Eiren:
Estoy pagando una clase de karma. Eso es lo que siento. Cada respuesta que obtengo de las preguntas que no se cansaban de rondar por mi mente me dejan más desorientada, confundida. Inclusive, tengo más dudas sobre los Edín que antes que Jarel me dijera un pequeño dato de lo que puede hacer. Es decir, si eso es algo diminuto de lo que es ¿Qué más hay? ¿Puede llegar a realizar algo más sorprendente que ello? Definitivamente ya no sé qué pensar.
Todavía no me creo que pueda saber lo que piensan los demás. Luego de horas analizando tal hecho, idealizo que debe ser fascinante comprender los pensamientos de las personas, se puede llegar a saber todo con tan solo tener esa habilidad. Siquiera hay que tomarse la molestia de conocer a un individuo para caerle bien, para saber que le disgusta y que actitud le desagrada porque automáticamente esa información se te es otorgada con un chasquido de dedos.
Sacudo la cabeza cuando escucho como la puerta de la casa se abre y cierra. Salgo de mi habitación con rapidez y bajo las escaleras para ver como mi madre deja su cartera en el mueble de dos piezas. Abraham, quien sorprendentemente está a su lado, le comenta algo que la hace sonreír. En verdad se están arreglando.
—Llegaron —comunico, un poco confundida.
Una sensación desagradable se aglomera en mi pecho cuando mi padre le da un casto beso en la cabeza de mamá. No puedo aceptarlo. Sé que el problema es entre ellos, sin embargo, es inevitable para mí ver como Elissa cede tan fácil luego de haber recibido tantos daños por parte de él. Dios mío, lo amo, sé que es un buen padre después de todo, pero no puedo justificar sus acciones. Lo que hizo estuvo mal, horrible, imperdonable. Es increíble que osó de tocar a la persona que me dio la vida, al individuo que más amo en este planeta. Que tenga problemas de bipolaridad o que los haya tenido no lo respalda de ninguna manera.
— ¡hija! —exclama mamá sonriente. Se aproxima a mí y aparta a Eris de su camino cuando intenta saltarle encima —Janit, esa perra esta falta de cariño o tiene hambre —bromea porque sabe que su taza siempre se mantiene arrebozada de comida.
—sabes que siempre se vuelve loca cuando alguien llega a casa —respondo con obviedad. Papá se acerca y deja un beso en mi mejilla —pensé que te quedarías hoy con Elea —digo con un tono de voz inadecuado de tal modo que parece una acusación. No se inmuta por mi tono, de lo contrario, suelta una pequeña carcajada.
—me llamaron para una prueba y adivina, creo que quedé en el puesto que me estaban ofreciendo. Lo mejor de todo es que es lo mismo que ejerzo en el trabajo actual —contesta con una efusividad sorprendente. Se ve más relajado que esta mañana. Esa llamada definitivamente le quitó un gran peso en sus hombros y eso me alegra —además, el horario que me plantearon es tercer turno y como yo voy a trabajar a partir de esta semana que viene con uno de segundo, todo me cuadra bien —explica sin que haga falta pedírselo. Mamá sonríe plenamente y su pecho se hincha al ver la alegría de su esposo.
—Estarás con los dos entonces —entiendo. Elissa se dirige a la cocina mientras que papá se quita la corbata y la deja reposada sobre la mesa del comedor. Camino a su lado a la vez que observo de reojo como mamá abre la nevera para sacar un pollo que ya tenía aliñado.
—sí. Por lo menos sé que si me despiden del actual tengo algo con que apoyarme y no me tomará desprevenido —responde. Se voltea para entrar a la cocina y quitarle a Elissa la comida de la manos —Eliss, esto hay que celebrarlo ¿quieren pizza? —Las dos asentimos con entusiasmo — ¿Elea está durmiendo?
—Sí, esta rendida —contesto, haciendo una mueca con los labios. Tengo una charla pendiente con mamá.
—me lo imaginé. Pizza entonces. —Toma las llaves de su coche que se localizaban sobre la isla de la cocina —ya vuelvo. —Sale de la pequeña estancia y no pasan dos minutos para que oiga el motor del auto ser encendido.
Me siento en una de las butacas del mesón y desde mi lugar, diviso como Elissa trapea la mesa de mármol para dejar todo impecable.
—mamá... —Le llamo con cautela, un tanto nerviosa de cómo vaya a reaccionar a mi pregunta —no te lo había comentado pero hace días tuve un sueño y según Cassandra puede ser un recordatorio de lo que sucedió el día de mi cumpleaños, o puede ser solo obra de mi imaginación —inicio, tomando mis manos y jugueteando con ellas. No sé cuándo dejaré de sentirme débil, frágil al hablar sobre este tema. Tengo toda su atención desde comencé a pronunciar la primera palabra y no puedo camuflar mi gesto adolorido al ver como su cuerpo se estremece —quería preguntarte ¿tu recuerdas algo? —Se sienta delante de mí y toma mis manos para cubrirlas con las suyas.
—Mi hermosa niña —tartajea levemente. Acaricia mi pómulo derecho con lastima, con un dolor tan profundo que perfora mi corazón a su paso. La entiendo, ninguna madre le gustaría saber que su hija fue abusada, violada a una corta edad, siendo todavía inconsciente del deterioro de este mundo, de lo cruel que puede llegar a ser —yo esa noche, casi madrugada llevé a Leia a su casa. Yo no estaba —responde y eso me deja pasmada.
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Editado: 12.03.2021