Indagando su oscuridad

Capítulo 18. Te gusta

Eiren:

Aquí estoy, parada detrás de unos arbustos con la boca entreabierta y los brazos tendidos a mis costados. No puedo salir de mi pasmo, no logro dejar de pensar en lo que acaba de pasar hace minutos.

Todavía siento el hormigueo que dejaron los labios de Jarel al besarme. Subo mi mano y rozo mi boca sin creer lo que sucedió... Él me besó aun cuando suponía que era imposible. Mis piernas tiemblan y tengo que removerme para que se reafirmen y no me hagan caer. Todos y cada uno de mis nervios se hallan a flor de piel, incrédulos por lo que está pasando últimamente en mi vida.

Jarel llegó para cambiarlo todo y eso me aterroriza.

Me estremezco al recordar el negro de sus ojos, como su esclerótica pudo cambiar de color y volverse renegridas. Eso fue espantoso, el temor que me inundó al verlo de ese modo provocó que quisiera salir corriendo y esconderme en una zona totalmente desconocida por él. 

¿Cómo hizo eso? 

Miles de suposiciones llenan mi cabeza pero las descarto al hallarlas estúpidas y sin sentido.

— ¡Eiren! —La exclamación de Leia me hace saltar y voltear a verla. Corre hacia mí y veo como sus ojos yacen cristalizados, además, noto en sus manos un evidente temblor —vámonos.

— ¿Qué te pasa? —cuestiono, contagiándome de su angustia.

Doy media vuelta y me agazapo para coger mi mochila y sacudirla para colgarla sobre mis hombros.

—te explico en la casa. —No pierde el tiempo y tras guardar sus binoculares, me observa y asiente para echarse a andar a paso apresurado, literalmente está trotando.

Frunzo el ceño y sigo su andar.

¿Qué escuchó allá que la tiene tan alterada?

La curiosidad asciende en mi sistema y me obligo a calmarme, esa misma sensación fue la que ocasionó que viniéramos hacia acá y que las cosas no resultaran como ambas lo esperábamos.

Cierro los párpados unos segundos e inhalo, sintiendo como la fría ventisca colisiona con mis facciones. Pasan unos cuantos minutos para llegar a casa mientras todo el recorrido lo atravesamos en silencio, ella sumida en sus pensamientos y yo rezando para no encontrar a mis padres despiertos. No quiero verles la cara, mucho menos a mamá.

Leia se detiene frente al árbol que hay a un metro de la ventana de mi habitación. Se voltea a verme y forma en sus labios una sonrisa maliciosa.

— ¿y si subimos por aquí? No creo que sea tan complicado, así no corremos el peligro de que tus padres nos pillen.

Me encojo de hombros y ladeo el rostro.

—no lo sé, parece ser que tus ideas nos traen problemas.

— ¿pero qué pasa si usamos tu árbol como escalera? Discúlpame por cometer tal delito —comenta con fingida resignación a la vez que alza sus manos.

—Tengo que dejar de juntarme con malas influencias —opino, dándome por vencida.

Mi amiga se carcajea y automáticamente me destenso al verla más relajada, tanta rigidez de su parte estaba logrando exaltarme.

—Por eso te amo —dice antes de comenzar a escalar.

Al verla ir por la mitad inicio a subir y me doy cuenta que no es tan complicado como veía al comienzo. Ahora comprendo por qué Jarel subió a mi habitación por este método. Leia abre las ventanas y tras un pequeño impulso salta hacia mi alcoba, recoge las persianas y espera paciente a que entre.

Tengo que tener una suerte del demonio para que al saltar caiga de bruces al suelo y obtenga diversas fracturas. Suspiro y me lleno de coraje. Agarro fuertemente la rama y flexiono mis piernas para saltar correctamente

¿Cómo Powell lo hizo con tanta facilidad?

—me matas de ansiedad, solo salta ¿Qué te cues... —La interrumpo cuando brinco y lastimosamente caigo sobre ella —¡Eiren! ¡Maldición! —espeta adolorida. No puedo evitar soltar una fuerte risotada, ambas caímos al piso pero ella fue la que hizo que mi caída se amortiguara — ¡quítate! —chilla.

Me alejo de su cuerpo y me levanto lentamente, una puntada en la rodilla me hace encorvar para sobar el área afectada.

—lo siento.

—la próxima vez optamos por las escaleras, ¿sí? —Se levanta y camina hacia el encendedor para prender las luces. Deja caer su bolso en una de las mesas de noche y prosigue a acostarse sobre la cómoda. —Estoy muerta —musita —por favor, cuando se me ocurran estas ideas, haz todo lo posible para que no las cumpla.

La sonrisa que mantenía en mis labios cesa y con rabia, me quito la mochila y la lanzo en su dirección, por poco lo esquiva y deja que caiga al lado de la cama.

—tú fuiste la estúpida que quiso escuchar de cerca, casi me provocas un infarto. Eres una inconsciente.

—si no hubiese sido por mí, no hubiese escuchado algo importante y para eso fuimos, ¿no?

—con todo lo que vimos en esa casa, ¿no te pareció suficiente? —Me siento a su lado y retiro mis zapatos para colocarlos debajo de la cama.

—sí, pero ¿cuándo podríamos haber ido de nuevo? Nunca. Fue horrible lo que vimos, así que ni loca vuelvo a pasar por ahí.

— ¿Qué escuchaste? Por poco el señor Kylen te ve —hablo con reproche.

Apoyo mi espalda en el cabezal de la cama y me cruzo de brazos. Leia bufa y une sus manos sobre su pecho.

—me sentí morir, los nervios fueron tantos que por poco me quedo parada sin hacer algo. Agradezco que él no se diera cuenta de que estaba ahí.

—Jarel si lo sabía, él nos vio —manifiesto

—y Keitan también —aclara, sorprendiéndome un poco.

Muy dentro de mí la declaración no me toma tan de sorpresa, si Jarel se percató de nuestra presencia es obvio que su hermano también lo hizo.

—dime que oíste.

—escuché que Jarel se burlaba de Keitan.

— ¿ah?

—le decía algo como: y al finalizar el día, el más normal soy yo. Luego Keitan le dijo que era necesario, que, cómo iban a vivir sin hacerlo —explica.

Arrugo el entrecejo al no entender el asunto con claridad, ¿qué tiene que ver asesinar una persona con eso?



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En el texto hay: tristeza, amor, suspenso

Editado: 12.03.2021

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