Inconexa

CAPÍTULO 10

"I remember you said don't leave me here alone

But all that's dead and gone and passed tonight

Just close your eyes, the sun is going down

You'll be alright, no one can hurt you now

Come morning light, you and I'll be safe and sound"

"Safe and Sound - Taylor Swift ft. Joy williams"

Un estruendo sacudió el lugar, inhibiendo mi audición por un momento. Por instinto, todos intentamos hacernos pequeños en nuestro sitio mientras el polvo caía del techo. El eco del estruendo aún vibraba en el aire. Viktor frunció el ceño, desconcertado, y miró a su alrededor. Yo también me quedé inmovil, conteniendo mi aliento.

¿Qué había sido eso?

¿Un disparo?

¿Una bomba?

¿Un rescate o una nueva amenaza?

En ese instante, por primera vez, cuando sus ojos y los míos se cruzaron, vi miedo en su mirada. Pero el estruendo de balas rebotando contra las paredes se robó mi atención. Escuchaba los pasos acercarse hacia nosotros, y una presión se instaló en mi pecho. Forcejeé mis ataduras, intentando desesperadamente escapar, hasta que Lua irrumpió con furia en el lugar, descargando su cartucho sobre quienes intentaban detenerlo. A su lado, Carl y Louis avanzaban, cubriéndose y atacando, lanzando granadas que explotaban con un rugido ensordecedor, haciendo volar a los hombres de Viktor en pedazos. La sangre salpicaba las paredes, el humo llenaba el aire, y pequeñas llamas comenzaban a propagarse, producto de los ataques. Mis pulmones ardían mientras intentaba cubrirme en vano, pero por primera vez, respiré con alivio.

Giré a mi izquierda y el imbécil de Viktor había desaparecido.

Lua se acercó a mí con rapidez y me desató, sus ojos cargados de furia y urgencia.

—Vamos, Aslin. Esto aún no termina.

Mi asombro porque estuvieran aquí debió de ser palpable cuando miré a Lua.

—Les dije que vendría si no estaban en treinta en el puerto —recordó con su brillante sonrisa mientras desataba a Fah y se acercaba a mí— Nos costó rastrear la señal, pero…

Lo interrumpí lanzándome hacia él y envolviéndolo en un abrazo. No tenía palabras para explicar lo agradecida que estaba de que estuvieran aquí.

—Gracias —susurré en su oído antes de separarnos. Me regaló una sonrisa en agradecimiento.

Un destello de memoria me sacudió.

«Íbamos en los autos camino a la fábrica cuando escuché a Malí en el intercomunicador.

—En cuanto entren, tienen treinta minutos para salir —ordenó—. Si no salen en ese tiempo, entramos nosotros. Mamba —llamó por la señal que compartimos—, antes de entrar envíale una señal a Lua para que estén atentos.

—Copiado —respondió.

—De igual forma, Lua tiene acceso a la señal de los rastreadores que tenemos —recordó Fah luego de un crujido estático—. Si algo sale mal, vendrá por nosotros»

—Ve por él —me extendió un rifle. El peso del arma en mis manos era reconfortante.

Pero al girarme y ver a mis amigos, a mi familia, quienes estuvieron a punto de morir por mi culpa, por primera vez, contemplé la idea de dejarlo escapar, irme con ellos y rehacer mi vida.

—Aslin, ve —ordenó Mali. Enfundando en mi pantalón un arma.

—Nosotros acabaremos con esto —apoyó Krit mientras señalaba cargas de dinamita en sus manos.

Di dos pasos hacia atrás, tomando impulso para hacer lo que me pedían, pero mi cuerpo se paralizó. Estaban golpeados. Estuvieron a punto de morir. No podía arriesgarlos de nuevo.

—Ve, Aslin —murmuró Maya tomando mi mano y entregándome un cuchillo—. Estaremos bien, pero tienes que ir por él.

Mi corazón se hizo pequeño cuando sonrió. Tenía que hacerlo. Por mí, por el equipo que no volverá y por el que estaba aquí. Ellos siguen aquí y Viktor podría lastimarlos si no me hago cargo de él.

Asentí. Di tres pasos hacia atrás y corrí por uno de los túneles, el único por el que había podido huir. Cada paso retumba en mis oídos, mezclado con disparos y explosiones. Con cada paso un recuerdo me acechaba.

Mis amigos en el ejército.

Mis padres.

Vásquez.

Greene.

Tanner.

Doyle.

Los veía reír, bromear y… morir.

Sentía el sudor recorriendo mi cuerpo, haciendo que mi ropa se pegara a mi como una segunda piel. Sentía el frío peso del rifle en mis manos. Podía escuchar el eco de mis pasos y las hélices de un helicóptero.

Mierda.

Logré llegar a la salida del túnel cuando una ráfaga de viento levantó una ola de polvo a mi alrededor. Aquellos ojos me miraron con asombro, su plan de escape a unos metros detrás de él.

—No importa lo que hagas —escupió con desdén, dando una señal para que me atacaran.

Corrí hacía unos barriles abandonados y me cubrí con ellos cuando las balas comenzaron a volar a mi alrededor

—No recuperarás nada. ¡Yo te destruí!

Me asomé por encima del barril. Uno, dos, tres hombres cayeron al piso, todos por mi pulso. Faltaban dos.

Me escondí de nuevo, recargando mi arma. Pero ya no tenía municiones.

—¡Yo me encargué de que no tuvieras a donde volver! —siguió gritando. Su voz se alejaba con cada palabra— ¡Y seguiré destrozando todo lo que amas, así quede un mísero aliento en mi cuerpo… te acabaré!

Me asomé por un agujero de los barriles, saqué el arma de mi pantalón; tres balas.

Un disparo y derribé al hombre de su derecha. Su sonrisa se borró y se apresuró a subir al helicóptero. Otro disparo, intenté derribar al hombre tras de él, pero fallé



#1064 en Otros
#59 en Aventura
#200 en Acción

En el texto hay: amnesia, accion, militar

Editado: 08.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.