desperté, jadeando, sintiendo el vacío de la caída, y el eco de sus gritos vibrando en mi cabeza.
Cuando mis ojos lograron acostumbrarse a las luces que pasaban por las ventanas en medio de la oscuridad de la noche, pude distinguir a los ojos de Maya mirándome con preocupación, al igual que Fah lo hacía por el retrovisor.
—¿Todo bien?
Asentí, enderezándome en mi asiento, incapaz de mirarla a los ojos.
—¿Estamos cerca? —pregunté cambiando de tema, acomodándome de nuevo con algo de incomodidad.
—Si. Estamos a diez minutos —respondió mirándome un poco más y luego volvió su vista al frente.
Mi cabeza se sumergió en un tornado de pensamientos. Los recuerdos que había logrado obtener me atormentaban una y otra vez en un intento de enlazar la realidad que me rodeaba y que yo desconocía por completo.
“Según los archivos, los gobiernos de estos países te consideran una amenaza directa.
Piensan que cambiaste de bando, que traicionaste a todo lo que una vez representaste”.
Yo no pude traicionarlos.
Desconocía mi pasado, pero había algo dentro de mí que lo decía. Y me aferraría a eso con todas mis fuerzas sin importar lo que el mundo me dijera.
“Tú equipo y tú desaparecieron de un momento a otro en una emboscada.
Pero volviste a aparecer meses después”.
¿Por qué habíamos desaparecido?
¿Por qué yo no había muerto?
¿Por qué yo volví a aparecer y ellos no?
¿Aún estaban con vida?
Mis dedos comenzaron a cosquillear en mi regazo, la respiración me comenzó a fallar y mi corazón comenzó a latir desbocado en mi pecho. Quería salir corriendo, quería gritar, llorar o golpear lo primero que pudiera encontrar. Quería recordar, darles respuesta a todas y cada una de mis preguntas, pero no podía hacerlo.
Me habían arrebatado cada una de las cosas que me representaba, mi vida, mi trabajo, mis amigos, mi libertad, mis recuerdos y la lista podría continuar. Me habían arrebatado cada parte de mi ser y yo ni siquiera sabía el porqué.
—Llegamos —anunció Fah, trayéndome de nuevo a la realidad.
Me pasé la chaqueta sobre los hombros y bajé de la camioneta con la frustración recorriendo cada parte de mi ser.
Quería, con desesperación, golpear algo. Pero lo más cercano eran aquellas personas que estaban arriesgando su vida por mí y eso no sería justo.
Respiré profundo tratando de llamar a la cordura y caminé hacia el viejo hangar que se imponía frente a mí.
Una camioneta de platón de un rojo desgastado se había estacionado frente a la puerta, en cuanto el hombre que la conducía nos vio por el retrovisor, se bajó de ella.
—¿Aron? —preguntó. Mi acompañante asintió estrechando su mano— Qué bueno que llegan, el avión está a punto de despegar. Soy Lua —extendió su mano hacia mí en cuanto me detuve frente a él.
Editado: 08.09.2025